La ciudad de la marihuana libre
Denver, la ciudad de la marihuana libre
EE.UU.Una periodista de Viva recorrió Denver, Colorado, el primer lugar de Estados Unidos donde el consumo recreativo de la marihuana es legal. Hay cerca de 100 locales de venta y cultivo, lejos de las escuelas y de los centros de rehabilitación de adictos. Ofrecen cigarrillos, pero también brownies, cereales y sales relajantes. Un debate que se reaviva en Argentina.
Publicado en: http://www.clarin.com/mundo/Denver-Estados-Unidos-ciudad-marihuana-libre_0_1231077129.html
- Paula Lugones
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Washington. Corresponsal
El hombre -barriga profusa, pelo cano disimulado bajo una bandana- lleva un pantalón de cuero con tachas explosivas y un chaleco con un águila bordada. Monta una poderosa Harley Davidson que baja la velocidad, cubierta de polvo. Apretada a su espalda viaja una mujer, también de pelo blanco, anteojos oscuros y enfundada en negro. Se nota que vienen de lejos. Descienden de su motocicleta retro en el estacionamiento de un negocio, que a esa hora del mediodía transpira humedad. Al ingresar muestran sus documentos al guardia y pasan al interior de la tienda, donde el protagonista es un aroma dulzón, en un ambiente cool, relajado. La pareja, que parece salida de una road movie de los '70, se enfrenta a una experiencia nueva, pionera, en el corazón de los Estados Unidos.
Olvídese de todo lo que ha visto -o alguien le ha contado- sobre la marihuana. Eso de andar armando a escondidas cigarrillos de hierba con papel que sería blasfemo en cualquier biblia no va más en este rincón norteamericano. Comprar cualquier yuyo ilegalmente en un lugar oscuro, tampoco. Ahora, la última tecnología del consumo de cannabis viene de la mano de vendedores especializados que ofrecen vaporizadores, jabones, cremas para el cuerpo, sales de baño, cigarros electrónicos, chupetines, chocolates, bebidas, cereales, galletitas y hasta sopa de pollo. Todo embebido en marihuana. Y todo legal, a plena luz, en negocios establecidos donde venden productos y cultivan miles y miles de plantas.
Bienvenidos a Denver, Colorado, el primer lugar en Estados Unidos donde el consumo recreativo de la marihuana es libre. Desde el 1 de enero, en este estado del medio-oeste del país cualquier persona mayor de 21 años puede comprar cannabis, en diversos tipos de presentación, y llevárselo para consumir en su casa. Es una experiencia piloto, junto con el estado de Washington (al noroeste, con menos población), que el mundo mira con atención. Sobre todo cuando el debate por la despenalización del consumo de la marihuana está cada vez más caliente en el planeta y muy cerca de la Argentina, en Uruguay, que aprobó una apertura parecida.
A más de nueve meses de la legalización en Colorado, Viva viajó a Denver, su capital, para ver cuáles son los beneficios y los problemas de esta iniciativa.
La ley se votó en Colorado después de un largo debate en la sociedad que finalizó con un referéndum, en donde el "sí" a la legalización ganó por 55% a 45%. Es algo extraño que una iniciativa así haya surgido en este estado, rodeado de montañas que albergan sofisticados centros de esquí como Aspen, y donde el cielo es siempre azul. Aquí hay muchos enclaves conservadores (como Colorado Springs) entre otros muy liberales (como Denver o Boulder). "Lo bonito de Colorado es que tenemos residentes que siempre están pensando en el futuro, que van un paso adelante y esta ley es un reflejo de eso", dice Paul López, concejal de Denver, en su oficina.
Un antecedente ayudó a la aprobación: la marihuana para consumo medicinal está legalizada desde hace 5 años en 20 estados, en los que se puede comprar cannabis para calmar distintos dolores con un permiso médico especial.
Pero comprar para divertirse o relajarse es otra cosa, sobre todo cuando hay organizaciones que predican que su consumo daña la salud. Una investigación reciente que publicó la revista científica The New England Journal of Medicine sostiene que fumar marihuana altera las funciones cognitivas y aumenta el riesgo de convertir al consumidor en adicto. Y que el peligro es mayor en los adolescentes, ya que el consumo diario puede provocarles daños en las funciones cerebrales y afectar sus capacidades intelectuales futuras.
El argumento por el cual ganó el "sí" es que el consumo de la marihuana es equiparable al del alcohol: es una sustancia cuyo uso debe ser regulado y su abuso trae problemas. Entonces, sostiene López, se debe educar a la gente para un consumo responsable, controlar la producción y recaudar impuestos.
