[Moreno] Cuando el Estado se corre, la cultura del descarte gana nuestros territorios. Por L. Moreno
El domingo en Cuartel V, Moreno, se realizó la misa de despedida del Párroco Eduardo Farrell de la comunidad.
Eduardo, el cura que se animaba a las misas en la calle, en las casas, a llevar la palabra y la iglesia a los lugares donde más se sufre, se tuvo que ir para cuidar su vida.
A los "Dueños " del barrio, las mafias narco, los mercaderes de la muerte como los llama Francisco, no les gustaba la prédica de Eduardo, siempre pronunciándose a favor de la vida y fue así que amenazaron con matarlo.
Antes, se cobraron la vida de Cesar Méndez, militante social que les daba pelea organizándose junto a los vecinos. Allí también, la voz más firme para denunciar la injusticia e impunidad de esa muerte fue la de Farrell.
A Eduardo lo abandonaron varias veces en todo este tiempo:
Los Estados, nacional provincial y local nunca acompañaron su cruzada contra la muerte. Allí donde desde la conformación de los asentamientos, ante la no intervención de ningún estado, junto a la urgencia de los que sangran la necesidad de un lugar donde vivir, llegan a nuestros territorios, disfrazados, camuflados, protegidos, quienes se van haciendo de lugares para diseminar la muerte de las drogas entre nuestros vecinos;
La policía que interviene a palos (cuando interviene) siempre contra los sin techo, mira para otro lado ante el avance narco;
El estado nacional, que desde hace varios años promete la instalación del Sedronar en la zona lejos aún de concretarse;
El estado provincial, responsable de la policía bonaerense que debiera cuidar la zona;
Responsable también del completo desmantelamiento de los CPA (Centros de Prevención de Adicciones), la salud y la educación publica.
El estado municipal que se desentiende casi por completo de los padecimientos y penurias de la periferia (varios barrios de la zona no tienen transporte local, servicios básicos, calles dignas, escuela) acusando siempre la Herencia y el poco tiempo de gestión;
La política toda, que no supo ni sabe poner en agenda prioritaria el tema del narcotráfico en nuestras comunidades.
La tristeza de un pueblo entero el domingo era total. La honda sensación de estar perdiendo una batalla que, gracias al sacrificio y entrega de seres como Eduardo, convocan a la esperanza de quienes no tienen casi más que eso.
El " Sacerdote a la intemperie" como él se definió deja un lugar que lo necesita mucho porque no supimos (todos) cuidarlo, acompañarlo ni hacernos carne de su lucha cabalmente.
Su partida no debe convertirse en un hito de desazón y desesperanza, ese debe ser el compromiso de todos los que queremos vencer a la cultura del descarte en nuestras comunidades.
La vida, el futuro y los sueños de miles de vecinos y vecinas están amenazados. Lo que le toco vivir a Eduardo debe sacudirnos, golpearnos la cara, interpelarnos y movilizarnos.
Urge que todos, fundamentalmente aquellos que tienen responsabilidad de gobierno nos embarremos del tema y nos animemos a poner sobre la mesa la necesidad de tener políticas publicas al respecto.
Faltan garantías para quienes se animan a denunciar, si las mafias se permiten echar a un cura, a los vecinos que no integran organizaciones poderosas como la iglesia no les queda camino posible que el silencio...
Nuestras comunidades sufren la ausencia total de alternativas para nuestros pibes. La escuela queda chica y sufre, la esquina y la tentación opulenta de las drogas arrecian fuerte sin nada más que la organización popular como posibilidad de defensa...sin el estado.
Entender la necesidad de darle batalla al enemigo mortal que avanza a los gritos en nuestros barrios es clave.
Políticas publicas de corto plazo: Garantía para el denunciante, control ciudadano al accionar policial ante estas denuncias y seguimiento de los procesos judiciales son más que precisas.
Políticas de contención y abordaje de la niñez generando las alternativas: deportivas, educativas, culturales que faltan en casi la totalidad de nuestros territorios.
Espacios de recuperación y tratamiento de las adicciones y un fuerte acompañamiento a quienes, con mucho esfuerzo construyen experiencias de este tipo en el territorio.
Estas son algunas de las cosas que humildemente circulan en los debates de quienes sinceramente nos sentimos muy preocupados ante la grave situación que vivimos. El estado, la política y sus instituciones no deben permitirse seguir abandonando a su suerte a las comunidades.
Una vecina sentenciaba en la misa de despedida: "La salud, la libertad y la felicidad de nuestros hijos esta terriblemente amenazada por las mafias, debemos defender la vida a capa y espada".
Hacemos nuestras esas palabras como consigna ante este enorme desafío de cuidar, defender y sonar una vida mejor para nuestros vecinos.
Lucas Franco
Prensa Libres del Sur Moreno