"La mayor estafa de la historia argentina"

"La deuda es la mayor estafa de la historia argentina"

Sr. Solanas.- Señor presidente: es importante que, finalmente, la Cámara haya podido iniciar el debate sobre el decreto 1.953, que habilita la emisión de bonos hasta 15 mil millones de dólares.

Curiosamente, este decreto viene disfrazado de la idea de una política de desendeudamiento y a caballo del mito impulsado y aplaudido por los sectores bancarios y de los tenedores de bonos, consistente en que así entraríamos en tiempos de bonanza por el acceso a los mercados de capitales.

Esta música ya la escuchamos en los años de la década del 90. Fueron las ideas centrales de los economistas iluminados del CEMA, de la ortodoxia neoliberal de entonces. Acabo de escuchar de boca de la señora diputada Conti y del señor diputado Pinedo ideas más o menos similares. Lo digo con pesar, y en mi ánimo no están las ganas de pelear.

Quienes nos hemos formado en las ideas de Juan Perón, quienes tuvimos el honor de tratarlo bastante, quienes nos sentimos continuadores del espíritu patriótico de Alem, de Yrigoyen y de los hombres de FORJA y quienes tuvimos el honor de tratar a Scalabrini Ortiz y a Jauretche tenemos muy en claro que la línea divisoria entre lo nacional y lo antinacional pasa por el tema mayúsculo de la deuda.

¿Cómo no iba a ser así si desde los albores de mayo el debate mayúsculo fue si podíamos independizarnos sin ayuda externa? ¿Podremos liberarnos del colonialismo español o del inglés? ¿Podremos desarrollar nuestras industrias sin el flujo de capitales extranjeros?

Parecía una utopía intentar expulsar al ejército imperial más poderoso de su época. Sin ejército, esa comarca de Santa María de los Buenos Ayres, con apenas 40 mil habitantes -20 mil hombres más niños y viejos-, expulsó a los 11 mil soldados de la segunda invasión inglesa, a partir de sus ideas independistas y emancipadoras. El Ejército de los Andes y la gesta independentista -con el nacimiento de nuestra industria en Mendoza- se autofinanciaron.

Desde aquel entonces, el conflicto entre la dependencia del capital extranjero y su tecnología y las posibilidades de administrar con sabiduría y sentido nacional y popular nuestros recursos está presente a lo largo de toda la historia.

No estoy rechazando los aportes de la tecnología, la ciencia y el capital extranjero. Ningún país y ningunacultura pueden desarrollarse aislada del resto del mundo, pero una cosa es recibir al capital extranjero que venga a invertir en bienes de capital y trabajo genuino y otra es estar a la zaga de una política de endeudamiento que se convirtió en la historia argentina en un sistema de vaciamiento.

Un sistema de vaciamiento donde se capitalizan los intereses y siempre debemos más, como lo dice con sabiduría Miguel Ángel Espeche Gil: “La deuda es una industria, es la mayor estafa de la historia argentina y ya la pagamos varias veces”. Valen los números. El Ministerio de Economía puede testimoniar que en estos últimos 28 años Argentina pagó 218 mil millones de dólares. Hoy la Nación admite 147 mil, pero sumado a las deudas provinciales superamos los 160 mil.

¿Cómo puede hablarse de canje de deuda, de política de desendeudamiento, preparándonos para emitir entre 10 mil o 15 mil millones de deuda, en un hecho muchísimo más grave, para canjear bonos que quedaron fuera del canje de 2005 y con una ley cerrojo en el 2006 para impedir la renegociación?

El decreto 1.953 es absolutamente nulo porque está siendo investigado por la causa 9.147, Juzgado Federal Penal N° 12, Secretaría N°4 de Comodoro Py, a cargo del juez Eduardo Martínez Giorgi. Sólo puede haber novación de deuda, artículo 802 del Código Civil, cuando la deuda original es lícita.

Lamento que en algún momento la señora presidenta haya dicho “esto ya lo reconoció el Parlamento”. Pudo haberse hecho en el 84, pero no se hizo. Los ilícitos jamás han cambiado de su condición y su esencia ni con el paso del tiempo ni por las aprobaciones o manipulaciones de los gobiernos y Parlamentos.

Esta historia de deuda es la estafa más grande de la historia argentina. Recordemos que hubo quienes quisieron enfrentarla, colegas radicales. Quizás el mejor ministro de Economía, el más nacional que tuvo la Argentina en estas décadas, Bernardo Grinspun, con García Vázquez en el Banco Central, fue el único que investigó la deuda. Eran los tiempos en que el Parlamento votó la ley 23.062 de 1984, que declaraba nulos todos los actos administrativos surgidos de la dictadura. Esa ley está vigente, pero la ignoraron todos los gobiernos.