Según la Enmienda 64, cualquier residente adulto de Colorado (o turista que llegue de visita) puede comprar por vez hasta 28 gramos de marihuana, que alcanzan para armar unos 25 cigarrillos y cuestan, en promedio, 200 dólares.
No se puede consumir marihuana en la calle, sino en lugares privados. Tampoco se puede manejar después de haberla ingerido: hay controles de tránsito cada vez más estrictos.
Se puede comprar cannabis en cualquier local habilitado para el cultivo de plantas y venta, que están ubicados en barrios específicos, lejos de escuelas o centros de rehabilitación. Solo en Denver hay cerca de 100 y hay varios más con licencias en trámite. Si uno quiere cultivar plantas en su casa, también puede: se admiten hasta 5 ejemplares por persona. Sin embargo, hay un límite. En cualquier empresa o empleo público, los empleadores tienen derecho a someter a sus trabajadores a un test de drogas y si da positivo por marihuana pueden despedirlo por justa causa.
La tienda donde ingresó la pareja de motoqueros se llama 3-D Cannabis Center. Está ubicada en el boulevard Brighton de Denver y se hizo famosa porque allí, el 1 de enero de este año, se concretó la primera venta de marihuana para uso recreativo en Estados Unidos.
Cheyenne Fox, de 21 años, es hija de la dueña del negocio y una de las administradoras del local. Cuenta que la primera dosis se la vendieron a un veterano de guerra, que donó la simbólica flor de hierba a un museo. "Fue una experiencia hermosa, surrealista. Había mucha gente y fue conmovedor, lloré todo el día", recuerda Cheyenne, que habla a mil por hora y se mueve con presteza entre frascos, inhaladores, hierbas y cigarros. Recuerda que la gente soportó hasta 6 horas de cola bajo la nieve para darse el gusto de comprar algo ese día histórico, bajo el amparo de la ley.
Para entrar a 3D Cannabis se necesita el permiso de un señor que da miedo. Inmenso, con barba rojiza, Kurt Britz lleva una pistola en la cintura y es el encargado de controlar que los que ingresen tengan más de 21. El perfil del consumidor sorprende. Hay algunos jovencitos, pero abundan los de pelo gris. "Abuelos y abuelas. Tienen tiempo y bolsillos gigantes", hace un guiño Britz.
Una vez adentro, la gente puede ingresar al sector de ventas o dirigirse a los invernaderos, donde están a la vista cerca de 3.500 plantas de todos los tamaños, sometidas a intervalos de luz y oscuridad para activar la floración, cada una de ellas etiquetada con un código de barras, que permite que el Estado la supervise desde que es una semilla hasta que se consume, explica Cheyenne.
En el salón de ventas, jóvenes expertos -que han recibido una licencia oficial especial- pueden aconsejar al cliente sobre qué tipo de marihuana consumir, las ventajas y desventajas de cada variedad ("indica es más relajante, sativa es más estimulante") y la dosis, según sea un consumidor habitual u ocasional. También sugieren de qué manera consumirla. Y allí comienza la sorpresa, porque la variedad es insospechada. Por supuesto que venden el típico cigarrillo ya armado, a 10 dólares, pero también existen otras opciones más sofisticadas.
Hay, por ejemplo, un cigarrillo electrónico que tiene adentro un pequeño calentador donde se introduce una mínima cantidad de concentrado de cannabis (con consistencia gelatinosa), luego se aprieta un botón y entonces es posible pitar el humo. Otros, similares a una lapicera, que pueden llevarse en cualquier bolsillo o cartera, tienen el mismo mecanismo, pero el vapor se inhala por la nariz. Dicen que estos sistemas, que cuestan entre 70 y 90 dólares, son más "sanos" que el cigarrillo tradicional porque se evita aspirar el papel quemado y la combustión de la hierba.
Hay una amplia variedad de pipas de vidrio y elementos novedosos, como crema para el cuerpo y para aliviar dolores musculares, o sales de baño para un buen relax.
El otro sector fuerte son los comestibles. En la tienda Ganja Gourmet, en la avenida South Broadway, hay un amplio stock de los alimentos más insólitos fabricados con marihuana. Con las paredes decoradas con motivos psicodélicos y con una Gioconda que mira irónica con un cigarrillo de hierba entre sus labios, este negocio comenzó vendiendo productos medicinales pero ahora está ampliándose hacia el rubro recreativo. Uno de los dueños, Thomas Behler, muestra un amplio surtido de productos: brownies, galletitas de chocolate, manteca, saquitos de té, azúcar, cereales para el desayuno como granola, leche, diferentes tipos de chocolates, caramelos, chupetines, bebidas cola, aceite de oliva, sopa de pollo... un verdadero supermercado embebido en TSH, el componente químico del cannabis.
