El Indec miente a los humildes
El Indec miente a los humildes
Muchos saben que provengo de los sectores humildes y que mi militancia transcurre principalmente en los barrios populares de Córdoba. Y es desde este lugar que observo desde hace unos meses un cambio en la situación social, de la cual no da cuenta ni el discurso oficial ni, mucho menos, el Instituto Nacional del Estadística y Censos (Indec).
Nota publicada en La Voz http://www.lavoz.com.ar/opinion/indec-miente-humildes
Las estadísticas señalan una caída de la actividad económica; los supermercados dicen que han vendido casi un 10 por ciento menos; los shoppings , en cambio, un 2,7 por ciento menos; en los almacenes de los barrios populares y trabajadores, la disminución es aun mayor. La diferencia en estas mediciones es seguramente porque quienes allí consumen provienen de diferentes sectores sociales.
Otra cara de la misma realidad es que “las changas” o aquellas actividades que son parte de la economía informal han desaparecido casi por completo. Las compañeras de los barrios cuentan el peregrinar de sus maridos para obtener trabajo o una changa, tarea cada vez más infructuosa.
Indigencia a la vista. Lo que cuento, obviamente, contradice lo que afirma el Indec, para el cual en el país imaginario y genial que describe, la pobreza y la indigencia disminuyen día a día. En su último acto de provocación a los humildes, sostiene que una familia tipo deja de ser pobre cuando cuenta con ingresos mayores a 1.458,87 pesos mensuales.
Invito a los ciudadanos de Córdoba a que observen en los centros de día o en los comedores populares de su barrio el aumento exponencial de la cantidad de personas que hacen cola para acceder a un plato de comida.
La falta de recursos y trabajo genuino se siente fuerte en los barrios. El récord del Programa Primer Paso, que superó en dos veces y media la estimación del Gobierno provincial, es una muestra de ello. A esto hay que sumar que la alta inflación hace estragos sobre los asalariados y los jubilados.
Como diría un ex presidente muy citado
por el Gobierno nacional, “la única verdad es la realidad”.
Ahora los pobres tienen que cargar con una doble imposición. Por un lado, la dura realidad que hace cada día más difícil encontrar trabajo genuino; por otro, la intención de la Nación de hacerlos “invisibles” para sostener un relato político.
Recortes.
A la indiferencia de las autoridades públicas nacionales, se suma el recorte de ayuda por parte del Gobierno provincial, que suspendió la ayuda a los centros de cuidados infantiles. Ésta consistía en cinco pesos por día, por
niño, para desayunar y almorzar. Desde febrero fue suspendida, lo que ha dejado a cientos de niños menores de cinco años sin recibirla.
Por eso señalo que se advierten señales preocupantes que afectan a los sectores más humildes y vulnerables de nuestra sociedad.
Como sabemos, los pobres son los últimos en recibir los beneficios del “derrame” y los primeros en sufrir las consecuencias del deterioro económico.
Por eso, como legisladora y dirigente barrial vamos a exponer la gravedad de la situación y solicitar el apoyo y la solidaridad de la mayor cantidad posible de fuerzas vivas para que, tanto el Gobierno nacional como el provincial, brinden las respuestas necesarias.
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