Los kirchneristas, le abrieron nomás la puerta a la derecha

Por Humberto Tumini / Nacional noviembre 1, 2015 08:00

El domingo 25 de octubre pasado Macri, aupado principalmente -aunque no únicamente-  en el triunfo de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires, alcanzó la línea de Daniel Scioli en las elecciones presidenciales de primera vuelta. “Caballo que alcanza, ganar quiere” reza un refrán burrero. Difícil, muy difícil, casi imposible, que el PRO y sus aliados no se instalen en la Rosada a partir del próximo 10 de diciembre.

¿Por qué sucedió esto, de que un gobierno de relato progresista, nacional y popular, supuestamente exitoso, le termina abriendo la puerta para conducir el país a un dirigente y a un partido, claramente continuadores de una derecha argentina que nunca fue mayoría desde 1930 en adelante?

Esto ya se venía venir allá por el 2008. Aunque se haya demorado algún tiempo más de lo que era previsible, por la habilidad de retener poder que evidenciaron los K. Cuando Kirchner decidió ir, con Cristina ya de presidenta, de conductor del PJ, demostró que no venía realmente con un proyecto de cambio profundo, sustentable, del país. Al no producir esto la administración K, pero si mantener el discurso, el relato de que lo harían, terminaron empujando a una parte cada vez grande de la sociedad a desconfiar del modelo “nacional y popular” y a prestarle cada vez mas oídos a los cantos de sirena que venían desde la derecha. El contundente triunfo del 2011 fue solo un espejismo, logrado con el aprovechamiento a full de una nueva situación económica favorable pero produciendo paralelamente un macro economicidio económico, que a los pocos meses empezaron -empezamos- a pagar.

Para ponerlo más en el terreno de lo concreto a esto que decimos más arriba: el kirchnerismo tomó una serie de medidas, particularmente en el primer mandato de Néstor, algunas por convicción otras por necesidad u oportunismo, que lo situaron como un gobierno progresista. La derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, el cambio de la Corte Suprema menemista, el canje de la deuda, el rechazo al ALCA, las apuestas a las alianzas en la región y al distanciamiento con los EEUU, producir la derrota del duhaldismo en el 2005, la nacionalización de las AFJP, la creación -aunque tardía- de la Asignación Universal por Hijo, la aprobación de una nueva ley de medios, entre otras.

  Sin embargo no produjo otras modificaciones, en definitiva determinantes para el rumbo nacional en el mediano y largo plazo plazo. En lo económico, área fundamental, podemos mencionar mantener hasta que el agua les llego al cuello por el retroceso de la producción y reservas, la política petrolera menemista; no modificar la ley de entidades financieras de Martínez de Hoz que es una losa para el crédito productivo e hipotecario; incrementar hasta recientemente el desmantelamiento del sistema ferroviario por su acuerdo con las automotrices; conservar en lo esencial un sistema impositivo regresivo donde más pagan los que menos tienen. También permitir que se mantuviera e incrementara el proceso de concentración y extranjerización de la economía, el avance a nivel de saqueo de la megaminería, como la enorme sojización del campo.

Todo ello llevó a que, cuando el viento de cola de la economía mundial comenzó a soplar más despacio, emergiera a la superficie la realidad concreta de que no había habido cambios de fondo en la estructura económica del país del 2003 en adelante. Así reapareció la inflación, producto de lo concentrado de la oferta y la falta de incremento de la misma por déficit de inversión, ante el crecimiento del consumo. La respuesta al aumento de los precios fue bien ortodoxa, a lo Cavallo retrasaron el tipo de cambio. Allí se pavimentó el camino al regreso del gran problema histórico de nuestra economía: la restricción externa. Que entró en luces rojas, al calor del empeoramiento de la situación internacional para nosotros en este último período. Todo esto que mencionamos, respecto de lo que en definitiva hicieron -y no hicieron- en el terreno económico, implicó entre otras cosas que el país estuviera -de hecho- estancado los últimos cuatro años.

Ni que hablar de lo que hizo el kirchnerismo en otros ámbitos muy caros a cualquier propuesta seriamente progresista. En el terreno de los derechos humanos, no solo aprobó una ley antiterrorista que hubiera hecho poner colorado a Aldo Rico, sino que además llevó adelante una malvada política de cooptación por dinero de organismos y dirigentes; lo que permitió luego decir a Macri que los derechos humanos eran un “curro” y que mucha gente compartiera con él eso.

Con el argumento de derrotar a Clarín, destrozaron el contenido democrático y plural de la ley de medios, haciendo un monopolio kirchnerista con los recursos públicos. Tan agresivo y excluyente como los que se venían a desmontar. En el terreno político, no solo se apoyaron en el PJ más que nunca, sino que además instalaron que el que no pensaba como ellos era un traidor a la patria y funcional a la derecha. Mientras que eran próceres los que se sumaban a ellos, aunque algunos fueran de la peor basura política que generó este país. Hicieron uso y abuso de los recursos públicos para ponerlos a su servicio, entre ellos a los aparatos de inteligencia. Ni que hablar de los niveles de corrupción que desplegaron en la función pública, de la familia presidencial para abajo, que dejaron a Carlos Saúl como inexperto nene de pecho.

Todo esto que finalmente sucedió ya se venía venir, más allá del verso del discurso y las justificaciones, a finales del 2008, luego de la derrota de la 125. Es por ello que Libres del Sur, alertado al respecto, se va del gobierno y le retira el apoyo al gobierno de Cristina Kirchner. Planteamos en ese entonces que, por ese rumbo, era inevitable que la salida -antes o después- del kirchnerismo fuera por derecha.  Salvo que pudiéramos gestar una opción progresista en serio, potente, que le diera otro posible curso a la sociedad.