Nos hicimos cargo de una deuda ilegítima, y se otorgaron pagarés de reconocimiento en el Banco Central. Machinea entregó pagarés de reconocimiento en el 85 de una deuda de la que no tenía ni registros. La convirtieron en bonos en el 91, Cavallo-Brady. Menem le dio al Citi Group la representación en nombre del Comité de Bancos para que nos dijera –vergüenza nacional‑ cuánto le debíamos. Y lo seguimos aceptando, y seguimos delegando jurisdicción.

Ayer se aplaudió en esta Cámara con justicia, lo digo a los compañeros peronistas, radicales y de todos los partidos, que José Martínez de Hoz estuviera preso. Pero noestá preso por la ley de mayo de 1976. Esa ley fue la que por primera vez colocó la jurisdicción de todos los contratos en el extranjero. Podríamos decir que esto se parece a la anécdota de Al Capone, que fue preso por no pagar impuestos y no por todos los crímenes que había cometido.

Sin duda, la figura de Martínez de Hoz todavía está presente. Él es causante de esta política de endeudamiento, que luego continuó con el blindaje y con el megacanje. Esto lo sabe muy bien la señora diputada Carrió, que propulsó la causa del megacanje junto con los señores diputados Mario Cafiero, Graciela Ocaña y el querido Alfredo Bravo.

¿Cómo puede ser que esta Honorable Cámara y los sucesivos gobiernos hayan ignorado el fallo ejemplar del doctor Jorge Ballesteros en la causa de Alejandro Olmos, en la que se determinó y probó la existencia de fraude en la mitad de la deuda? Nadie apeló la sentencia y renegociaron en 2005 ignorando la existencia de esa causa.

Aquí hay inconstitucionalidad, estafa y complicidad. Lamento las desviaciones que se han registrado respecto de las causas fundantes del movimiento peronista y del radicalismo, que hicieron de la ética pública una de las razones de su existencia. Con esa actitud han convalidado la continuidad de este mecanismo de vaciamiento y complicidad.

¡Pensemos con grandeza, estimados colegas! ¡Pensemos en las generaciones que siguen! ¡Hay deuda a pagar hasta 2089! Con este canje vamos a incrementar la deuda, contabilizando los intereses, en 20 o 30 mil millones de dólares, en un momento en el que el sistema financiero mundial está quebrado. Este es el momento de mayor fortaleza de nuestros pueblos. Debemos decir “¡basta! La prioridad no son ustedes, que han estafado a todo el mundo en 2008”. Tengamos en cuenta que ese sistema ya nos vació en 2001. Por eso, la prioridad tiene que ser el pueblo argentino y la deuda interna. ¡Basta de llevarse el dinero de nuestros jubilados, de nuestra juventud, de los hospitales, de las universidades y de las pymes que no tienen crédito barato!

Debemos discutir hacia dónde vamos y no pasarnos todo un verano –como lo hicimos‑ debatiendo sobre cuestiones reglamentarias o sobre si era legítimo o no utilizar las reservas del Banco Central. Hay un tema de mayor importancia: nosotros decimos que este canje es inconstitucional e ilegítimo porque hay ilegítimas facultades delegadas. Tengamos en cuenta que el artículo 40 de la ley de administración permite negociar y renegociar con los organismos internacionales, pero no permite negociar canjes de deuda privada.

Ya hemos denunciado en este recinto junto con el compañero Claudio Lozano –que luego se va a referir a este tema‑ el negocio espurio que hay detrás del canje. Hemos denunciado a la consultora Arcadia como promotora del canje, que nadie reclamaba. Es falso decir que para que la Argentina despegue necesita pedir prestado. Lo prueban los primeros años del gobierno de Néstor Kirchner; lo prueba el gobierno de Arturo Illia y lo prueban los gobiernos de Juan Domingo Perón, que fueron gobiernos que no se endeudaron. Lo que falta es la decisión nacional, patriótica y unitaria de afrontar entre todos las exigencias del desarrollo nacional captando las rentas excepcionales que este país regala a través de sus recursos naturales. No hay control público. Todo se maneja sobre la base de meras declaraciones juradas.

Por lo tanto, tenemos que exigir una auditoría general de toda la deuda pública. Debemos hacerlo por la dignidad nacional y por el honor de este Parlamento. Así lo está haciendo Brasil con respecto a lo que ocurrió con su deuda en los últimos treinta años.

En lo que respecta específicamente a este canje es necesario que de una vez por todas aparezca el registroy censo de bonistas. ¿Quiénes son los tenedores de bonos? ¿Dónde los compraron? ¿A qué precio los compraron? ¿Creen quizás que todos somos tontos y no nos damos cuenta del juego tenebroso –porque se lleva la riqueza nacional‑ que implica comprar bonos regalados sabiendo que los enganchamos en un canje que pagará de 15 a 50 dólares?

Se requiere una auditoría general de la deuda para que aparezcan los contratos de los tenedores de títulos y se investigue el rol de la consultora Arcadia. (Aplausos.)

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