Producto de 40 años de neoliberalismo

 

Producto de 40 años de neoliberalismo

En los saqueos como hecho social se mezcla todo: delincuencia, marginalidad, exclusión, inflación, pobreza, desocupación.

Por Juan Pablo Ruiz *

Producto del acuartelamiento policial, en sólo una noche, cientos de personas, la mayoría jóvenes, salieron en la ciudad de Córdoba y algunas localidades del interior a saquear más de mil comercios.

Vimos emerger una Córdoba oculta y disimulada, muy diferente a la que encontramos todos los días. ¿De dónde salieron esas personas? ¿Nuestra ciudad está llena de delincuentes?

En los saqueos como hecho social se mezcla todo: delincuencia, marginalidad, exclusión, inflación, pobreza, desocupación.

Una mujer que desde hace 10 años tiene un comedor me dijo: “Los que salieron a saquear son los niños que en el 2001 venían con la panza hinchada por el hambre, yo hice el comedor para intentar darles comida y también afecto”. En los saqueos no robaron comida, sino ropa y electrónica.

Quienes vivieron la época de pleno empleo ya son mayores de 50 años. Quienes vivieron épocas en las que el trabajo en relación de dependencia era estable en la actividad privada tienen más de 40.

En cambio, los menores de 30 sólo conocen otro mercado laboral, con 15 por ciento de desocupados o subocupados estables y otro 32 por ciento de trabajo en negro, según lo reconoce el Ministerio de Trabajo de la Nación. El trabajo en negro implica falta de derechos laborales, bajos salarios y precarias condiciones de trabajo.

A un 10 por ciento le aplican convenios colectivos que no le corresponden por las tareas que realizan, con salarios más bajos. Otro cinco por ciento está contratado por agencias de empleo y carece de estabilidad. Sólo el 35 por ciento de los trabajadores goza de los derechos laborales.

La configuración de nuestra sociedad es resultado de 40 años de neoliberalismo que trajo aparejado el empobrecimiento y la pauperización de más de la mitad de la clase trabajadora.

Este proceso provocó el abandono de los sectores dirigentes de las banderas de justicia social. La construcción de una sociedad más justa, con trabajo digno, pleno empleo y una justa distribución de la riqueza resulta cada vez más lejana.

El abandono de esa utopía colectiva abrió lugar a salidas individuales y a la pérdida de la jerarquía que el trabajo y los trabajadores ocupaban en nuestra sociedad.

Para muchos jóvenes de los barrios pobres de Córdoba, el trabajo dejó de ser un camino válido, asociado al progreso social e individual; más bien está vinculado a una mala paga y pocos derechos, con el riesgo de despido siempre latente.

El abrazo que esa mujer les dio a los niños con hambre del 2001, le faltó al Estado, que sigue creyendo en los subsidios como solución y todavía no recuperó las escuelas técnicas, como si quisiera formar mano de obra barata y no calificada. Tampoco modificó muchas de las leyes laborales de los ‘90 que aún precarizan las relaciones laborales.

En los últimos 10 años, se pudo haber resuelto el hambre, pero aún queda pendiente la recuperación del trabajo digno y estable, única política de Estado capaz de resolver la pobreza y la exclusión que se manifestó crudamente en diciembre. Sólo será posible si cambiamos la matriz neoliberal que hoy domina en el mundo del trabajo.

*Abogado

 

Nota de opinión publicada en http://www.lavoz.com.ar/opinion/producto-de-40-anos-de-neoliberalismo

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