El "Pepe" Mujica y las nuevas estrategias en AL

El "Pepe" Mujica y las nuevas estrategias de la izquierda en Latinoamérica

El neoliberalismo, la globalización y la crisis de representatividad de los partidos políticos, ha obligado a gestar nuevas estrategias para los movimientos populares y la izquierda nacional en Latinoamérica. El Frente Amplio uruguayo, y particularmente la figura de José "Pepe" Mujica representan un paradigma de ello, luego de las sangrientas dictaduras de la década del '70 y la necesidad de plantear nuevos horizontes políticos por parte de la juventud revolucionaria de aquella época.

José “El Pepe” Mujica es, tal vez, el personaje político del campo popular en vida que reúne las mayores particularidades y complejidades. Sin dejar de lado a grandes hombres y mujeres que han forjado una historia de lucha y de entrega por su pueblo en Latinoamérica, el caso del Pepe es bien particular porque resulta un paradigma en la disputa por el poder de las izquierdas latinoamericanas. Miembro del MLN-Tupamaros de la hermana República Oriental del Uruguay, que hasta el Golpe de Estado de 1973, y a tono con los movimientos en este lado del mundo, había elegido la lucha armada como herramienta, fue detenido junto a otros dirigentes en condiciones infrahumanas y de tortura constante hasta 1985. Fue entonces, que tuvo la entereza de entender que una etapa había finalizado, y que era a través de las nuevas democracias que se abrían en nuestra región que la izquierda popular podía llevar adelante los destinos de una nación. Por eso decidió, junto a otros imprescindibles como Raúl Sendic, ampliar la construcción, sin personalismos, de la fuerza de izquierda democrática que se abría paso en la política uruguaya: el Frente Amplio. Un gran consenso entre distintos sectores ideológicos (socialdemócratas, progresistas, comunistas, trotskistas, e incluso viejos cuadros de los tradicionales partidos Blanco y Colorado) que buscó y logró, con mucho esfuerzo, cambiar la cultura política del hermano país desplazando la hegemonía bipartidista. Dirían, para enmarcar la estrategia, a fines de los ‘80: Seguimos, con nuestra propuesta política adelante, sabiendo que no somos dueños de la verdad. No nos consideramos vanguardia de nada, sino uno de los elementos que contribuirán a llevar adelante la lucha del pueblo uruguayo”.

 

 

El Frente Amplio finalmente llegó a ser gobierno de la mano del socialdemócrata Tabaré Vázquez en 2005, doblegando 200 años de alternancia colorada y blanca en el poder. Y, luego de ocupar los cargos de Senador y Ministro de Agricultura, el Pepe llegó a la presidencia luego de los comicios de noviembre de 2009. Él, junto a su Movimiento de Participación Popular, en el marco del convocante Frente Amplio, y por sobre todas las cosas, acompañado de millones de uruguayos y uruguayas que buscaban un viento mejor, con la dificilísima tarea de gobernar para ellos y ellas después del triste fenómeno económico, social, político y cultural que fue el neoliberalismo en la región. Por eso lo hace sin grandilocuencia, pero a paso firme. Por eso tal vez, necesite de un amplio acuerdo de sectores políticos ideológicos, que más allá de las diferencias internas, puedan mantener un marco de convivencia (lo hacen desde 1971 dentro del FA) y tenga la solidez para llevar adelante un proyecto político común. Sin obediencia debida por asuntos de poder, como acostumbra la política tradicional (viejo axioma del PJ “el que gana conduce, el que pierde acompaña), pero a su vez al MPP la posibilidad de presentar proyectos para dar el debate de ideas y ganarlo, en temas como despenalización de drogas, política contra el narcotráfico, retenciones agrarias o legalización del aborto.

 

 

Esto no es todo en el Pepe, ya que al individualismo y el personalismo que el neoliberalismo estableció para la dinámica política, ganando esta batalla incluso -y en gran parte- en la izquierda tradicional, Mujica lo contrasta con una audaz sinceridad, una abrumadora honestidad, y una engrandecedora humildad, producto de una vida de lucha con la coherencia entre lo que se dice, lo que se hace y cómo se vive, como estandarte de sus principios ideológicos. Esa desfachatez para decir las cosas de frente, para que no haiga confusiones que den lugar a ambigüedades o compliquen lo simple, acalora a sus adversarios políticos e incluso pone en off-side a otros personajes que pretenden establecer los mismos caminos en términos discursivos pero que la realidad marca absolutamente lo opuesto. Como prueba de todo lo que representa el Pepe para los pueblos latinoamericanos, para el campo popular y para la izquierda, en términos de estrategia política, queda su famosa frase el día de las elecciones de 2009. Cuando, ante una lluvia torrencial, ante miles de uruguayos y uruguayas que agitaban las banderas azules, rojas y blancas de Artigas, pronunció lo que los cuadros de las viejas estructuras, por temor al papelón mediático, y la izquierda tradicional, por miedo a que su vanguardia discursiva pierda consistencia, omiten decir. Mujica tomó el micrófono, los miró a los ojos, levantó la mano y dijo “Pueblo... paciencia, nos vamos a equivocar”.

 

Fernando Arias
Movimiento Universitario Sur

 

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