Argentina. La fuerza de la represión
Argentina. La fuerza de la represión
Presentación de la Recopilación de casos de personas asesinadas por el aparato represivo del estado 1983/2011
El viernes 25 de noviembre, por la tarde, los militantes de CORREPI estuvimos en Plaza de Mayo. Fuimos, como cada año desde 1996, para denunciar el alcance y la extensión de la represión estatal. Para mostrar que la represión, adopte la forma que adopte, es siempre de clase, y tiene la finalidad de garantizar y profundizar la explotación.
Cientos de compañeros respondieron a la convocatoria que tiene por objeto mostrar, con los números en la mano, el alcance del embate represivo en Argentina, mientras en Rosario, Córdoba, Rafaela, Mar del Plata, Mendoza, El Bolsón, Comodoro Rivadavia y otros lugares del país, los compañeros organizados en el Encuentro Nacional Antirrepresivo (ENA) hacían actos similares.
En una plaza iluminada con las banderas de las organizaciones, y frente a todos esos compañeros que vinieron a expresar su adhesión, tratamos de recorrer, desde el escenario, las distintas facetas que asumen, en su ejecución cotidiana, las políticas represivas estatales.
Hablamos de la represión que, en defensa de los intereses de los empresarios y patrones, el gobierno descarga sobre los trabajadores, explotados, golpeados, encarcelados y asesinados a lo largo y ancho de nuestro país. Su eslogan de campaña es que son el gobierno de la fuerza, para profundizar el modelo. Y en algo tienen razón: ellos tienen la fuerza, la fuerza de la represión, y la usan para profundizar el modelo de explotación.
Este es el gobierno que, junto a las empresas y la burocracia sindical, forma la triple alianza que condena, encarcela y asesina trabajadores organizados. Este es el gobierno que, durante sus dos mandatos, asesinó 17 compañeros que salieron a pelear por vivienda digna, por educación, por salud, por trabajo, por salario e incluso en contra de la represión, como Luis Cuellar, Carlos Fuentealba, Juan Carlos Erazo, Facundo Vargas, Nicolás Carrasco, Sergio Cárdenas, Mariano Ferreyra, Roberto López, Mario López, Bernardo Salgueiro, Rosemary Chura Puña, Emilio Canaviri Álvarez, Félix Reyes Perez, Ariel Farfán, Esteban Méndez, Juan José Velazquez y Cristian Ferreira.
Este gobierno es el que, escondido tras el discurso de que “no reprime la protesta social” mantiene a más de 5 mil compañeros procesados por salir a pelear por mejores condiciones de vida y tiene presos políticos, como Olivera, Oñate, Tapia, Claros y Germano. Con la fuerza, sus fuerzas, las fuerzas de la represión, van sumiendo al pueblo en la miseria y convirtiendo a todo el que se organice y luche en un criminal, delincuente o terrorista.
Hablamos también de la represión que se descarga sobre los sectores no organizados de la clase trabajadora. Mostramos los números que prueban que sigue el avance sistemático del gatillo fácil, de las torturas dentro de las cárceles, comisarías e institutos de menores, de las detenciones arbitrarias.
Golpear a la clase trabajadora antes de que tome la forma organizativa necesaria es un objetivo permanente de los gobiernos. Reprimiendo a los más jóvenes y los más pobres, de manera silenciosa, pero constante y creciente, buscan imponer el terror, para apagar el fuego de la resistencia y la lucha antes que se encienda. Esta represión preventiva, que busca el control social, hoy es una prioridad política del sistema. Por eso nos está matando, ahora mismo, un pibe pobre por día.
Más de 20 fusilados, asesinados en lugares de detención y comisarías por mes en todo el país. El Archivo de CORREPI registra hoy los nombres y las historias de 3.397 personas, asesinadas por la policía, los gendarmes, los prefectos, los guardiacárceles y los vigiladores privados desde diciembre de 1983. La pertenencia de las víctimas a la clase trabajadora es la regla casi absoluta. Y la edad prueba que el blanco favorito de la represión preventiva son los jóvenes, porque son potencialmente rebeldes, y por eso los gobiernos necesitan disciplinarlos primero y más profundamente. El 53% eran pibes de menos de 25 años de edad.
Más de la mitad fueron fusilados por el gatillo fácil. Tiros en la nuca o la espalda, que después los medios publican como “peligroso hampón abatido en enfrentamiento”. Ejecutados por la policía federal y las policías provinciales, ese ejército de ocupación en los barrios. Pero, cada vez más, aparecen los gendarmes y prefectos, sumados al patrullaje urbano y el control territorial. Y este año, hizo su debut la metropolitana, con 5 fusilamientos.
También aumentaron las muertes en cárceles, comisarías e institutos de menores, muchas por la tortura. Acá los asesinos son los servicios penitenciarios, federal o provinciales, los celadores de los institutos y, de nuevo, la policía.
De ese total de 3.397 muertes, el 55%, es decir, 1.839 casos, ocurrieron durante este “gobierno de los DDHH”, desde el 25 de mayo de 2003.
Otra conclusión interesante que permite sacar el Archivo es que poco importa quién gobierna, si lo que defiende son los intereses de los poderosos. No es un dato menor que Santa Fe, la provincia del “socialista” Binner, Tierra del Fuego, con el gobierno “progre” del ARI, o el municipio de Morón, el del gran progresista Sabatella, registren promedios de muertes por el gatillo fácil incluso superiores a los de la provincia o la ciudad de Buenos Aires.
Pero no sólo hubo datos y números ayer en la Plaza. Los principales protagonistas fueron los pibes fusilados, torturados, desaparecidos y asesinados, a través de sus madres, sus padres, sus hermanos y sus amigos, organizados en CORREPI, que terminaron su intervención al grito de “...la sangre de nuestros hijos no se vende… ¡SOMOS LOS FAMILIARES QUE ELEGIMOS ORGANIZARNOS Y LUCHAR!".
A todos los que estuvieron, a los que entienden la importancia de la lucha antirrepresiva y hacen posible que nuestro humilde aporte trascienda, muchas gracias, compañeros. Y nos vemos en la lucha.
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