Una nueva vuelta de tuerca al ajuste. Escribe H. Tumini
Una nueva vuelta de tuerca al ajuste
DE PRAT GAY A DUJOVNE
Cuando arribó al gobierno la nueva derecha macrista, evaluó de qué manera llevar adelante su proyecto de trasladar ingresos de la mayoría de la sociedad: pobres, trabajadores y clases medias, a los grandes grupos económicos y a los ricos. Es decir, planificaron cómo reproducir, en condiciones diferentes aquí y en el mundo, lo que ya habían llevado adelante otras administraciones del mismo sesgo ideológico: la dictadura y el menemismo.
No era sencillo, porque no contaba el recién llegado gobierno de Cambiemos ni con el poder coercitivo de los militares, ni con el aval y peso político de que dispuso el riojano, que había ganado en primera vuelta y tenía al PJ detrás suyo. Solo igualaba a este gobierno con las otras dos experiencias anteriores, el masivo apoyo de los sectores de poder de aquí y de afuera.
Se inclinó entonces Macri -en grandes líneas- por lo que denominó un “ajuste gradual”. Puso por ende un Ministro de Hacienda y Finanzas: Alfonso Prat Gay, que compartía en lo fundamental dicha estrategia.
¿En qué consistía en concreto la misma? Se apoyaba en tres pilares:
1) Habría un traslado de ingresos importante hacia los sectores mas concentrados a través de distintos mecanismos. Por vía de la devolución de las retenciones, a través de la inflación que carcomería ingresos, bajando el precio de la mano de obra por medio de desocupación creciente, con el aumento de las tarifas y la nafta, facilitando la bicicleta financiera con las altas tasas de las Lebac, recortando ciertos gastos del Estado, etc. No obstante, dicho traslado no sería tan feroz como proponían muchachos como Sturzeneger o Melconían, sino mas “gradual”. Incluso habría marcha atrás parcial cuando la resistencia política y social amagaran endurecerse.
2) Se normalizarían las relaciones con el sector financiero internacional. Fundamentalmente a partir de pagarles a los fondos buitres sin chistar todo lo que exigían; como así también bajando las restricciones para el ingreso de capitales golondrinas al país. A cambio se le solicitarían créditos a tasas “aceptables” para cubrir el déficit fiscal y para avanzar con proyectos de infraestructura, indispensables para mejorarles la competitividad a las grandes empresas.
3) Atraer con el cambio de gobierno y las medidas mas arriba mencionadas una “lluvia de inversiones”. Las que, supuestamente, llevarían ya en el segundo semestre del 2016 a recuperar el crecimiento económico. No tirando para ello del consumo sino, acorde decían, de las virtuosas inversiones productivas.
Este plan fue calurosamente apoyado por la administración de Obama, que señaló al presidente argentino como el “nuevo líder de Latinoamérica”, conductor de un país que finalmente “regresaba al mundo”. Hasta hicieron el circo de una “mini” Davos por estas tierras para graficarlo.
Así, con esa estrategia económica gobernaron el año que pasó. Se le cercenó ingresos en porciones significativas a la mayoría de la sociedad, que fueron transferidos a los bancos, las empresas de energía, las mineras, al campo y las grandes cerealeras. Se achicaron fuertemente la industria y la construcción, también bajó el consumo, con importante impacto de todo ello sobre las pymes.
Se contrajeron nuevas deudas por 40.000 millones de dólares, que fueron a pagar otras viejas -buitres incluidos- y a cubrir gastos corrientes; para infraestructura nada. Las inversiones brillaron por su ausencia -porque “el capital es cobarde” argumentaron- y el déficit fiscal se mantuvo en el mismo nivel del 2015, cuando gobernaba CFK, solo gracias a los ingresos del blanqueo. El crecimiento quedó, dicen, para este 2017. El año que pasó el PBI se contrajo el 3%, algo que no sucedía desde el fatídico 2002.
En esa situación, tan distante de lo que pregonaron, se vino Trump. “Tras que éramos muchos, parió la abuela” dice el viejo refrán. Las consecuencias directas del triunfo de aquel, en principio y para nuestro país, serán: aumento de las tasas de interés internacionales que complican los créditos con que pensaban en el gobierno contar; fortalecimiento del dólar y devaluaciones en nuestros principales socios comerciales (Brasil, China, Europa, Méjico, etc) que dificultará entre otras cosas usar la verde moneda de ancla antinflacionaria; inversiones que vuelven a los EEUU alejando la posibilidad de que vengan para aquí; dificultades para aumentar exportaciones en una economía mundial que seguirá con el freno de mano. Finalmente y como efecto colateral, el “liderazgo regional” de Mauricio, bien gracias, quedó en stand by.
Producto de ese nuevo escenario, ya desde noviembre pasado los sectores de poder comenzaron a decirle a Macri que había que cambiar de estrategia; el gradualismo, ahora, en el nuevo escenario, no tenía lugar. Que tenía que ajustar mas, aunque pusiera con eso en riesgo al gobierno en las legislativas del 2017.
En concreto, le exigieron que el capital que supuestamente vendría en la forma de préstamos e inversiones externas, fuera reemplazado en parte significativa por una mayor extracción de recursos a la mayoría de la sociedad. En buen romance, que a la copa de los ricos había que llenarla casi toda -no parcialmente como hasta ahora- con plata sacada a las clases medias, los trabajadores y los pobres argentinos. A los pequeños y medianos empresarios también.
Allí terminó entonces el paso de Prat Gay por el gobierno. Mas allá del verso de los “egos”, de “jugar en equipo”, etc, lo concreto es que planifican una nueva vuelta de tuerca en el ajuste a los sectores populares; a lo que aquel, en parte, se resistía. Para ello lo trajeron a Dujovne, soldado disciplinado del riñón del presidente. Dividió Macri también el ministerio para mostrar a los grandes grupos, multinacionales y bancos, que el barco de la economía lo va a manejar directamente él, con tropa propia, sin intermediarios.
Todos los anuncios que ha hecho el nuevo ministro muestran inequívocamente hacia donde se dirigen: que bajarán el déficit que prevé el presupuesto para este año, que hay que disminuir el costo laboral, que se deben aumentar importaciones para bajar precios, etc. Los recortes a Ciencia y Técnica, la quita de la devolución del 5% del IVA para compras con tarjetas de débito, sacar las últimas trabas para el ingreso de capitales de corto plazo, la eliminación de las retenciones a las exportaciones petroleras mientras se aumenta el precio de la nafta, los despidos en Educación y el recorte a la entrega de medicamentos del PAMI, son solo muestras de hacía donde van y lo que piensan hacer.
Coherente con ello, suenan los tambores en dirección a endurecerse frente a la protesta social. Pinta un año complejo y difícil para las mayorías populares.