Necesitamos parir una nueva dirigencia política. Nota editorial de Humberto Tumini.
44 años de fracasos como nación
Necesitamos parir una nueva dirigencia política.
La Argentina desde el golpe militar de 1976 en adelante, hasta la fecha, ha sido un fracaso como nación. Basta decir que nuestro producto bruto per cápita es prácticamente el mismo que el de aquel entonces y somos el país de Latinoamérica que menos creció. A lo que cabe agregarle, que tenemos una distribución de los ingresos en la actualidad mucho mas regresiva.
En ese mismo período hubo gobiernos de derecha (la Dictadura, Menem y Macri), socialdemócratas (Alfonsín) y nacional populares (Néstor y Cristina Kirchner). Todos terminaron en crisis y así estamos ahora, pandemia mediante: 45% de pobreza, 10% de indigencia y 15% de desocupación, solo el 50% de los jóvenes termina la secundaria.
¿Quiénes tienen la responsabilidad principal de haber llevado el país a semejante atraso y desastre? Gran parte de la dirigencia política. La que ocupó lugares de relevancia de 1976 hasta el 2003 y también la que vino después hasta la fecha.
¿Por qué es la principal responsable? Porque, en definitiva, conducir el país es en lo fundamental una responsabilidad política. Y lo que acá ha sucedido, por un lado, es que un sector de la dirigencia, la de derecha civil y militar, ha aplicado las políticas económicas que les han dictado desde las potencias extranjeras, las multinacionales y también los grandes grupos locales, que siempre contemplaban sus intereses y nunca los del país y la mayoría de su gente. No hace falta extenderse sobre esto, está a la vista.
Pero, además, que la otra parte de la dirigencia política, la de ideas y propuestas mas nacionales, progresistas, o menos reaccionarias, también fue responsable de la decadencia.
Durante la dictadura, en plena barbarie, salvo honrosas excepciones, no sacaron la cabeza de abajo de la cama. Supongamos que era complicado y riesgoso, pero luego, muchos de ellos, timoratos, coquetearon con hacer borrón y cuenta nueva con los crímenes. Así formularon la teoría de los “dos demonios”, como si hubieran sido lo mismo los represores del pueblo que vendieron la nación, que quienes, por encima de aciertos o errores, los enfrentaron.
Pero no solo en ese terreno actuaron horrible, sino que cuando les tocó gobernar en 1983 rápidamente flaquearon frente a las presiones de los sectores de poder, en lugar de convocar a sus compatriotas a hacerles frente. Así terminamos al final de los ochenta con la derecha de regreso a la Rosada.
En los años noventa, estos dirigentes progres dijeron, asustados por lo que pasaba, que había que “aggiornarse” al nuevo mundo neoliberal controlado por los yanquis. Solo le cuestionaron a Menem, desde el Frepaso, donde se habían reagrupado, algunas cuestiones de corrupción; e hicieron la vista gorda mientras el turco desguazaba el Estado y destruía la industria. Terminaron de furgón de cola de la derecha radical. Ya sabemos lo que sucedió luego.
En el 2003, luego del que se vayan todos y con un escenario mundial mas que favorable en lo económico y lo político, tuvo gran parte de esa dirigencia, con algún recambio generacional de por medio, tres turnos presidenciales con Néstor y Cristina Kirchner. Con un comienzo prometedor, de firmeza frente a los poderosos. Renegoció bien y con quita la deuda externa, echó a la Suprema Corte menemista, contribuyó a voltear el ALCA, anuló las vergonzosas leyes de Obediencia Debida y Punto Final, se sacó de encima al FMI, derrotó a Duhalde.
No obstante, andando el tiempo, todo resultó en líneas generales como antes. No transformaron seriamente la estructura productiva del país manteniendo el proceso de concentración y extranjerización, dejaron en pie el sistema financiero que diagramó Martínez de Hoz, también la ley de inversiones extranjeras de Menem; todo en acuerdo con ciertos grupos económicos nacionales. No sustituyeron importaciones y permitieron el desabastecimiento energético. Producto de ello, cuando cambió el escenario mundial en el 2009, se planchó la inversión y la creación de empleo, con excepción del público, y comenzó a crecer la pobreza. Escondieron las estadísticas para ocultar la realidad, entre otros graves problemas. En definitiva, ya no tuvieron un proyecto de país.
Volvió entonces la rancia derecha, por los votos esta vez, a un país que, pese a las condiciones favorables del período 2003-2011, no había avanzado en nada seriamente. Gobernado en esos años por una dirigencia que se proclamó al asumir como nacional y popular, pero que muy lejos estuvo de materializar lo que logró por ejemplo el peronismo, del ‘46 al ‘55.
En resumidas cuentas, una parte importante de la dirigencia política argentina, tanto la que representa y obedece a los grandes grupos de poder nacionales y extranjeros, como la que expresa lo contrario pero que llegado el momento cede y negocia con estos, es la responsable principal de habernos traído en estos 44 años al desastre actual.
Razón tienen la mayoría de nuestros compatriotas cuando critican a los políticos reprochándoles que mienten, que dicen una cosa y hacen otra, que se venden, que no piensan en el país, que arrugan, que se enriquecen. No todos son así por supuesto y muchas veces pagan justos por pecadores. Pero pocas dudas caben, a la luz de lo sucedido en estas décadas y de dónde estamos hoy, que gran parte de lo que se les endilga a muchos de ellos, es la pura verdad.
Así como tenemos que construir un nuevo partido político popular y progresista, hay que parir una nueva dirigencia, firme, patriota en serio, honesta. Si no reemplazamos en un tiempo no largo a la mayoría de la actual en el campo nacional, solo preocupada por acordar con los poderosos y seguir en sus cargos, estaremos muy jodidos. Seremos testigos de la continuidad de la decadencia de nuestro país.
Humberto Tumini
Presidente de Libres del Sur
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