Macri y el Partido Militar. Editorial de Humberto Tumini
25 de Julio del 2018
EDITORIAL
Macri y
EL PARTIDO MILITAR
El presidente Mauricio Macri acaba de emitir un decreto, el 683/2018, donde con pretextos varios se vuelve a permitir la intervención de las fuerzas armadas en la inteligencia y la seguridad interior. Es un paso mas en el objetivo de la derecha que nos gobierna de darles nuevamente protagonismo a los militares en la vida política del país, para sostener así los intereses y negocios de las minorías pudientes.
Los permanentes intentos de desprestigiar la lucha por los DDHH, la búsqueda de liberar a los represores presos a través del 2x1, las renovadas maniobras por demonizar a los ex guerrilleros de los años setenta, la prédica insistente de que los mapuches son la nueva “subversión”, por ejemplo, fueron y son acciones de este gobierno orientadas en la misma dirección. Unas para lavarle la cara a la dictadura y otras para justificar lo que ahora plasman en aquel decreto.
A todo ello podemos sumarle la relación que vuelven a establecer entre nuestros militares y los de EEUU, tanto en tareas de formación como operativas. Como así también el estrechamiento de lazos de nuestra inteligencia con organismos similares yanquis -DEA, CIA, etc- para que estos operen en el territorio nacional.
En definitiva un acelerado regreso al rol que, según entienden los sectores de poder norteamericanos y locales, deben tener las FFAA por estos pagos: defender y garantizar sus intereses, como digo mas arriba.
Es bueno repasar la historia, no solo la reciente sino también la de un poco mas atrás, para comprender acabadamente esta operatoria de lo que en la actualidad se denomina el “Círculo Rojo” del poder en el país. Que hoy tiene directamente a uno de los suyos en la presidencia.
Puesto en marcha en el siglo 19 -luego de la derrota del federalismo- el modelo agroexportador, bajo la conducción de la oligarquía de Buenos Aires y sus aliadas del interior, la Argentina inició un proceso de crecimiento económico prolongado, mas allá de los lógicos altibajos capitalistas. Ese proceso, al que también se llamó de la “Generación del 80” porque pega un salto con el inicio de la presidencia de Roca, fue conducido por el Partido Autonomista Nacional desde 1874 hasta 1916 en que pierden las elecciones con la Unión Cívica Radical. De allí en adelante se lo conocerá por Partido Conservador.
Es decir, bajo determinadas condiciones económicas favorables, las clases altas del país tenían su propio partido con el que gobernaban. En un sistema constitucional, pero al mismo tiempo elitista y de democracia bien restringida, claro está. Los problemas para ellas comenzaron cuando, con una sociedad que se había modificado fuertemente por la inmigración, aparece otro partido -la UCR- que les disputa primero y les gana después el gobierno, representando a otros sectores sociales.
La cosa no pasó a mayores mientras el modelo económico de fondo era en esencia respetado. Lo que sucedió desde 1916 a 1928 en que Yrigoyen asume su segunda presidencia. El partido de la oligarquía aceptaba ser oposición, ya que en definitiva el poder real continuaba en lo fundamental en sus manos y a resguardo adecuado sus beneficios.
La situación se modifica con la crisis económica internacional de 1929/30 que sacude hasta sus cimientos el modelo agroexportador. Las políticas para afrontar el nuevo contexto e intentar la subsistencia de aquel eran tan duras que ya no se podían llevar adelante con el radicalismo de don Hipólito, que no las aceptaría. Es allí donde los dueños del poder de aquel entonces, recurren por primera vez a las FFAA para garantizar sus intereses.
Lo hacen en esa oportunidad en forma transitoria. El 6 de Setiembre de 1930 el general José Félix Uriburu da el primer golpe de Estado del siglo 20, desalojando a Yrigoyen (que había sido electo por el 60% de los votos) del gobierno para ocupar él la presidencia. En 1932 hay nuevamente elecciones y, a través de lo que se conoció luego como el “fraude patriótico”, los conservadores vuelven a la Rosada con el General Agustín P. Justo de presidente; en alianza con una fracción de los radicales y otros partidos menores. Gobernarán así, con trampa, durante lo que se conoció como la “década infame”; puesto que el ciclo final del modelo oligárquico no permitía ya el funcionamiento normal de las instituciones conquistadas en 1912 con la ley Sáenz Peña.
Es decir, los sectores de poder, en ese entonces vinculados al imperio Británico, para garantizar sus intereses, ya tenían que usar métodos fraudulentos y restringidos de democracia y a los militares para sostenerse en el poder.
Vino luego la segunda guerra mundial, el derrumbe final del modelo agroexportador, la declinación internacional de Gran Bretaña, el frustrado intento de los conservadores en alianza con el radicalismo -a través de la Unión Democrática- de ganarle a Perón las elecciones de febrero de 1946. También el ascenso de los EEUU a primera potencia mundial desplazando a los ingleses rápidamente de nuestra región.
En ese contexto los sectores poderosos vernáculos, ya no solo integrados por la oligarquía tradicional, sino también por fuertes industriales emergentes de la sustitución de importaciones que se inicia en los años treinta, comienzan a pergueñar la idea de un nuevo modelo económico para el país; entrelazado con los intereses políticos y económicos de Norteamérica. Este modelo, para ser sintético, consistía en asegurarles a los grandes terratenientes sus rentas, mientras que paralelamente se avanzaría en el ingreso del capital financiero mundial y de una nueva sustitución de importaciones, dominada ahora por las multinacionales que tendrían como socio menor a los grandes industriales locales.
