Laura Velasco sobre Educación Sexual Integral

Para decir #NiUnaMenos necesitamos Educación Sexual Integral

Algunas de nosotras tenemos en la memoria guardadas algunas clases de “educación sexual” en nuestra escolaridad que fueron sinceramente horribles. La charla con souvenir que daba una empresa de toallitas femeninas sólo para las chicas. Un video tremendo que mostraba un aborto contado por el feto  que nos pasaba la profesora de biología en tercer año. Miedo. Las dos situaciones que recuerdo sucedieron en los años de la dictadura militar más terrible de nuestra historia. En ese tiempo todavía nuestra escuela normal era sólo de mujeres y nuestros cuerpos estaban bastante atados por todos lados: nunca llevar pelo suelto ni pantalones, la falda a las rodillas, nada de color que no fuera blanco, negro, marrón o azul marino.

En veintitrés años de democracia transcurrieron enormes cambios en nuestras escuelas. Hace diez años tenemos una herramienta extraordinaria que son las leyes de educación sexual integral, la nacional 26150 y la 2110 de la Ciudad de Buenos Aires. Según estas leyes todas/os los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en escuelas públicas de gestión estatal y privada, desde el nivel inicial hasta el terciario, en todas las jurisdicciones del país integrando aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos. Sabemos que se elaboraron buenas capacitaciones y materiales en la gestión educativa, y que muchos docentes llevaron adelante experiencias valiosas. Sin embargo, los recursos presupuestarios fueron insuficientes para desplegar un cambio pedagógico que instale a la educación sexual integral  como proyecto transversal en todas las materias escolares desde el jardín hasta la formación docente.

Al cumplirse diez años de las leyes de educación sexual integral decidimos hacer una encuesta a jóvenes de entre 18 y 25 años que transitaron su secundaria en los tiempos de vigencia de las leyes en la Ciudad de Buenos Aires. Los resultados fueron alarmantes: uno de cada tres jóvenes no recibió educación sexual integral en su secundario y quienes sí lo hicieron tuvieron en promedio sólo dos horas al año. El 99% de las/os jóvenes planteó que  debería dictarse educación sexual integral, el 70% desconocía que hace ya diez años existe una ley por la cual esto debería ser una realidad en las escuelas. Otros datos que arroja la investigación son significativos: la educación sexual que se imparte en las escuelas tiene un rasgo biologicista donde predominan aspectos de salud reproductiva. Los contenidos que hacen a la visión integral de la educación sexual son dejados de lado: un 82% de las/os jóvenes no recibió contenidos de prevención de violencia hacia las mujeres, un 89% no abordó prevención de abuso y acoso. El respeto a la diversidad sexual estuvo ausente en un 78% mientras un 59% reconoció no haber trabajado temáticas de promoción de igualdad de derechos y oportunidades entre varones y mujeres.

Son ya diez años en los que la educación sexual integral faltó mucho a la escuela. Mientras tanto sigue sucediendo un femicidio cada treinta horas en la Argentina como la forma más grave de una violencia que sufrimos todas las mujeres en distintas formas, grados y lugares, siendo víctimas de trata, de abortos clandestinos, de abuso o de acoso callejero. Cada año 120 mil adolescentes menores de 19 años son madres, cada día nueve niñas de entre 9 y 14 años dan a luz, en un 80% producto de abusos intrafamiliares. Cuando no hablamos de estas cosas en las escuelas sostenemos sencillamente que sigan sucediendo. El aula puede ser el espacio para aprender a perder el miedo a decir que no cuando algo no nos gusta,  a querer y cuidar a nuestro cuerpo comprendiendo que hay muchas formas de belleza. Si queremos transformar nuestra cultura en un sentido de igualdad, prevenir embarazos adolescentes no deseados o enfermedades de transmisión sexual y violencia en el noviazgo, necesitamos  educación sexual integral en el proyecto institucional de nuestras escuelas secundarias, no escandalizarnos por una charla del Centro de Estudiantes en el Colegio Carlos Pelegrini. La educación sexual integral empieza desde el inicial con nenes que juegan con muñecas y nenas con autos, para que unos puedan cuidar amorosamente a sus hijas/os y otras podamos manejar un auto con más naturalidad. Educación sexual integral que no es sólo aprender en una lámina sobre vagina, útero, pene y testículos sino también poder disfrutar la lectura del maravilloso cuento de Graciela Montes Historia de un amor exagerado donde se nombra poéticamente al deseo.

Laura González Velasco
Educadora
Miembro Titular del Consejo Económico y Social
Representante de MuMaLa -Mujeres de la Matria Latinoamericana- en el Parlamento de Mujeres de Legislatura
Referente de Libres del Sur en Ciudad de Buenos Aires