Entusiasmado por la expansión del negocio, otro de los dueños, Steve Horwitz, cuenta que comenzarán a elaborar comidas con marihuana, como pizzas, fideos, lasagnas, spaghettis carbonara, tamales y cheescakes con frutilla. Y que sueña con hacer entregas a domicilio.
Es que la legalización ha sido un negocio redondo para muchos. El dispensario 3D, por ejemplo, recibe unos 300 clientes por día, con ventas por 10 mil dólares en una jornada. Como es una actividad que paga impuestos -del estado y la ciudad- que orillan el 35%, ahora hay más dinero para invertir en salud, educación y obras públicas, opinan los expertos.
"Este programa de Colorado ha sido un éxito. Hemos visto un número récord de turistas, de ventas inmobiliarias, de aumento en la recaudación impositiva y de nuevos trabajos", aseguró Mike Elliot, director de Marihuana Industry Group. En los primeros 4 meses del año se vendió marihuana por un valor de 31 millones de dólares, por lo que los dispensarios pagaron al fisco estatal y municipal más de 11 millones. En Denver se anunció que se destinarán 3,5 millones a seguridad, inspectores y educación.
Tanto dinero genera la nueva industria que ha surgido un problema inesperado: como los bancos están regidos por leyes federales, no pueden recibir el dinero de los negocios de marihuana, porque para ellos proviene de un circuito "ilegal". Es así que en los dispensarios de Colorado no se puede pagar con tarjeta de crédito y los dueños no pueden depositar el dinero en una cuenta. Hablando en criollo: no saben qué hacer con la plata. Se estima que este inconveniente pronto quedará resuelto.
Otra de las preocupaciones era si la legalización iba a aumentar la inseguridad. El concejal López señala que "esta ley ha beneficiado mucho a la ciudad porque la policía se puede enfocar en delitos reales y nosotros en la calidad y la regulación del producto en lugar de tenerlo en la calle sin saber de dónde viene". De hecho, aún no hay cifras oficiales porque el tema es muy reciente, pero los funcionarios consultados por Viva coinciden en que los delitos en Denver han bajado, o al menos se mantienen igual, y el mercado negro de drogas ha disminuido notablemente.
Ron Kammerzell es el vicedirector del Colorado Marihuana Enforcement Division, el organismo que hace cumplir la ley a rajatabla. "El balance es bueno. Tenemos desafíos, pero lo más importante es ser flexible, adaptarnos y hacer cambios", señala. Luego explica que uno de los principales problemas que enfrentaron fue el del etiquetado de los productos comestibles.
"Hay gente nueva que se incorpora al mercado que no conoce el efecto de la marihuana sobre su organismo", dice Kammerzell. Es conocido aquí el caso de la famosa periodista de The New York Times, Maureen Dowd, quien cuando fue a hacer una nota sobre el tema a Denver se encerró en la habitación de su hotel y comenzó a comer un chocolate con marihuana. Como no le hacía efecto inmediatamente, se lo comió todo y casi termina en el hospital, descompuesta y con alucinaciones, por haber consumido en exceso. El problema fue que la etiqueta no establecía claramente que hay que probar un bocado y luego esperar el efecto, que no es inmediato, y no comer todo de golpe.
Pese a el "accidente" de su columnista estrella, que contó los detalles en las páginas del diario, el Times apoyó recientemente en un editorial la legalización de la marihuana en todo el país.
Otro riesgo es que los productos, que parecen inofensivos y pueden incluso ser caramelos o chupetines, queden al alcance de los niños. Aunque no se han reportado accidentes graves, el ente regulador está trabajando para que las etiquetas de los comestibles adviertan más claramente que contienen cannabis y también para que sea más difícil abrir el envoltorio.
Además, tanto la ciudad como el estado usan el dinero recaudado por la venta de marihuana para la educación de los niños sobre el tema. "Le enseñamos que esto es una droga, una sustancia que puede ser abusada, como el alcohol", dice el concejal López.
La pareja de motoqueros se va del negocio, luego de comprar cigarrillos de hierba, un chocolate y un inhalador, "para innovar", por casi 120 dólares.
A pocas cuadras de allí, Phill Lucero, de 67 años, corredor de seguros, llega con su esposa a otra tienda y examina por un buen rato los productos que le recomienda el vendedor. Es la primera vez que va. "Fumé marihuana en los años '60, pero esto es genial, esto es diferente", sonríe. Y se lleva una crema y unas píldoras por 35 dólares.
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