Medios, negocios y poder

Medios, negocios y poder

Se necesitan reglas de juego claras

Por Martín Becerra
 
La implementación del programa de televisión digital terrestre (TDT) por el Gobierno tiene dos caras. Por un lado, comenzó facilitando por primera vez en la historia argentina el acceso de la población de menores recursos a un medio de comunicación vía distribución de decodificadores, pero uno de sus aspectos más cuestionables es la discrecional asignación de señales. La presencia en la grilla de la televisión digital de señales de cable que no se sometieron a concurso público (CN23, de Sergio Spolski o C5N de Daniel Hadad) resulta contradictoria con la letra de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley SCA).

En efecto, la convocatoria a concursos públicos es una exigencia de la Ley SCA para otorgar licencias (art. 32). Si bien la ley fue escrita mirando el espectro analógico de medios, la digitalización de la televisión (ahora) y de la radio (más adelante) requiere de su adaptación al nuevo escenario tecnológico.

Claro que para realizar concursos se precisa un plan técnico que indique qué porciones del espacio serán cubiertas con las señales, se necesita establecer en el caso de la TDT la gratuidad de las prestaciones, y se requiere que al menos un tercio de las licencias a concursar tengan como destinatarios a organizaciones sin fines de lucro. Dada la mayor eficacia de la TDT para aprovechar el ancho de espectro que ocupa la televisión analógica, es menester aclarar si los licenciatarios de TV digital podrán explotar una parte o la totalidad de las señales que pueden funcionar en cada canal digital, y si estas distintas señales serán computadas (o no) a la hora de controlar el tope de concentración fijado por ley.

Pero además es la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) la encargada de sustanciar los concursos para adjudicar las licencias. Este punto, central en todo concurso público, se prestará a controversia en el contexto de polarización actual: la Afsca está integrada exclusivamente por el oficialismo, mientras que la oposición parlamentaria ha boicoteado su integración, vaciando así de contenido su retórica republicana.

El desarrollo de la TDT y su impacto social serán potentes en la medida en que sus señales se concursen en procesos legítimos con auditoría política y social y con jurados competentes en la materia. Es decir, con reglas de juego claras.

*Universidad Nacional de Quilmes / Conicet.

 

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