Para que prospere un Proyecto Nacional se requiere un gobierno con convicciones y actitud firme. Por H. Tumini.

Por Humberto Tumini / Nacional febrero 3, 2021 11:21

Para que prospere un Proyecto Nacional se requiere un gobierno con convicciones y actitud firme. Por H. Tumini.

3 de febrero del 2021

EDITORIAL

Para que prospere un Proyecto Nacional se requiere

Un gobierno con convicciones y actitud firme.

Como hemos señalado en otras oportunidades, el Presidente dijo al empezar su gobierno que nuestro país iría por un nuevo rumbo, distinto al precedente neoliberal del macrismo. Convocó en aquel entonces a que construyéramos un nuevo Proyecto Nacional Sustentable en favor de las mayorías populares.

Pero una cosa son los discursos y otra las políticas, acciones y medidas concretas que jalonen con posibilidades de éxito ese nuevo camino, supuestamente emprendido.

Cierto es que, a poco andar, llegó la pandemia y con ella el agravamiento de las condiciones económicas y sociales. Pero eso no debe tapar que, en este nuevo escenario, el desafío sigue siendo el mismo: si vamos o no en la dirección que se ha prometido; aun cuando los tiempos puedan ser un poco mas largos.

Habiendo transcurrido ya casi 14 meses del mandato de Alberto Fernández, justo es decir que se agigantan las dudas de que su gobierno esté realmente dispuesto a poner los cimientos de un nuevo y distinto país. Ya que para ello hay que mostrar coherencia entre lo que se dice y lo que se hace; como también firmeza para aguantar los embates y las presiones de los factores de poder que ven amenazados sus intereses. No pareciera estar sucediendo eso. En realidad lo que se observa es un navegar a dos aguas, justificado con argumentos posibilistas (“hacemos lo que podemos”). Algo que, ya sabemos, solo conduce al fracaso.

Veamos algunos ejemplos de esto que decimos. En junio del año pasado el gobierno interviene la empresa Vicentín, que manejaba el 10% de mercado de granos, debido a que se la llevaba a una quiebra fraudulenta. La siguiente decisión sería expropiarla para evitar su cierre o extranjerización; además, para que el Estado pudiera tener una empresa testigo en un sector estratégico. La derecha empresarial y política reaccionan furibundamente, el gobierno arruga y va para atrás, perdiendo así una excelente oportunidad de ganar poder económico y de control sobre los monopolios.

Para ese entonces estaban ya en curso las negociaciones por un nuevo canje de deuda con los acreedores privados. El gobierno hace en abril una primera propuesta con significativa quita y largos tiempos de pago, para hacerla “sustentable”. En setiembre finalmente hace un acuerdo en que se abona prácticamente lo que pedían los acreedores; solo se gana tiempo aliviándose los pagos por unos años, pero dejando una pesada mochila a futuro para el país.

A continuación, se producen dos hechos significativos en la provincia de Buenos Aires, cuya administración es parte estrecha de la alianza nacional del oficialista Frente de Todos. Por un lado, se verifica un agresivo levantamiento policial exigiendo aumentos salariales, donde los efectivos se llegan hasta la propia Quinta de Olivos. Por el otro, se producen tomas de tierras de parte de sectores muy humildes y necesitados de vivienda; entre ellas una muy grande en Guernica. La respuesta hacia la bonaerense fue darles todo lo que pidieron, sin sanción alguna a pesar de la gravedad de los hechos. En Guernica, al contrario, por exigencia de la derecha se desaloja a miles de personas pobres violentamente con argumentos de defender “la propiedad privada”. En ambos casos contó el gobernador Kicillof con el apoyo del gobierno nacional, que contradijo de esta manera, abiertamente, discursos previos.

A finales de diciembre pasado, el ministro de agricultura Basterra prohíbe hasta marzo la exportación de maíz. El motivo era que el aumento de los precios internacionales de dicho grano, trasladado a los costos internos de la producción de carnes, impactaban sobre la inflación de los alimentos y, por tanto, duramente sobre los menguados ingresos de la mayoría de los argentinos.

Los productores agrarios otra vez reaccionan agresivamente y van al paro, aunque con cierta división. El gobierno, por encima de palabras altisonantes, en lugar de mantenerse firme, vuelve a conceder y anula la medida. Las consecuencias están a la vista, basta observar el aumento de los precios de enero que golpean a las familias de pocos recursos.

Por último y lo mas importante. Desde hace unos meses a la fecha se está negociando con el FMI el acuerdo impagable que hizo Macri. Frente a los reclamos, entre otros de los propios votantes del gobierno, de que no se admitan las condiciones que habitualmente dicho organismo exige, el ministro Guzmán dijo: “No aceptaremos nada que vaya en contra del desarrollo de la Argentina, ninguna condicionalidad”.

 

No pareciera estar siendo así. Las principales condiciones que requiere habitualmente el Fondo son las siguientes: achicar el gasto público, reforma previsional para disminuir los pagos de jubilaciones y pensiones, reforma laboral para bajar los costos de la mano de obra. Si uno observa lo que está haciendo el gobierno, antes de acordar formalmente, es difícil no ver que ya viene aceptando dichas demandas.

Suspendió, aun en pleno desarrollo de la crisis económica por la pandemia, con millones de desocupados y decenas de miles de pymes al borde de la quiebra, el IFE y los ATP para bajar el gasto público. Aprobó una nueva ley previsional que, con inflación alta como la nuestra, pone a la baja jubilaciones y pensiones a futuro. Favorece, con el manifiesto atraso del salario mínimo y los sueldos respecto del aumento de los precios, un menor costo laboral.

Difícil de explicar que estas políticas, en consonancia con las que demandan el FMI y los grandes empresarios, no vayan en contra del desarrollo del país.

Cualquier Proyecto Nacional, de contenido popular y progresista que se lleve adelante, va a recibir los ataques y presiones de los sectores de poder que ven afectados sus intereses. Siempre ha sido así en nuestra historia y en la de todos los pueblos. Si el gobierno que lo lleva adelante no tiene las agallas suficientes para mantener en lo esencial el rumbo, fracasará. Entre muchas razones, porque al generar escepticismo en la porción de sociedad que lo apoya, perderá fuerza política para realizar los cambios indispensables que el país requiere.

Lamentablemente esa enseñanza parece no ser tenida en cuenta por la actual administración. A pesar de que no solo se lo señalamos los que no formamos parte de ella, sino incluso, fuerte y públicamente, el reclamo se hace sentir desde sus propias filas. Esperemos que tenga el valor y la decisión para corregir el rumbo.

Humberto Tumini
Presidente de Libres del Sur


Por Humberto Tumini / Nacional febrero 3, 2021 11:21