Palabras de la diputada Donda en debate ley de seguridad
Sra. Presidenta (Giménez).- Tiene la palabra la señora diputada por Buenos Aires.
Sra. Donda Pérez.- Señora presidenta: voy a ser muy breve. Mi compañera, la señora diputada Stolbizer, dio una serie de precisiones técnicas sobre el porqué del voto negativo de este interbloque.
Voy a decir que me parece una pésima técnica legislativa legislar detrás de la necesidad de mostrar resultados de algún ministerio en particular. Me niego a que sigamos en esta Cámara ‑a la que todos veníamos con ganas de poder discutir y modificar la forma de tratar los proyectos de ley‑ corriendo detrás de la agenda de una ministra en particular, para ser precisa, porque ni siquiera sé si es de todo el ministerio.
El proyecto de técnicas de investigación parece como súper novedoso en nuestro sistema legislativo, o por lo menos así se vende. Pero no es nada novedoso porque la mayoría de estas figuras estaban dispersas en otras leyes y fueron pésimamente utilizadas por nuestros agentes policiales y también por nuestro Poder Judicial, que sin dudas tiene una deuda con la sociedad.
Pero todos tenemos en la cabeza la idea de haber escuchado cuál fue el accionar del juez Galeano durante la investigación por el atentado de la AMIA. En ese caso se usaron informantes y se utilizó la figura del agente encubierto. ¿Para qué sirvieron todas esas figuras en este sistema y con estas instituciones? Para nada. Bueno, sí: para encubrir delitos.
Estas figuras, que ya existían –por otra parte, quiero decir que durante todos estos años no fueron derogadas las leyes que las contenían‑, no van a ayudar a que nuestra sociedad pueda beneficiarse de un derecho que es fundamental para gozar de otro, que es el derecho a tener seguridad.
Sí creo que desde el progresismo tenemos que hacernos cargo de un gran error. A veces nos negamos a discutir el problema de la seguridad porque pensamos que es muy difícil de solucionar. Entonces, mejor tirar la pelota afuera. Así, quienes agarran este tema, lo manejan mal. Nosotros nos hacemos cargo de ese error y estamos dispuestos a dar el debate acerca de cómo debemos brindar seguridad a esta sociedad y cómo construir una sociedad segura.
Pero esto no lo vamos a lograr tomando supuestas técnicas investigativas novedosas provenientes de sistemas jurídicos extraños al nuestro, impuestos por algunos sectores poderosos de otros países que pretenden traerlos aquí y llevarlos adelante de cualquier forma.
Me quiero detener en el proyecto de flagrancia. Si estuviera mal, diría que es un mamarracho, pero no lo es. Tiene una dirección bien clara, y no es atacar el delito complejo.
Nuestro país tiene un grave problema. Obviamente que el tema de la seguridad nos preocupa a todos. Me refiero al problema de la seguridad en la calle, a la gente expuesta al delito callejero, que es el más común, el de cercanía. Ese delito tiene un origen, y allí radican los delitos complejos.
Un pibe de 14, 15 o 17 años que sale a robar un auto con un arma en la mano es un problema para la sociedad. Por supuesto que ese chico tiene un conflicto con la ley penal. ¿Pero para qué va a robar un auto? ¿Para irse de vacaciones con la novia o para venderlo en un desarmadero?
Yo quiero saber: ¿quién habilitó los desarmaderos? ¿Dónde se venden las autopartes? ¿Quién le puso un “fierro” en la mano a un adolescente? ¿Quién lleva el narcotráfico a los barrios más pobres? ¿Quién hace que el narcotráfico se capilarice y se extienda como un regadero de pólvora en esos barrios?
Es más fácil meterse en una villa y agarrar a cualquier pibe –que en realidad tiene un problema de salud‑ que perseguir en serio el narcotráfico organizado, a los grandes narcotraficantes, a los que lavan dinero, lo sacan afuera, y después queremos que lo traigan al país.
Cuando la diputada Bregman explicó su dictamen, me pareció que todo lo que dijo era acertado, y lo comparto. Este proyecto que estamos considerando tiene como única finalidad que nuestras cárceles sigan llenas, y ya no llenas de chicos, jóvenes, pobres y varones que, en un 75 por ciento de los casos están con prisión preventiva y sin condena. Ahora están llenas de jóvenes, pobres y varones que en un altísimo porcentaje están presos por juicios que no fueron terminados, detenidos por fuerzas de seguridad que no fueron modificadas en su estructura desde la dictadura hasta ahora.
Me voy a exceder en menos de un minuto de mi tiempo para denunciar el decreto de Macri que echa por tierra el firmado por Alfonsín, por el que se quitaba poder a las fuerzas armadas, y ahora se lo están devolviendo.
Quiero advertir que estos dictámenes que le dan poder a nuestras fuerzas de seguridad, que devuelven poder a las fuerzas armadas, son un camino de coherencia para este gobierno, pero para el pueblo es un camino de incoherencia, porque no es otra cosa que darle poder a dos instituciones viciadas que desde este Congreso tenemos que controlar y modificar.
Este país sabe lo que es sufrir por las violaciones a los derechos humanos. En todos lados tengo amigos y personas a quienes quiero mucho y les pido que reflexionemos todos juntos a quién le estamos poniendo un arma en la mano y para que apunte hacia dónde. (Aplausos en las bancas.)