La recuperación de la derecha durante el kirchnerismo
El camino de recuperación de la derecha durante el kirchnerismo
En la recta final de este controvertido proceso electoral en camino a la votación de las presidenciales de octubre, en las que se juega la continuidad del modelo kirchnerista, es interesante retomar algunos elementos del debate con nuestro compañero Horacio González, a la luz de algunas manifestaciones recientes que se desarrollan dentro de los mismos ejes sobre los que vinimos polemizando en los últimos años. Ante todo debo volver a valorar enormemente la esforzada dedicación que le ha puesto a cada una de las respuestas que nos ha dedicado, en un contexto en el que en ningún momento perdemos de vista la envergadura de quien es: un intelectual extendidamente reconocido por propios y ajenos, del que hemos aprendido y aprendemos mucho, profundamente comprometido con los intereses populares.
Aunque el objetivo principal de este nuevo capítulo –como en los anteriores- es tratar sobre los hechos concretos de la realidad política concreta, retomando algunos elementos de tu última carta, quiero aclarar la ubicación de nuestro pensamiento.
En tu respuesta de noviembre del año pasado, aclarando vuestro marco de pensamiento nos decís “Somos hijos de la phrónesis, virtud antigua si las hay, pero no olvidamos las tempestades. Y también del modo en que viejas creencias arquetípicas se diluyen en los pliegues últimos de la cultura social de un país. Eso establece diferencias que no impiden ver el conjunto de las tensiones históricas de una época, y al contrario, lo facilitan bastante.” Nosotros también nos consideramos hijos de la Phrónesis, no sólo en su significado más estricto que se refiere a la prudencia, sino fundamentalmente en el que remite a la proporción en la conformación de nuestras ideas, entre los conceptos teóricos y los que surgen del aprendizaje de las prácticas concretas. El tiempo histórico que vivimos nos obliga a buscar respuestas mucho más en las experiencias, que en las explicaciones generales cerradas que nos ofrecen sistemas filosóficos que en décadas pasadas considerábamos incuestionables. Tenemos la obligación de superar todo atisbo de pensamiento único –la imposición del pensamiento único no fue un invento del neoliberalismo triunfante de los noventa, lo sobrellevamos en el campo de la izquierda internacional durante la mayor parte del siglo XX- como así también impedir todo intento de eludir cuestionamientos y autocuestionamientos, sobre la base de autodefiniciones de istas o de ismos, con las que se pretenda poner límites a las insoslayables revisiones teóricas e históricas que necesitamos. Si vos recorrés Horacio, las cartas anteriores, no hay en ellas ni una sola mención a modelos a los que debiéramos ajustarnos, o tributación a herramientas teóricas acabadas, que aplicadas a tal o cual situación, pudieran demostrar la incorrección de una u otra orientación política. Sí hay, referencias históricas a conductas que creemos que afectaron la marcha de los procesos en los que se desarrollaron los movimientos nacionales durante el siglo pasado, intentando sacar enseñanzas que hoy nos permitan esquivar obstáculos con los que tropezaron ya en aquellos momentos, y que no son muy diferentes, a los que continúan interponiéndose entre nosotros y el logro de las condiciones básicas para la construcción de una sociedad justa, democrática y soberana.
Nosotros fuimos protagonistas de la primera parte del proyecto kirchnerista y en esos iniciales cuatro años, constructores de un modelo que siempre fue imperfecto, inconcluso, edificado con una parte los ladrillos viejos que quedaron de lo que se hundió en las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. Esto inevitablemente significaba que había puentes y vasos comunicantes con aquello años infames, que estaban presentes olores, sabores, formas y texturas del noventismo, que teníamos entre nosotros múltiples quintas columnas falsamente reconvertidas. Nada de esto figuraba en los papeles previos en los que habíamos sintetizado nuestras principales ideas sobre el camino que debíamos recorrer para llegar al futuro. Sin embargo allá fuimos, impulsados por una concepción que rechaza la pretensión de que hay que ajustarse a modelos armados en base a coordenadas predeterminadas, que cruzadas en puntos establecidos, le daría el piné adecuado para conducirnos por el camino que queremos, y que entonces salirse de ese encuadre, fatalmente implica desviarse e ir en otra dirección. No estamos atados a “viejas creencias arquetípicas” aunque nos esforcemos todos los días por ser dignos herederos de muchas de sus mejores tradiciones y valores. Pero una cosa es reconocerse orgulloso alumno de una o varias corrientes de pensamiento que en momentos concretos de nuestra historia fueron partícipes de las luchas populares, y otra muy distinta, es interpolar, cortar y pegar frases, copiar lenguajes, y hasta jergas y modismos, que seguramente reflejaban comportamientos y situaciones irrepetibles. No está bueno estar permanentemente hablando y escribiendo en “bolchevismo” o “leninismo”, como tampoco en “jauretchismo” o “guevarismo”. De esa forma no recuperamos a los mentores y protagonistas de esas etapas, sino que los caricaturizamos, y degradamos nuestras interpretaciones.
