Un debate presidencial con sabor amargo. Por V. Donda

Un debate como el que vimos hoy siempre es una muy buena instancia para escuchar ideas y proyectos políticos. Y más aún si se da en el marco de un ballotage presidencial decisivo para el rumbo político inmediato de la Argentina. El debate, como herramienta, es un elemento a destacar. Creo que una primera mirada del cruce Scioli-Macri, más allá de los posicionamientos políticos, nos permite decir que a partir de ahora tenemos un umbral más alto para contrastar ideas, y eso es algo alentador para nuestro sistema político.

De todos modos y celebrando esta oportunidad, desde Libres del Sur, apenas conocidos los resultados del 25 de octubre, dimos a conocer a la ciudadanía nuestra posición de no votar por ninguno de los dos candidatos. Y lo hicimos porque el referente del Frente para la Victoria, Daniel Scioli, y el de Cambiemos, Mauricio Macri, no nos representan con sus proyectos de país.

La instancia de debate terminó de confirmar nuestra posición. Más allá de los guiones que cada uno de los candidatos expuso, con palabras, términos y categorías estudiadas hasta el extremo, con una millonada de recursos puestos en asesores, equipos y publicistas, lo cierto es que ambos terminaron empantanados, mostrándose como rivales, cuando en verdad son claros referentes de una misma concepción de país. Y peor aún: durante la mayor parte del debate ni siquiera se respondieron a las preguntas planteadas.

Le debemos al kirchnerismo la consumación de un escenario político reaccionario como el que estamos atravesando. Al observar a Scioli y Macri, percibo que el rol de nuestro espacio, el progresismo, se volverá más trascendente en los tiempos por venir. Eso sí, deberemos trabajar y mucho, para reconstruir un espacio verdaderamente decidido a pelear por otra Argentina, que nada tiene que ver con el país que terminaron gestando los Kirchner, y que hoy se propone a elegir entre Scioli o Macri.

Como era lógico, en el debate, ambos referentes obviaron capítulos sensibles para el "modelo de país" que imaginan. Pues ni el representante del Frente para la Victoria, ni el de la alianza Cambiemos esbozaron propuestas en torno a la política petrolera menemista; la modificación de la ley de entidades financieras de Martínez de Hoz; el estado calamitoso del sistema ferroviario; la necesidad de reforma del sistema impositivo regresivo; etcétera. Tampoco los escuché exponer sobre el proceso de concentración y extranjerización de la economía, el avance a nivel de saqueo de la megaminería, la enorme sojización del campo. Y ni hablar (ambos están complicados en esa área) de la corrupción, las declaraciones juradas y los negocios con el capitalismo de amigos. Asimismo, la violencia creciente que sufrimos las mujeres, el ocultamiento de datos sobre la pobreza, y las políticas sobre derechos humanos, también brillaron por su ausencia más allá de algunos fuegos artificiales que ambos ensayaron sin demasiado éxito.

Esto último suena lógico, cuando Scioli y Macri se rodean de los Berni, los Burzaco, los Granados, los Casal, e incluso llegan a hablar de "tolerancia cero para la protesta social" y definir a los derechos humanos como un "curro".

Como ciudadana argentina, dirigente política y referente del progresismo, me hubiera gustado ver otro tipo de debate, con una oferta electoral realmente superadora del legado que nos deja este gobierno, que detrás de su devastado relato progresista, nacional y popular, no hizo más que abrirle la puerta a la derecha (sea Scioli o Macri el triunfador) para conducir los destinos de nuestro país.

Ojalá algún día podamos presenciar un debate presidencial en donde se pongan en juego las condiciones para ser un país verdaderamente independiente, soberano, con igualdad y justicia social, republicano y democrático, con verdadera garantía de derechos para todos sus habitantes.

Victoria Donda Pérez