Bicentenario de la Independencia. Lo que importa es el fondo, no la forma. Por H. Tumini

Por Humberto Tumini / Nacional julio 2, 2016 08:19

Bicentenario de la Independencia

Lo que importa es el fondo, no la forma

El Presidente Macri ha convocado, para el Bicentenario de la Independencia, al Congreso a sesionar en Tucumán. Busca con ello homenajear a aquellos 33 patriotas que el 9 de Julio de 1816 declararon, en medio de enormes dificultades y peligros, que nuestra nación era libre.

Nos parece una excelente idea, siempre y cuando atrás de la forma no se tergiverse el contenido de aquella gesta. Como nos cuenta la historia, el Congreso fue convocado en medio de una enorme contraofensiva realista para recuperar sus colonias, con triunfos que iban desde Méjico a Chile, pasando por Venezuela, e incluían departamentos del propio Alto Perú. Fue en ese contexto que San Martín urgió a los congresales a que se tuviera en cuenta “el clamor de los pueblos” y declararan independientes a las Provincias Unidas.

Le dice el general al diputado Godoy Cruz en una famosa carta: "¡Hasta cuándo esperamos declarar nuestra independencia! ¿No le parece una cosa bien ridícula acuñar moneda, tener el pabellón, y por último hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree dependemos? ¿Qué nos falta más que decirlo? Por otra parte, ¿qué relaciones podremos emprender cuando estamos a pupilo? Los enemigos (y con mucha razón) nos tratan de insurgentes, pues nos declaramos vasallos... Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas”. Agregando que “Veamos claro, mi amigo; si no se hace, el Congreso es nulo en todas sus partes”.

Caso al General -y a Belgrano- hicieron aquellos hombres. Solemnemente declararon aquel 9 de Julio que “es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli”, agregando luego para que no quedaran dudas respecto a que se referían: “y de toda otra dominación extranjera”. 

Pasaron ya 200 años. Algunos gobernantes respetaron lo que aquellos patriotas en Tucumán, esencialmente, nos indicaron: que debíamos ser país soberano y no aceptar que potencias extranjeras nos determinen las decisiones. Por ejemplo Rosas resistiendo en La Vuelta de Obligado las pretensiones de Inglaterra y Francia. Hipólito Yrigoyen manteniendo la neutralidad argentina en la primera guerra mundial en forma “activa y altiva”, pese a las presiones de los EEUU e Inglaterra. Juan Perón poniéndose firme frente a los EEUU, la nueva potencia hegemónica en la región. Arturo Illia negándose a apoyar la invasión norteamericana a Santo Domingo en 1965. Raúl Alfonsín resistiendo en los primeros años de su gobierno las presiones del FMI. Néstor Kirchner rechazando el ALCA en el 2005 junto a varios presidentes sudamericanos.

Otros mandatarios de nuestro país en cambio, se apartaron decididamente del mandato de aquellos congresales. El primero de ellos fue Bernardino Rivadavia, negociando un gravoso y ruinoso empréstito con la banca inglesa Baring Brothers, que pudimos recién terminar de pagar 120 años después, sin beneficio alguno para la nación. Le siguió Bartolomé Mitre que, obedeciendo las indicaciones de Gran Bretaña, desató contra el Paraguay la guerra de la Triple Alianza, que destruyó ese hermano país y se llevó la vida de decenas de miles de soldados argentinos. Sería largo de describir, mas tarde, la genuflexa -al decir de Yrigoyen- conducta de los gobiernos conservadores respecto de Inglaterra. Para muestra basta la famosa frase de Julio Argentino Roca (h), vicepresidente del General Justo, cuando luego de firmar en 1933 el tratado conocido como Roca-Runciman, le dijo al Príncipe de Gales que la Argentina era “la perla más preciada de la corona de su majestad británica”.

Allí no terminaría esta historia de gobiernos nuestros que aceptaban gustosos la dominación extranjera. Las dictaduras que nos asolaron desde 1955 en adelante, tuvieron ese signo, aunque los generales se llenaran la boca mentando la Nación Argentina. Ni que hablar de Carlos Saúl Menem, que estableció nada menos que “relaciones carnales” con los EEUU y hasta aceptó, vergonzosamente, acompañar con barcos de nuestra armada la invasión a Irak de Bush padre en 1991.

Digamos entonces, claramente, que el hecho de que la Independencia Argentina haya sido resuelta por diputados de las Provincias Unidas que se convocaron a sesionar en Tucumán en el año 1816, como lo harán ahora para el Bicentenario nuestros legisladores actuales, es la forma. El fondo de aquella valiente declaración es que decidimos ser soberanos, libres de toda dominación extranjera.

Señalemos también que someterse a los designios de otras potencias no significa tener nuevamente un virrey por estas tierras, sino que el rumbo de nuestra nación no sea determinado por los intereses de aquellas sino, en lo fundamental, por los nuestros. Como explicamos someramente mas arriba, a través de 200 años de historia, hemos tenido gobiernos y gobernantes que han contemplado bien o aceptablemente bien aquel mandato de nuestros próceres; y otros que lo violentaron descaradamente, arrastrándolo por el fango. En el caso de estos últimos, como nos enseño Arturo Jauretche, nunca debemos perder de vista que “si malo es el gringo que nos compra, peor es el criollo que nos vende”.

Traemos todo esto a colación, en esta fecha tan sagrada para los argentinos, porque muchas cosas del presente -y de la historia reciente- nos indican que este gobierno de Cambiemos se dispone a poner en escena solo la forma en que se resolvió nuestra independencia; pero que va a meter bajo la mesa lo esencial: el respeto a nuestra soberanía como nación. Gran parte de nuestros gobernantes actuales, empezando por el presidente, fueron menemistas entusiastas, lo que no habla demasiado bien de su patriotismo. Unos cuantos, además, han sido ejecutivos de grandes empresas multinacionales. A la mayoría les gusta tener sus abundantes dineros en el exterior, no invertidos en el país.

A ello le podemos agregar que, manifiestamente, se vienen alineando con la estrategia norteamericana hacia la región (que nunca ha sido buena para nuestro país); abandonado al mismo tiempo todo vestigio de priorizar a las naciones sudamericanas. Que le han entregado prácticamente la inteligencia, la seguridad interna y la lucha contra el narcotráfico a las agencias de aquel país del norte, como la DEA, entre otras. Como así también que, vendiendo espejitos de colores de grandes inversiones por venir, no solo le dieron toda la razón al Juez Griesa en sus nefastos y agresivos fallos, sino que además pagaron religiosamente lo que la usura internacional exigía. Todo ello sintetizado en la frase predilecta de Macri y sus funcionarios: “Argentina volvió al mundo”; con algún lamentable pedido de disculpas de por medio.

Por todo ello tenemos justificadas dudas de que, en el Bicentenario de nuestra Independencia, este gobierno de los ricos vaya justamente a honrar a los patriotas que la proclamaron. Mas bien nos parece muy probable, casi seguro, que, como otras veces en estos 200 años de historia, vayan derecho viejo a buscar ponernos -disimuladamente, eso sí- otra vez bajo dominación extranjera.

Humberto Tumini
Movimiento Libres del Sur

Por Humberto Tumini / Nacional julio 2, 2016 08:19