La comunicación es un derecho

Nota publicada en El Telégrafo

La comunicación es un derecho

Cecilia Merchán
Llegó a Quito para participar en el “II Diálogo ciudadano por una ley de comunicación democrática: El Rol de los Trabajadores de Prensa”.

Es licenciada en Comunicación Social, y directora de cine y televisión.
Diputada nacional de la República de Argentina por la provincia de Córdoba desde 2007.
Activista de la Coalición para una Radiodifusión Democrática.

Ha sido Directora de la revista Cultural La Fragua; Editora de la revista Pasado y Presente, y Redactora de diversos medios de comunicación.
Presidenta del Bloque “Libres del Sur”.

La diputada argentina participó en la creación de la Ley de Medios Audiovisuales de ese país

Pese a que el debate sobre comunicación, a nivel teórico, puede resultar extenso y bastante amplio, aquello que en principio puede aparecer como una serie de incomprensibles e impopulares devaneos intelectuales; toma forma cuando el tema trasciende a la opinión pública, y se convierte en elemento de acción de colectivos y de la ciudadanía. En la práctica, esto fue lo que en octubre pasado, en Argentina, se cristalizó a través de la aprobación de la Ley de Comunicación Audiovisual, luego de que el tema fuera planteado hace cinco años por la “Coalición para una Radiodifusión Democrática”.

Cecilia Merchán, comunicadora social y diputada nacional de la República Argentina, quien estuvo de visita en Quito hace poco, participó en el proceso de manera activa. Para ella, lo importante en la construcción de una ley de comunicación debe sustentarse en pilares tales como: “Fortalecer a los medios públicos” y “entender que el periodismo no es negocio”.

Hábleme sobre la experiencia de la ley de medios en su país.
Nosotros iniciamos un debate muy importante en Argentina hace 5 años. Más o menos desde el año 83 ya se discutía sobre la necesidad de cambiar la Ley de Comunicación, porque la que teníamos era la que nos quedó de la dictadura. Pero hace 5 años logramos unificar a más de 280 organizaciones sociales del país, en lo que se llamó la “Coalición para una Radiodifusión Democrática”. Esto dio inicio a un debate más profundo alrededor del tema de la comunicación. Lo interesante fue que logramos unificar a organizaciones muy diversas entre las que se incluyeron: la totalidad de los gremios de trabajadores de prensa, la totalidad de las universidades nacionales, la totalidad de organismos de Derechos Humanos; cada una de ellas con sus diferencias entre sí, pero entre todos pudimos ponernos de acuerdo en los 21 puntos por una radiodifusión democrática.

¿Podría enumerar algunos de esos puntos?
El primero de ellos, era entender a la comunicación no como una mercancía, sino como un derecho de la ciudadanía. Otro era lograr que las licencias se dividieron en tres: 33% para los medios comerciales -que son casi la totalidad de los que existe en Argentina-; 33% para medios públicos, tanto nacionales como provinciales y municipales; y el resto para medios de organizaciones de la sociedad, que incluye iglesias, comunidades, organizaciones de Derechos Humanos, gremios, etcétera. Por otro lado, entendíamos la necesidad de fortalecer a los medios públicos, como públicos.

¿Cómo se hizo efectivo esto una vez que se elevó al Congreso?
Desde que ingresé al Congreso de la Nación, hace un poco más de dos años, empezamos a dar la pelea también dentro del Parlamento, que era algo que antes no había ocurrido con esa fuerza. Pero dábamos la pelea desde la Coalición para una Radiodifusión Democrática. No lo hacíamos ni desde el Gobierno, ni desde un sector del Congreso; a tal punto que al final, la totalidad de la ley incluyó, no solo estos 21 puntos, sino varias de las propuestas que surgieron de las organizaciones sociales que fueron parte del debate.

¿A base de esta experiencia, qué tan importante es que la ciudadanía se apropie del debate sobre la comunicación?
Yo pienso que es muy importante la organización en todos los sentidos. Si se va a defender una medida que está en contra de los monopolios, y no estamos organizados como ciudadanos, difícilmente vamos a ganar esa pelea. Sin debate, una ley de estas características difícilmente llega a un buen puerto; resulta muy complejo, porque además las presiones que se sufre al interior de las cámaras de diputados son enormes. Presiones ejercidas por los monopolios.

