Aborto: “Una decisión personalísima”

Aborto: “Una decisión personalísima” 

Según el Ministerio de Salud de la Nación, cada año más de 100 mujeres mueren por complicaciones de abortos inseguros en la Argentina, y estas complicaciones representan la primera causa de mortalidad materna.

Estas muertes se deben a la utilización de procedimientos inseguros y a la demora en la búsqueda de atención médica y también a la clandestinidad legal, social y familiar en las que se realiza la práctica.

La muerte de mujeres en esta circunstancia, es un grave problema de salud pública, esto se visibiliza en las múltiples inequidades existentes en el país, estas inequidades tienen que ver con las profundas y crecientes diferencias en lo económico y social, donde cada vez son mayores los sectores de exclusión y pobreza con reales dificultades de acceso a los servicios de salud. Cuestiones claves como la consejería anticonceptiva, Guía de atención para abortos no punibles tampoco están garantizadas en todos  los servicios de salud, y una alta proporción de mujeres son dadas de alta sin haber recibido consejería y la indicación/provisión de un método anticonceptivo.

No confesar un aborto hace parecer como que no existiera, la práctica se hace en lo oscuro en lo oculto en lo privado. La censura social silencia a las mujeres. La clandestinidad del aborto hace que la soledad de la práctica sea una imposición, ya que se busca reducir al máximo la posibilidad de ser descubiertas de ser denunciadas de ser encarceladas.

La censura social es muy fuerte, hace esconder el aborto de la historia individual y colectiva de las mujeres. El alto número de mujeres que abortan y la manera en que lo silencian, lo sufren y lo ocultan, puede tomarse como un indicador no sólo de la clandestinidad de la práctica, sino también de la situación de subordinación en que se encuentran estas mujeres.

La censura social está acompañada de la sanción social, esto es posible porque el orden social establece una homologación de la mujer con la madre, presentando la maternidad como algo natural, invisibilizando la mirada de la maternidad como una construcción social y fenómeno histórico. Indudablemente existe una maternidad biológica, pero no podemos reducirlo a un único aspecto biológico. La maternidad es una elección que tiene que ver con un vínculo deseado y construido desde el afecto, y no sólo desde lo natural o sino las mujeres que adoptan niños o niñas  no serían consideradas “madres”.

Interrumpir un embarazo significa no desear ser madre en ese momento. La maternidad existe a partir de la relación madre/hijo y  esto no sucede cuando el embarazo no es deseado, cuando es producto de una violación o de una imposición se vive un embarazo impuesto, sin ningún tipo de vínculo ya que el carácter de persona se da cuando aparecen los vínculos en el sistema de relaciones, entonces un embarazo es un hecho tanto biológico como social.

 Por otra parte, hacemos referencias a las inequidades de género que existen y se expresan en los distintos informes de los organismos internacionales. Nuestro país también ratificó la plataforma de la Conferencia Mundial sobre la Mujer realizada en Beijing en 1995, donde se instó a los gobiernos a revisar las leyes que penalizan a las mujeres que se han sometido a abortos ilegales, además de “reconocer y encarar el impacto de los abortos inseguros sobre la salud como una gran preocupación de salud pública.

 Si planteamos clandestinidad desde una mirada de Derechos Humanos, vemos con absoluta claridad como los derechos sexuales y reproductivos no se cumplen. Estos  también son derechos humanos y se  basan en el reconocimiento de la autonomía y libertad de todas las personas, respecto a su sexualidad y a la reproducción. Los derechos sexuales y reproductivos promueven que las personas pueden ejercer su sexualidad y capacidad reproductiva. Se basan además en considerar a las personas como capaces de decidir en forma libre sobre su sexualidad y reproducción sin sufrir presiones,  discriminación o violencia de ningún tipo. Estos derechos, aseguran la posibilidad de tomar decisiones voluntarias e informadas para el ejercicio pleno de la sexualidad, que significa decidir con quien tener relaciones sexuales cuando y como tenerlas, y con respecto a la reproducción tener o no tener hijos/as.

No estamos a favor del aborto, pero es una realidad para muchas mujeres que se encuentran ante el difícil dilema de decidir, y es una realidad que en nuestro país obliga a la clandestinidad y la muerte para aquellas mujeres que no encuentran ayuda adecuada. 

Nosotras defendemos la vida la maternidad deseada y la libertad de conciencia de las personas. Es por ello que estamos a favor del proyecto de legalización de esta práctica, por que consideramos que un Estado democrático y laico debe garantizar nuestro derecho personalísimo a poder decidir sobre una maternidad deseada.

Nancy Sotelo

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