La bomba de gas pimienta nos quemó a todos
La bomba de gas pimienta nos quemó a todos
Varias semanas de ansiedad, intensamente compartida con mis hijos, desde que supimos que teníamos por delante tres partidos seguidos con Boca, dos de los cuales definían si seguíamos en la Libertadores. Las dos horas de cada uno de los partidos sentados frente al televisor de casa, insultando al árbitro, a los jugadores de Ríver que pierden la pelota o dan el pase horrible, o se la pierden ahí. A los de Boca porque son unos llorones. Peleando entre nosotros, porque no entendés nada, porque lo quemaste, porque no es lo que decís, porque rompiste la cábala. Me amargo porque hace dos o tres días vi las semifinales de la liga europea donde juegan nuestros mejores jugadores salidos de Ríver y Boca y hacen jugadas maravillosas, y ahora tengo que ver a estos partidos que son muy aburridos. Masticamos la bronca cuando nos ganaron el primero con dos goles en los últimos cinco minutos. Nos hizo a acordar al bajón, que todavía no pudimos superar del todo, por la final perdida con los alemanes el año pasado con un gol siete minutos antes de terminar el partido.
Saltamos de alegría el jueves siguiente con el gol de penal (cuando Carlos Sánchez corrió para patearlo no lo podíamos ver y nos tapamos los ojos mirando entre los dedos) que nos dio el triunfo, y nos dejó en ventaja para el partido de vuelta en la cancha de Boca. Pasamos toda la semana adivinando que equipo iba a poner Gallardo una semana después en el partido que definía quien de los dos pasaba a los cuartos. Todas las mañanas, antes de llevarlos al colegio, estuvimos buceando en los programas deportivos las novedades. Cada día más nerviosos, cada día más ansiosos. Deseando que llegara el día y pasara de una vez por todas. Con algunos amigos de Boca con los que compartimos muchas horas de trabajo y siempre nos cargamos, curiosamente esta vez no hablamos del tema. Llegó el jueves 14 y a las nueve de la noche, con toda la familia estábamos atornillados cada uno a su silla en el lugar de siempre. Pasó el primer tiempo de un partido, que no era aburrido solo para los hinchas de Boca y Ríver. Una oportunidad de gol para cada uno y lo demás rebotes en el medio. Los de Ríver nos fuimos al descanso con un tiempo ganado y los de Boca con el mismo perdido, y nada más. Pero el fútbol es así. A veces es lo más, y otras lo menos. Pero si juega tu equipo no podés dejar de verlo, de estar.
Y a la vuelta el gas pimienta a los jugadores de Ríver. Desde ahí, a medida que pasaban los minutos todo se fue mezclando y enredando en un mar de confusiones. Lo peor es cuando los hijos te miran preguntando que pasa y no sabés que decir. Porque más o menos sabés, pero no podés encontrar una manera de explicarlo que no rompa el amor por el fútbol, por la camiseta, por la pasión por Ríver. Me pasó cuando a Diego le descubrieron el dóping en el mundial de 1994, y los hijos más grandes –que eran chicos de nueve y diez- me preguntaban qué era el dóping. Cómo explicarles lo de Diego que igual siempre seguiría siendo nuestro Diego.
Nos fuimos a dormir con la horrible sensación de que nos habían robado algo importante. Las explicaciones no son muy difíciles de encontrar, anoche se cayeron muchos disfraces. Si unos hicieron funcionar un avioncito a control remoto (ahora le dicen dron), otros tenían bengalas y gas pimienta alguien los dejó entrar: policías, dirigentes, funcionarios. Si una hora después de suspendido el partido, los jugadores no se podían retirar del campo porque un grupo de barras no los dejaban pasar y la policía no los podía desalojar, es que son tan o más poderosos que los jueces, los dirigentes y la propia policía, o son amigos de ellos. Por si faltaba alguna muestra en este momento aparece otro botón: está inspeccionando la cancha el fiscal general de la Ciudad, que es padrino del hijo del presidente de Boca. Otra de las tantas cosas que en estos años empeoraron ostensiblemente.
Es viernes a la tarde, sigo sin poder sacarme el tema de encima. Dicen que le van a dar el partido por ganado a Ríver. En todos los días anteriores a estos partidos pensé y dije varias veces, que lo único que importaba para River era dejar afuera de la Libertadores a Boca. Ahora, cuando parece que esto va a suceder, no siento ninguna alegría. No está bueno que sea como consecuencia de lo que vimos anoche.
Y por otro lado, me siento bien de poder decirles a mis hijos que no estoy contento, que al contrario estoy muy embolado. Que sigo siendo el mismo hincha de Ríver de siempre, pero que el gas pimienta nos quemó a todos.
Isaac Yuyo Rudnik
Sin Comentarios
Sólo <a href="http://libresdelsur.org.ar/wp-login.php?redirect_to=http%3A%2F%2Flibresdelsur.org.ar%2Fnoticias%2Fla-bomba-de-gas-pimienta-nos-quemo-todos%2F"> usuarios registrados </a> pueden comentar
Sé el primero en comentar este artículo
Escribir un comentario