“Lo primero que debe garantizar un medio público es el acceso a la información de todos los ciudadanos del país”

¿Qué implica para el trabajo del periodista, el asumir a la comunicación como un derecho ciudadano y no como una mercancía?
Muchísimas cosas. Nosotros tuvimos varias discusiones, porque los “periodistas estrella” en Argentina (supongo que acá se deben repetir), decían que esto se iba a ir en contra de la libertad de prensa. En realidad, nuestro proyecto, que terminó siendo una ley, incorpora elementos que facilitan que el trabajo del periodismo se enriquezca. Por ejemplo, posibilitando la creación de medios públicos a nivel local, lo cual amplía el espectro de trabajo de los periodistas. Después, por supuesto, que planteamos a los medios públicos, de manera que no sean propagandísticos del Gobierno. Eso también mejora las condiciones de los trabajadores de prensa.

En ese sentido, ¿cómo se define un medio público?
Lo primero que debe garantizar un medio público es el acceso a la información de todos los ciudadanos en todo el país; del 100% de habitantes. Otra cosa fundamental en los medios públicos es que al no estar regidos por las lógicas comerciales, pueden tener los elementos que, en teoría, no venden.

¿Como cuáles?
Por ejemplo, lo que ocurre con las minorías; que sea una expresión múltiple; que pueda, efectivamente acceder a distintas miradas, y expresar esas distintas miradas.

¿Pero abordar el periodismo desde estas temáticas, no le podría representar pérdidas económicas al medio, aun cuando sea público?
Lo que pasa es que a un medio público no hay que verlo como un espacio de financiamiento del Estado, sino como una inversión del Estado. Los medios públicos tienen que ser una inversión en función de garantizar la premisa básica de que la comunicación es un derecho; tanto en el sentido del acceso a la información, como el derecho a poder publicar lo que la gente hace.

¿Qué implica esto último?
Las organizaciones de la sociedad, las minorías, difícilmente tienen acceso a las grandes radios o a los grandes periódicos, porque a los medios comerciales no les interesa tratar esos temas a fondo. Por eso es que se tiene que hacer un gran esfuerzo para no confundir lo que es un medio público de un medio propagandístico.

¿Cómo, a través de una ley, se puede evitar que los medios públicos no se conviertan en panfletos del Gobierno?
La ley, en Argentina plantea varias cosas. Por un lado, está la diversificación de los medios públicos. Es decir, que existan medios provinciales, municipales, regionales; para que los medios públicos no queden concentrados en un solo sector del Estado. Que no sean solo competencia del Ejecutivo; que pueda haber medios también del poder Legislativo, del Judicial, es decir, que sea un espacio múltiple. Por otro lado, el cómo se plantea la autoridad dentro de un medio público. Es decir, que sea una autoridad colegiada, que incorpore la visión ciudadana, la visión de las universidades. Pero esto también tiene que ver con el desarrollo del debate a nivel social, y cuál es la participación de la sociedad en torno a los medios públicos; qué somos capaces, como ciudadanos, de exigir en esa dirección.

Para un medio público, ¿existe un punto de equilibrio entre el negocio y el servicio?
Mira, el periodismo no es un negocio. El periodismo es un trabajo. Son dos cosas muy diferentes. Por supuesto que hay periodistas que opinan lo contrario. En Argentina existen periodistas que son, en sí mismos, grandes empresarios. Son estos “periodistas estrella” de los que hablaba antes. Pero eso no es lo que nosotros entendemos como periodismo, como profesión, como identidad, como búsqueda de la verdad.

En una empresa existen regulaciones que incluyen el no revelar información estratégica. Cuando se trata de un medio público, ¿qué tan ético es que se exija este tipo de silencio?
Las empresas comerciales tienen una lógica donde la ética es diferente. No creo que esté bien, pero hay una lógica empresarial a la que no le interesa la opinión de los periodistas, sino cuánto venden. En el caso de los medios públicos, la cuestión es otra. Allí se debe garantizar que todas las voces puedan expresarse, que estén todas las variables de opinión que hay respecto a cualquier tema y esto debe ser respetado.


Javier López Narváez

[email protected]
Reportero

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