Emergencia Textil: la crítica situación del sector
Emergencia Textil: la crítica situación del sector
La crisis económica que atraviesa el país y la ausencia de políticas por parte del gobierno de Mauricio Macri dirigidas a protejer la producción del sector textil, tejeduría y confección, llevan a la industria a una alerta máxima.
La contracción del consumo debido a la caída del ingreso real, el incremento de las tarifas públicas, la inflación del 36% y la apertura indiscriminada de las importaciones, explican la fuerte caída del 25% en el sector, que deja sin trabajar a 20.000 personas (se contabilizan 5.000 suspensiones, 7.000 despidos de trabajadores informales y 8.000 registrados).
Un comienzo de año complicado.
Ya el año 2016 había representado grandes pérdidas y era previsto que si la situación se continuaba iba a empeorar para este. Primero fue la planta textil de Alpargatas que el 11 de enero cerraba su planta en San Luis con 170 despidos, luego el 2 de febrero las empleadas de Textil Neuquén se encontraban con la fábrica desmantelada y sin respuestas. Y en los últimos días se suma la alerta que declaran los empresarios de Pergamino (el polo textil más importante del país) y la declaración de Emergencia Textil en el concejo deliberante de Luján (ciudad en la que el 12% de la población activa trabaja en la actividad).
Fallas Estructurales y falta de políticas a largo plazo.
Se suele decir que la industria manufacturera textil es una de las más atadas a los vaivenes de la económica, sufriendo rápidamente las crisis y los años de bonanza. Si bien hay algo en este supuesto que responde a la realidad, lo cierto es que después de cada crisis la industria queda muy golpeada y con dificultades de recomponerse, acumulando importantes retrasos y fallos estructurales que hoy se encuentran presentes y que la hacen sumamente vulnerable.
La apertura de las importaciones vigente desde el año pasado, que no tiene en cuenta la producción local específica, da entrada a productos y textiles con los que es sencillamente imposible competir. El crecimiento de dichas importaciones se ha disparado esté comienzo de año, si comparamos enero de 2016 con enero del 2017 las importaciones han aumentado un %70.
La mano de obra argentina que cuesta unos U$S1300 dólares debe competir con salarios de entre U$S 80 a U$S300 de mercados laborales de cuestionable políticas de empleo. Esto tiene relación directa con la calificación de la mano de obra y la calidad de los productos, ya que los constantes vaivenes hacen que mucha mano de obra altamente capacitada se pierda o que simplemente los empresarios opten por no contratarla de forma directa.
Estos elementos explican, también, el alto número de trabajo informal en el rubro (78%) y la tendencia a tercerizar el trabajo, desligándose de las obligaciones patronales. Es que al contratar talleres externos la cadena de costos se alarga y aumenta dando margen a que afloren los talleres clandestinos que para competir, pagan por prenda salarios irrisorios, trabajan en condicione inhumanas y en muchos contratan mano de obra esclava.
Producto de la crisis que se vive, el 43% de la capacidad instalada ya se encuentra ociosa. La inversión en tecnología y maquinaria es otra de las aristas que hacen a un producto más competitivo, tengamos en cuenta que en esta materia el país ya viene retrasado en relación a otros países. Por eso dejar ociosa las maquinarias e instalaciones hace que muchas de esas inversiones se pierdan y se deterioren con fuerte impacto a futuro.
Cada una de estas problemáticas del sector, que lo afectan hace años, se refleja en los altos costos de ventas de los productos textiles, donde por ejemplo un pantalón de jeans cuesta alrededor de $1000 (marca intermedia) y representa el 12% del salario mínimo vital y móvil.
Todas estas problemáticas las cámaras industriales referentes del sector se las vienen planteando al gobierno nacional, que dice coincidir en el diagnóstico pero no hace nada dejando que la situación se agudice. Respuesta que no sorprende teniendo en cuenta que el gobierno quiere reducir el déficit y enfriar la economía a base de desempleo y pobreza.
Coser para ganarse unos pesos
Como Mandarinas Mujeres por el Trabajo Digno, marca que nuclea emprendimientos textiles del movimiento Barrios de Pie, queremos expresar nuestra preocupación por la situación crítica del sector, pero sobre todo por la gran cantidad de trabajadores informales y de la economía popular que van a sufrir los coletazos de la caída de la industria y el consumo.
Es sabido que con unamáquina y conocimientos sobre costura se puede empezar a producir en pequeña escala, es parte de la realidad anteriormente expresada. Si bien no estamos de acuerdo con la desprotección que genera el trabajo informal y menos que menos con el trabajo esclavo, entendemos que para muchos significa una salida para paliar la situación económica. Y la ausencia intencional de políticas que protejan el sector y la producción local, no hace más que empujar a la pobreza a miles de argentinos y servir de caldo de cultivo para que el trabajo mal pago y en negro siga creciendo. Creemos un momento propicio para abrir un debate integral con vistas a conjugar visiones desde todos los actores de la industria textil para exigir medidas a largo plazo.
Hoy toda la industria está pidiendo que se declaré la Emergencia Textil, nosotros nos sumamos a este reclamo, para que se ejecuten políticas de protección al sector, recursos para paliar la situación y se pueda dar marcha atrás con los despidos.
Por nuestra parte, desde los emprendimientos de la economía popular, nos sentimos parte de la industria. Y entendemos que es cuando más fuertes debemos estar para contener a todxs aquellos que hacen de este oficio una forma de ganarse algunos pesos más para sobrevivir. Apostamos a la capacitación, al acompañamiento, al incentivo y al resguardo de todos estos trabajadores para que su comercio sea justo.
Nora Cervantes, coordinadora de Mandarinas textil