Los hechos concretos
Con la misma concepción -que busca sintetizar el aporte de herramientas teóricas que no dejamos de confrontar con las prácticas cotidianas, con el estudio de la historia reciente de las luchas populares, y la meticulosa observación de los hechos actuales- que nos llevó a entender que no sólo era válido sino indispensable, ser parte del proceso que se abrió en el 2003, es que en 2008/ 2009 analizamos ineludible apartarnos del kirchnerismo, si manteníamos la voluntad de construir las herramientas políticas imprescindibles para disputar por alcanzar el objetivo de una Patria Justa, Libre y Democrática.
En enero de 2009 decíamos: “Sobrevuelan sobre nuestras cabezas negros fantasmas de los mismos errores cometidos en el pasado por las distintas conducciones del Movimiento Nacional. No queremos ni podemos cerrar los ojos ante algunas situaciones que día a día nos siguen sorprendiendo. A la táctica -histórica y reiteradamente fracasada- de incorporar por derecha para impedir que ésta se una y rearme, ahora se le agrega la aparición en lugares fundamentales del gobierno de Cristina, de una camada de jóvenes exitosos provenientes de la UCD de Alvaro Alsogaray. Después de seis años de gobierno, la cría menemista no está solo presente a través de algunos gobernadores -entre ellos el de la Provincia de Buenos Aires- y muchos intendentes del decisivo conurbano, sino también en el riñón de la propia administración nacional. Si es poco creíble pensar que esto puede ser controlado por la habilidad de los conductores y no tiene influencia alguna en la gestión gubernamental, lo que es seguro es que estos hechos deterioran la credibilidad y producen desesperanza en la base de apoyo. Durante el conflicto por la resolución 125 no nos fue fácil convencer a la sociedad que el producto de las retenciones tenía como fin mejorar las condiciones de los más pobres. El gobierno no va recuperar la credibilidad perdida con Aldo Rico en el conurbano, o alentando la figura de Reutemann como posible sucesor de Cristina en el 2011”. Aldo Rico ha vuelto recientemente a las filas de Duhalde, sin embargo tenemos al propio Carlos Menem apoyando públicamente a Cristina para las próximas presidenciales. Al reutemismo incorporando sus candidatos en los primeros lugares de las filas kirchneristas en las provinciales de Santa Fe, pero jugando abiertamente para que su candidato a gobernador pierda pasándole los votos a la derecha macrista. Al actual gobernador de Córdoba y al candidato del PJ a sucederlo, Schiaretti y De la Sota, largamente cortejados por el gobierno nacional, hoy disputándole por derecha a Cristina. Una seguidilla de reveses electorales que partió de la primera vuelta de la elección de Ciudad Autónoma, siguió en Santa Fe, y seguramente continuará en la segunda vuelta de Ciudad Autónoma para culminar en las provinciales de Córdoba, son un mal preludio para las primarias del 14 de agosto. Independientemente de cual será el resultado en esa oportunidad –todo indica que se producirá un triunfo de la Presidenta- en todos las provincias los candidatos que ya ganaron o los que están en condiciones de hacerlo son todos –todos- personajes que claramente provienen de la derecha del PJ, o que como en el caso excepcional de Santiago del Estero llevan adelante una administración, que es continuidad del sistema patriarcal de los Juárez. Algunos de ellos como la sorprendente gobernadora de Catamarca que es parte del clan Saadi; otros como el próximo mandatario electo de Chubut, que ganó representando al peronismo federal enfrentado al gobierno nacional con el apoyo de Das Neves y Duhalde, y antes de asumir se convirtió en aliado de Cristina; en Tierra del Fuego la candidata kirchnerista Rosana Bertone proveniente del menemismo, famosa en su provincia por los reacomodos permanentes que le permiten mantener su banca de diputada nacional desde el año 2001. Tanto en Santa Fe como en Ciudad Autónoma los candidatos Rossi y Filmus que podrían acreditar trayectorias relativamente desvinculadas en los últimos años de lo peor de la derecha pejotista, llegaron a ser postulados después de una fuerte disputa con la propia Casa Rosada que no sólo proponía otros candidatos perfilados por derecha, sino que no fueron acompañados durante la campaña por la Presidenta, y ahora son acusados de ser responsables de sus respectivas derrotas. El de Santa Fe es un caso testigo digno de ser desmenuzado. Allí hubo unidad del PJ que supuestamente garantizaba hegemonía kirchnerista sobre la base la realización de internas que finalmente ganó Agustín Rossi. Los sectores reutemistas consiguieron una importante participación en las listas legislativas que fue utilizada para poner en línea una parte sustancial del aparato que conservan, con el macrista Del