La estrategia para frenar la inflación en el acuerdo con el FMI. Nota de Isaac Rudnik.
La estrategia para frenar la inflación en el acuerdo del gobierno con el FMI.
En enero los alimentos de la canasta básica subieron 5,76%.
Ni los nuevos acuerdos de precios, ni la negociación con el FMI detienen la escalada inflacionaria, mientras en los barrios populares se agudizan las dificultades para acceder a una alimentación adecuada y saludable.
El mismo viernes 28 de enero por la mañana en el marco del primer anuncio de Martín Guzmán sobre el acuerdo –o primer entendimiento- entre el gobierno y el FMI para la refinanciación de la deuda de la Argentina con ese organismo, el Ministro expuso (y en los días posteriores reiteró) entre otras cosas: “…que se ha alcanzado un acuerdo en el marco conceptual para atacar el problema inflacionario…el acuerdo anterior consideró que la inflación era un fenómeno puramente monetario y que la forma de atacarla era, básicamente, congelando la emisión, congelando la base monetaria…aquí, lo que se plantea es que para atacar a la inflación hay que entender que es un fenómeno que tiene múltiples causas. Y que hay atacar todas ellas de forma concurrente…”
La primera causa –dice Guzman-se refiere a “la escructura productiva” que nos mantiene dentro de un equema de producción y exportaciones “poco diversificado y con poco valor agregado” y sigue explicando: “…lo que la Argentina necesita, en primer lugar para dejar atrás la inflación es ir cambiando su perfil productivo y poder tener una canasta exportadora diferente con el valor de las exportaciones y las cantidades exportadas creciendo para que en la Argentina no haya problemas de falta de dólares…”
Más allá que el diagnóstico sea adecuado, y reiterado hasta el cansancio por economistas de diversa orientación, este cambio estructural que no fue encarado ni por este gobierno ni por los que le precedieron, requeriría unos cuantos años. ¿En el marco de una inflación que escala sin freno qué hacemos mientras tanto?
La segunda causa, acuerdan Guzmán y el FMI, se refiere –nuevamente- a la emisión monetaria, que habrá que disminuirla. Sin aportar demasiados datos de cuan excesiva ha sido en los últimos dos años teniendo en cuenta las condiciones que impuso la pandemia, el entendimiento con el FMI aplica un riguroso cronograma de restricciones que limitarán las posibilidades del gasto público. Entonces, ¿si los cambios estructurales son de mediano y largo aliento, la reducción de la emisión monetaria y el déficit fiscal vuelven a ser el la herramienta principal?
La tercera causa que encontraron el gobierno y el staff del FMI en “una construcción que duró dos años, buscando pasar de la página vieja en la visión de como atacar la inflación sólo mediante la reducción de la emisión” es que “hay un problema de expectativas en una sociedad que ha tenido que convivir por tanto tiempo con problemas inflacionarios…por eso es tan importante que se puedan alcanzar acuerdos de precios que funcionen como un ancla más, para lo que se pueda hacer no se desactive por expectativas muy nerviosas…”
Los acuerdos de precios son una herramienta que acompañaron los procesos inflacionarios que nos asolan ininterrumpidamente desde hace mas de una década. En ningún caso tuvieron un efecto real y nada indica que ahora si lo tendrían. Pero veamos como arrancó el último acuerdo anunciado a principios de año, pocos días antes del entendimiento con el FMI informado el viernes 28.
Los precios en el primer mes de 2022
Como sucedió en octubre pasado la Secretaría de Comercio incluyó alrededor de 1.300 productos de diversa característica. En aquél momento lo anunció como imposición a las empresas habida cuenta que en años anteriores se habían notificado como acuerdos negociados y no habían tenido efectos reales. Pero como la “imposición” comunicada por decreto oficial tampoco resultó, ya que la inflación del último trimestre de 2021 lejos estuvo de frenarse, ahora volvió a la metodología del “acuerdo negociado empresa por empresa”.
Según el relevamiento de los 57 productos de la Canasta Básica de Alimentos (CBA), que realizamos mensulamente en 600 comercios de cercanía de 20 distritos del conurbano bonaerense. En enero los precios de los alimentos aumentaron en promedio 5,76%.
Así una familia de dos adultos/as y dos hijos/as pequeños/as en el primer mes del año necesitó $33,685.25, para cubrir sus alimentos indispensables durante todo el mes; mientras que para agregarle la adquisición de otros productos indispensables para vivir: como gastos de vivienda, transporte, vestimenta, salud, educación, etc., o sea los productos que componen la Canasta Básica Total (CBT), la misma familia necesitó en el mismo período $79,160.34.
Entre los alimentos los productos que más aumentaron se encuentran –probablemente influyeron fuertemente las alteraciones climáticas- las frutas y verduras que subieron 24.95%; mientras que los de almacén (incluidos en el listado del gobierno) se incrementaron 3.39%, seguidos por las carnes que esta vez “solo” aumentaron 1,10%.
Los precios cuidados no están en los negocios de los barrios
A pesar que el gobierno había afirmado que esta vez el listado incluiría productos frescos, nuevamente estuvieron ausente rubros como verduras y frutas, y las carnes, por lo que sólo fueron contemplados 30 productos de los 57 que integran la Canasta de Alimentos. Pero lo más significativo es que de los precios máximos incluidos en el listado oficial no están en los negocios de los barrios.
En un rápido chequeo de los precios de enero nos encontramos con que en la mayoría de los casos esos alimentos están -por lo menos- un 50% por encima de los valores oficiales.
Como se puede observar, sobre 27 productos seleccionados, salvo cinco productos (vinagre. Yogur, galletitas saladas, gaseosa y sal fina), todos los demás alimentos se encuentran en los barrios populares del conurbano bonaerense a valores mucho mas elevados que los que figuran como “precios cuidados” o “precios máximos” en los listados oficiales mencionados en el acuerdo con el FMI.
Nuevamente los acuerdos para contener los aumentos de precios están signados por dos características principales:
1) No se muestran efectivos, sólo basta ver el resultado de los incrementos en el rubro de productos de almacén que en enero tuvieron subas promedio superiores al 3%.
2) Los negocios de los barrios populares no están contemplados, y esto se refleja en las abismales diferencias de precios que encontramos allí con los listados oficiales.
Conclusión: Por un lado, la incorporación de la problemática inflacionaria a las negociaciones con el FMI no está generando ningún elemento diferente que genere expectativas positivas.
Isaac Rudnik
Director Nacional del ISEPCI