Estaba claro que por las características del mismo, agresivo hacia las conquistas de las mayorías populares para garantizar las ganancias de los poderosos, se les hacía imposible llegar al gobierno derrotando al peronismo a través de elecciones. Comenzó entonces a tomar forma una nueva estrategia: usar a las FFAA como el instrumento político directo de las clases dominantes para gobernar.
En 1951 dan un golpe de Estado encabezado por el general Benjamín Menéndez, que fracasa por no estar maduras las condiciones aun. El 16 de setiembre de 1955 tienen éxito, destituyen con un levantamiento castrense al gobierno constitucional peronista e instauran la “Revolución Libertadora” con el general Aramburu de presidente. Frente a la imposibilidad de contar con un partido que llegara al gobierno a través de las urnas, el Círculo Rojo de ese momento ha gestado, para imponer sus intereses, el Partido Militar. El que será un actor dominante de la vida política del país durante tres décadas, hasta diciembre de 1983 en que se retira la dictadura de Videla.
Este “partido” de las FFAA, representación de los intereses de los sectores de poder locales, de multinacionales y bancos extranjeros, como también de los EEUU en la región, gobernó directamente durante 18 años de ese período de 30 y condicionó abiertamente a las administraciones civiles de los restantes 12 años. Sus modelos de nación fueron siempre los de las minorías dominantes mencionadas arriba; incluyendo a partir de 1976 la responsabilidad de introducir -de la mano de Martínez de Hoz- el neoliberalismo salvaje que representaban mundialmente en aquel entonces Reagan y la Thatcher. No hace falta extenderse demasiado respecto de la manera en que impusieron al pueblo dichos proyectos.
La derrota en Malvinas, guerra a la que nos llevaron los dictadores para ver de perpetuarse, la condena social a la tortura, los asesinatos y la desaparición de miles de compatriotas a los que recurrieron para sembrar el terror, como también la repulsa al robo de bebés en perversa venganza, el cambio de la situación en toda la región con dictaduras que finalizaban en medio del repudio de sus pueblos, hizo que dejara de existir el partido militar y se instalara en forma duradera la democracia en nuestro país.
La derecha por tanto, mas allá de frustradas pretensiones de construir un partido de peso, como con la UCD de Alvaro Alsogaray y mas tarde Acción por la República de Cavallo, se vio obligada a ver cómo gobernar a través de otras fuerzas. Lo lograron con Carlos Menem primero, luego y por corto tiempo con el radical Fernando De la Rúa.
La crisis del sistema político y de los partidos tradicionales -PJ y UCR- luego del 19 y 20 de diciembre del 2001, les dio la posibilidad de un nuevo intento de contar con una fuerza propia. En ese contexto se gestó el PRO de Macri, que logró llegar al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (el distrito mas rico, de menor dependencia de los fondos nacionales y vidriera del país) en el año 2007. Desde allí se trazaron una estrategia que los llevara a la presidencia a través de las urnas, algo que no conseguían desde 1912 con Roque Sáenz Peña.
El cambio de las condiciones económicas mundiales a partir del 2012 con la baja del precio de la soja, los límites políticos y económicos del proyecto kirchnerista, sus errores y horrores como la extendida corrupción, le dieron una oportunidad a la derecha de llegar electoralmente y por sus propios medios a la Casa Rosada. Macri presidente, festejaron los dueños del poder y los ricos el 10 de diciembre del 2015.
Conscientes de que su proyecto, al que disfrazaron de moderno, era el de siempre: concentrar en pocas manos dinero que se les saca a las mayorías. Como también que eso genera oposición, resistencias y conflictos sociales muy fuertes en nuestro país cuando los agredidos salen a defender sus derechos y conquistas. Empezaron desde el principio a desplegar una estrategia para tratar de traer nuevamente a las FFAA al lugar que ellos les dieron desde 1955 a 1983.
En principio para poder amedrentar a los que se rebelan contra sus políticas. Si con eso no alcanza para, llegado el caso, reconstruir el partido militar a los efectos de ejercer el gobierno. Sin ser esto una exageración, hay que leer bien la historia de cómo actúan los dueños del poder en nuestras naciones.
No es sencillo por la oposición que genera el despliegue de esta estrategia que, como señalo mas arriba, se viene desarrollando de distintos modos desde el inicio de este gobierno. De allí que ahora, para dar ya este paso concreto de empezar a meter a los militares en la seguridad y la inteligencia interna, lo hacen en primer lugar por decreto eludiendo el debate en el Congreso. Como así también argumentando de que es algo solo en las fronteras, para el “combate” al narcotráfico y a un difuso “terrorismo” externo o interno. Tarea la primera que se puede realizar perfectamente con las fuerzas de seguridad. Objetivo el segundo dibujado con grandilocuencia para darle credibilidad a lo que se dice perseguir.
No obstante, apunta claramente la derecha gobernante a otra cosa: a reintroducir a las FFAA en la vida política de nuestra nación para que les defiendan, como antaño, sus intereses frente al pueblo que agreden.
Humberto Tumini
Presidente de Libres del Sur