Sel. Años halagando a Reutemann para “ganarlo o neutralizarlo” y allí tienen un resultado brillante. La “renovación política” recorre las provincias de Cuyo de la mano de los Gioja y los Beder Herrera fieles representantes de la minería a cielo abierto, y el norte con los Infrán y los Fellner, asesinos de los pueblos originarios y de los movimientos sociales que luchan desesperadamente por un pedazo de tierra donde afincarse. El broche de oro del largo proceso que lleva ya ocho años de consolidación política de este modelo, vuelve a estar, como no puede ser de otra forma en nuestro país, en la Provincia de Buenos Aires. Allí, donde vive más de un tercio de la población argentina, es amo y señor Daniel Scioli. ¿Este personaje es muy distinto a Mauricio Macri? ¿Las políticas provinciales en salud, en educación, en seguridad que se llevaron adelante en Buenos Aires, son acaso muy diferentes a las de la Ciudad Autónoma? La liberación el extensas zonas para el narcotráfico, y la trata de personas, la connivencia delictual entre el poder político y la policía que banca y promueve la mano dura a los jóvenes pobres, marcharon en paralelo a uno y otro lado de la General Paz. Y por lo menos en la Provincia tampoco hubo ningún cambio sustancial desde la asunción de Nilda Garré.
Querido compañero, no estoy diciendo nada que no sea amplia y extendidamente conocido, que no esté en las crónicas de los diarios de todos los días. De los diarios opositores y también en las que publican los medios que defienden al gobierno. En alguno de éstos, de pronto arrecian denuncias sobre gobernadores que entran en alguna contradicción con la Casa Rosada, y son rápidamente acalladas cuando el conflicto termina en acuerdo. Todos estos tejes y manejes, entre políticos que un día se pelean acusándose de realizar actos de corrupción, de producir manejos antidemocráticos, o de sostener políticas antipopulares, y al siguiente se elogian y se abrazan, son parte de lo que llaman “política” todos estos personajes que no tienen diferencias de fondo entre ellos, porque defienden los mismos intereses que no son precisamente los de las mayorías.
¿De qué hablamos entonces cuando se menciona a la nueva política, a la convocatoria a la militancia, a la participación la juventud? ¿En qué hay que participar, que es lo que se puede y se debe cambiar mediante la participación y la militancia?
Pero quizás este modelo está retrasado en el terreno de las mutaciones políticas, pero ha avanzado en las transformaciones de las estructuras económicas, habiendo logrado profundizar el proceso de redistribución de la riqueza. En este aspecto hay una arista clave, que desde hace ya mas de cuatro años –la mitad de la gestión de este gobierno- continúa siendo un punto ciego a donde nadie puede ver, pero los cuarenta millones de argentinos sabemos, que tiene una envoltura trucha: el INDEC. Cuando empezaron las manipulaciones en 2007 dijeron que era necesario producir algunos retoques leves, transitorios, para impedir que los bonos de la deuda pública atados a la inflación –heredados de la gestión Lavagna- cobraran intereses desproporcionadamente altos. Pasó el tiempo y hoy los “leves retoques transitorios”, sostenidos en el tiempo, se convirtieron en una manipulación escandalosa, que cambia datos fundamentales que desnudan la permanencia de altos niveles de pobreza e indigencia, en el medio de un largo período de crecimiento –quizás el más largo de nuestra historia- de la economía argentina. La distribución de un ingreso nacional que creció en el orden del 50-60% en ocho años, no fue repartido mucho mas equitativamente que en el período anterior. La brecha entre los mas ricos y lo mas pobres lejos está de haberse achicado. Pero, como todo, esto tiene una explicación muy evidente. Nuestra economía sigue siendo tributaria de las exportaciones, sigue funcionando de espaldas a la Nación. Y esto es así porque los sectores productivos mas dinámicos que arrastran al conjunto de la economía, son la producción de granos –casi excluyentemente la soja-, la minería, y la industria automotriz, que funciona como armaduría en el marco de un gran taller regional montado por las multinacionales. El salario de los trabajadores en la etapa de sustitución de importaciones, era el principal elemento dinamizador porque de su poder de compra dependía que la producción nacional completara su ciclo. Para este modelo exportador el salario es principalmente un costo de producción que debe ser lo mas bajo posible. Esa es la matriz introducida durante el período neoliberal que si bien se ha atenuado, no ha cambiado en lo sustancial. Pero cuando decimos esto, nos contestan que nosotros negamos los avances de este período, como la Asignación Universal por Hijo o la nacionalización de las AFJP.
