Un desafio para las fuerzas populares y progresistas. Escribe H. Tumini
Cristina Kirchner, con su gobierno plagado de corrupción, doble discurso y estancamiento económico con pobreza creciente, ocultada para no “estigmatizar”, terminó asfaltando el camino de la derecha macrista a la Rosada.
Pero no fue ese solo, el daño que causó. También arrastró al desprestigio banderas muy importantes de la lucha histórica de las fuerzas nacionales y populares. Esas con las que una y otra vez convocamos a la mayoría de la sociedad para plasmar un proyecto de país justo, igualitario, progresista, soberano. El papel del Estado, la defensa de los recursos naturales, el protagonismo de las organizaciones sociales, hasta la defensa de los DDHH, entre muchas otras cuestiones fueron desvirtuadas por la administración kirchnerista.
A lo que se sumó la permanente división del campo popular que promovieron, tratando a quienes con absoluta justicia los criticaban, de enemigos y de funcionales a la derecha. Postura que el “cristinismo” mantiene en la actualidad, a un año de la llegada de Macri. Si cabe alguna duda de ello, basta observar la posición lamentable y vergonzosa que han tomado con la ley de Emergencia Social presentada al Congreso y la movilización de las organizaciones sociales y la CGT en su apoyo.
Todo ello puso a las fuerzas populares en situación difícil frente a la llegada de la derecha al gobierno y a su posterior avance político e ideológico. Obligándonos a dar la batalla esencialmente desde lo económico-social, que es hoy por hoy el flanco débil de la administración neoliberal.
Venimos desarrollando en ese terreno una estrategia de amplia unidad contra el ajuste, que incluye la batalla parlamentaria junto a la movilización. Hay que darle continuidad a la misma, poniéndole trabas al objetivo del gobierno de construir, cual menemistas del siglo 21, un país de dos pisos: uno pequeño donde se viva muy bien, para la gente adinerada, otro grande para la mayoría de menos recursos, con pobreza, desocupación y necesidades insatisfechas, donde se vivirá mal.
Pero, ya sabemos, la definición final del rumbo de la nación la da la política. Es allí donde el kirchnerismo causó mayor daño. Es donde, por tanto, hay que reconstruir fuerzas rápidamente. Con espíritu muy amplio y unitario, pero poniendo claros límites.
Las fuerzas populares y progresistas debemos ir a la búsqueda del futuro. A pelear nuevamente el poder político para construir otra Argentina, en tiempos no tan largos. Para ello hay que tomar clara distancia de los que hoy gobiernan, que buscan llevarnos nuevamente a la década del noventa aunque lo dibujen con otro lenguaje, “amigable” por ahora. Como también lejos de la ex presidenta y sus seguidores, que llevaron al fracaso el proyecto nacional y ahora buscan esconder su responsabilidad; como si eso fuera posible.
Así las cosas, las elecciones nacionales del año que viene son un gran desafío, pero también una gran oportunidad para las fuerzas populares. En particular -por ser comicios por distrito- en la provincia de Buenos Aires y en la CABA. Es allí, en alto grado, donde se juega esta partida de significativo impacto para las presidenciales del 2019; en las que deberemos tratar que finalice el experimento de Macri y Cambiemos para bien del país.
En ambos lugares -la provincia de Buenos Aires y la CABA- las fuerzas populares y progresistas debemos proponer y promover entonces la construcción de un gran frente electoral para el 2017. Alianza que nuclee con toda amplitud a los opositores al macrismo. Pero también, como decimos mas arriba, situada a distancia de los seguidores de Cristina Kirchner. En resumidas cuenta, un potente acuerdo que no comulgue ni con el ajuste ni con la corrupción.
Humberto Tumini
Presidente del Movimiento Libres del Sur