Hermes Binner

Se los veía unidos en una misma piedad y en un mismo dolor. Recuerdo también el gesto solemne de mi padre, que políticamente pensaba distinto pero fue hasta el balcón, y colgó una bandera argentina con crespón negro en señal de duelo.
Pasaron 60 años, y la frase que enmudeció al país demostró su alcance.El “paso a la inmortalidad” se tradujo en la trascendencia de una vida que abrió las puertas al mito y excedió las fronteras de partidos políticos y países.
El socialismo reconoce en Eva Duarte de Perón un símbolo de la larga lucha argentina por la igualdad y la justicia social. Ese camino nos cruza. Nuestras discrepancias sobre las formas de alcanzarlas no podrán ocultar nunca el reconocimiento hacia esta mujer que entregó su juventud y su vida misma al servicio de la causa que la apasionó.
Hablar de Evita es hablar de su inagotable capacidad de trabajo y de su vocación por ver garantizados nuevos derechos; de su sensibilidad por los niños, por los trabajadores, por los ancianos. Y de una mujer a quien su tiempo histórico y su propia conciencia de género la llevaron a concretar los derechos políticos de la mujer con el sufragio femenino, una causa que desde hacía muchos años encabezaban otras mujeres extraordinarias, como nuestra querida Alicia Moreau de Justo. Pienso en las banderas que Evita enarboló y en las banderas y los valores de nuestra fuerza, el Frente Amplio Progresista. Muchos de nuestros compañeros y compañeras llegaron al FAP desde la tradición que ella marcó a fuego. Es un orgullo –y enorme responsabilidad– formar parte de una construcción política, basada en los valores de la solidaridad, la participación y la transparencia, que lejos está de los viejos antagonismos que le arrebataron a nuestro país oportunidades históricas una y otra vez.
Mientras algunos intentan retroceder sobre derechos ya obtenidos y logros ya alcanzados, nosotros proponemos avanzar, para que desde ese lugar de partida trabajemos para traer al presente el porvenir. 
 Por eso, como esa noche de julio de hace 60 años, quiero repetir aquel gesto respetuoso y sentido que vi en las manos de mi padre, y recordar a Evita sobre la celeste y blanca que nos abriga a todos.