 

Una opción de salida progresista

Dentro de nuestras posibilidades, de ese entonces a la fecha, trabajamos para ello. Hicimos primero un acuerdo con el partido político de Martín Sabbatella en las elecciones del 2009 para enfrentar a Néstor Kirchner en la provincia de Buenos Aires. Como se sabe, el ex presidente perdió esos comicios, pero Sabbatella se nos borocotizó ahí nomás, frenando así la constitución de un frente de centroizquierda fuerte.

Insistimos en el camino y para el 2011 formamos el FAP y lo llevamos a Hermes Binner de candidato presidencial. Frente a un kirchnerismo que, con muchos recursos económicos y el aprovechamiento político de la muerte de Néstor había retomado vigor, salimos segundos con el 17% de los votos. Pusimos así un importante mojón para intentar que fuera el progresismo la salida en el 2015 y no la derecha de adentro o de afuera de los K.

Profundizamos ese rumbo en los comicios del 2013, acordando con el radicalismo en 16 distritos. Cinco millones y medio de sufragios obtuvimos, casi el 25% del total nacional. Mientras que el gobierno descendía del 54% al 30% respecto de dos años atrás y era derrotado por Massa en la estratégica provincia de Buenos Aires. Asomaba ahí, en ese triunfo del intendente de Tigre, que la salida podía venir nomás por la derecha; pero allí estábamos las fuerzas progresistas para intentar impedirlo.

La creación posterior de UNEN fue la continuidad lógica y potente del intento de darle una salida por centro izquierda, moderada, pero centro izquierda al fin, al final del kirchnerismo. El establishment vernáculo tomó nota de ello y nos operó por líneas interiores para destruirnos. Carrió y un sector del radicalismo encabezado por Ernesto Sanz, fueron los instrumentos para ello. Con varios granos de arena aportados también por los K que, con su agresividad hacia UNEN y en particular a los sectores mas consecuentes de dicho frente como Libres del Sur, el GEN y los socialistas, aportaron a los objetivos de la derecha de romperlo.

Se quebró nomás UNEN, la derecha tuvo éxito en su empeño y destruyó la única opción que les complicaba la estrategia. Sumó al mismo tiempo territorio a la suya vía Unión Cívica Radical; partido en que fueron duramente subordinados los sectores que se opusieron a ser furgones de cola del PRO. El kirchnerismo, particularmente el más “progre” que se dedicó en esto al trabajo sucio (recordemos el “narcosocialismo” de Larroque), le hizo gran favor a quienes con seguridad serán ahora sus sepultureros.

Justo es decir también que a esta batalla contra la derecha y sus caballos de Troya en UNEN, la perdimos en parte las fuerzas progresistas por debilidades en nuestras propias filas. Así como Sabbatella, dirigente salido de las filas progresistas, se nos vendió al kirchnerismo allá por el 2009, en UNEN tuvimos nuevamente serios problemas. Una porción de los dirigentes que tendrían que haber visto que se venía muy fuerte el planteo promovido por Carrió y compañía, de ir con Macri (nosotros los alertamos muy tempranamente de ello), no lo percibieron o fueron muy débiles en la respuesta al mismo. Terminaron siendo así la expresión de una centroizquierda timorata, débil, sin convicción para disputar poder político. No alcanzaba con que Libres del Sur y algunos más fuéramos firmes y saliéramos con los tapones de punta de entrada. Necesitábamos toda la fuerza política posible para derrotar la maniobra. No la tuvimos por debilidad política de una parte del progresismo de UNEN y la derecha nos derrotó. Debemos contemplar esto a futuro, a los Chacho Alvarez se los llevó la historia hace rato.

 

El futuro inmediato

Así las cosas, la nueva derecha argentina va a ganar el ballotage frente a un kirchnerismo que, como culminación de su relato, lleva un candidato también de cuño menemista.

A ello cabe agregarle que, así como los conservadores se llevaron una parte del radicalismo y de otros partidos a la rastra para que les bancaran la infame década del ’30, ahora el PRO -todo indica- logrará lo mismo con la mayoría de la UCR.

Mientras tanto el peronismo, dirigido por los mismos de siempre, no por los K, va a la oposición a lamerse las heridas y ver como sutura las profundas heridas que lo surcan para volver al ruedo. Tal como hizo luego de la derrota frente a Alfonsín en 1983.

Entre ellos, la nueva derecha y el PJ, estamos nosotros, las fuerzas progresistas. Con todo un desafío por delante: reconstruir una organización decidida a pelear poder político en serio para hacer otra Argentina. Que no es ni la nación que terminaron gestando Néstor y Cristina Kirchner, ni esta que se propone hacer Macri que en muchas cosas nos hará recordar a la de los ’90.

Libres del Sur se va a poner ese sayo. Va a tomar esa responsabilidad y convocará a marchar tras aquel objetivo a todos aquellos que creen en un país independiente, soberano, con igualdad y justicia social, realmente federal, republicano y democrático. Patria donde, además, haya derechos para todos y todas.

  Llamaremos a marchar juntos a los que tengan el coraje para pelear por ello y no se metan timoratos bajo la cama, como hicieron algunos cuando empezó el menemismo. No serán de la partida, de la nuestra al menos, los que quieran “aggiornarse” a los vientos derechosos que corren hoy por estos pagos. Ya sabemos de hace 200 años que para esos no son las grandes empresas.

 

Humberto Tumini
Secretario General del Movimiento Libres del Sur

Por Humberto Tumini / Nacional noviembre 1, 2015 08:00