Horacio, en los años 70 del siglo pasado, cuando nos incorporábamos a la militancia de las organizaciones revolucionarias desde el ámbito estudiantil, nos enviaban a trabajar a las fábricas, en un proceso que llamábamos de “proletarización”. El objetivo era que viviéramos la realidad concreta que transitaban los trabajadores para entender porque era imprescindible pelear por cambios profundos. Hoy analizamos esa orientación como equivocada, ultraizquierdista. Sin dejar de verla como parte de una concepción que estaba impregnada de ingenuidades y de simplificaciones, a mas de un compañero que repite sin cesar que la AUH es de las mejores cosas que hizo este gobierno, no le vendría mal ir hoy a convivir, por lo menos un año seguido, con las cientos de miles de familias que cobran una, dos o cuatro asignaciones de 220 pesos y deben vivir de ese recurso; deben ir a los hospitales y salitas de su zona donde los malatienden; tienen que enviar sus hijos a las escuelas donde no les enseñan casi nada, porque los docentes están obligados por la realidad a priorizar acciones de contención humana; y/o no les queda otra que estar hacinados en habitaciones alquiladas, en las que habita una familia completa, sin agua corriente, colgados para tener energía eléctrica. Vayan, aunque sea sólo por doce meses, con la posibilidad de tener el boleto de salida asegurado –como no lo tienen los que siguen viviendo allí- y vamos a ver si continúan opinando que los datos del INDEC reflejan la realidad de la canasta de alimentos, si la AUH es efectivamente una medida que dignifica, si los proyectos como el de las cooperativas Argentina Trabaja, le dan trabajo decente a millones de argentinos.
Nos separa un abismo
Querido Horacio, la descripción precedente es larga y tediosa, pero simplemente persigue el objetivo de explicar que no tenemos una diferencia de matices con el modelo kirchnerista, que no estamos debatiendo sobre un modelo abstracto que nosotros tenemos como guía, y nos mortifica la no coincidencia con la realidad. Estamos hablando de hechos, de acontecimientos, de sucesos, con los que convivimos cotidianamente, que conforman situaciones que en los últimos ocho años han mejorado muy poco en algunos casos, y han empeorado en muchos otros, abarcando los más diversos campos de la vida nacional. Desde el avance incontrastable de la sojización, de la extranjerización, la concentración y la centralización de capitales, hasta el enseñoramiento brutal de la corrupción política en las propias filas del kirchnerismo, donde hechos como el producido en su momento por Borocotó se han generalizado hasta el hartazgo, para mencionar solo algunos botones de muestra. No nos separan conceptos teóricos o visiones filosóficas expresadas como generalizaciones abstractas, nos separa un abismo de hechos concretos que no los reconocemos cristalizados como parte de nosotros. Porque son parte de los objetivos y de las ideas de la derecha.
La derecha es esa concepción borocotizada y frívola de la política donde hoy podés ser parte de un campo y mañana de otro, si lo que está en juego es tu carrera política. Es extranjerización de la economía, concentración y centralización de capitales; es sojización, es minería a cielo abierto. Es manipular descaradamente la información sobre las principales variables económicas, principalmente los que se refieren a la situación de las mayorías populares. Si naturalizamos esos hechos como parte nuestra, nos convertimos en ellos, y entonces ya no importa si gobernamos nosotros o ellos. Ese es el camino de recomposición que la derecha ha recorrido en estos años de gobierno kirchnerista.
Querido Horacio, como siempre, un fuerte abrazo. Que todo este intercambio nos siga sirviendo, como hasta ahora, para reflexionar, para mejorar, para que nuestros humildes pensamientos sean aportes positivos a las luchas populares.
Isaac Yuyo Rudnik
Movimiento Libres del sur
Julio de 2011
Qué queremos. Isaac Rudnik. Respuesta H. González
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