Carta Abierta a nuestros compañeros de Página 12
Sobre el crimen de Candela Rodríguez
Carta Abierta a nuestros compañeros y compañeras de Página 12
Desde hace varios años mantenemos importantes diferencias políticas en la lectura de la realidad política del país en general, y en la caracterización del gobierno nacional, con las personas que dirigen y producen Página 12. Esto no ha sido obstáculo para que desde nuestra parte –y creo que también desde la de los periodistas que hacen ese diario- nos siguiéramos considerando mutuamente compañeros del campo popular, que tenemos la honesta intención de defender los intereses de las mayorías, sólo que en esta etapa no compartimos la misma visión sobre cual es el camino mas adecuado a seguir para lograr esos objetivos. Desde este lugar es que hoy les escribo.
Me motivó dirigirles éstas líneas la lectura de la edición del día de la fecha, en que desde la tapa: “El fin y los medios” el tema central en el diario es el crimen de la niña Candela Rodríguez, el rol de los medios de prensa y el del conjunto de la sociedad ante situaciones como la que nos tocó vivir en los últimos días.
En la primera nota del diario firmada por nuestro querido Mario Wainfeld se lee “Los familiares de las víctimas de un delito merecen variadas formas de amparo y tutela. Entre las más importantes: ser protegidos y contenidos por las autoridades policiales y políticas, tener acceso como emisores a los medios de difusión, ser arropados (por ponerlo de algún modo) por la sociedad civil.
Esa centralidad, que en nuestro país tiene antecedentes e historia encomiable, no debe transformar a tales víctimas (los amigos y familiares lo son) en sustitutos de las agencias o instituciones estatales. No les compete asumir labores propias de jueces, fiscales o policías. Excede sus competencias y capacidades organizar la pesquisa y la comunicación masiva, componente ineludible de la misma. Tampoco es adecuado tomarlos como referencia acerca de propuestas de reforma penal o judicial. Menos que menos, en medio de la conmoción emocional lógica en tales circunstancias. Ni es misión de periodistas, canales de tevé o radios, comunicadores o entidades privadas, por loables que fueran sus fines y trayectoria.”
¿Los familiares y víctimas de todo tipo de delitos en la Provincia de Buenos Aires en general, y particularmente en el segundo y tercer cordón del conurbano, están verdaderamente “protegidos por las autoridades policiales”? Quizás el punto de partida de si “no les compete asumir el rol de jueces, fiscales o policías” debería partir de una caracterización de cual es el rol que hoy está cumpliendo la otrora “mejor policía del mundo” y su relación con el gobierno de Scioli, tema que no hace muchos meses fue largamente analizado pormenorizadamente en varias ediciones de ese diario, aportándonos muchos elementos que nos permitieron entender varias de las cosas que están pasando. En la historia reciente de nuestro país, antes y después de la recuperación de la democracia, muchas veces nuestro pueblo no sólo fue desprotegido por las autoridades de turno sino que sufrió despojos incalificables. Y una y otra vez tuvo que movilizarse y ejercer las funciones de fiscales y de investigadores, construyendo ONGs que cumplieron esos roles. Si esto no hubiera sucedido que hubiera pasado con los crímenes de la dictadura y con muchos otros que aun hoy siguen sucediendo en democracia. Especialistas insospechados de ser opositores, sostenedores de las mejores propuestas para una política de seguridad democrática, afirman que el crecimiento exponencial que han alcanzado delitos como el narcotráfico y la trata de personas, ha sido posible porque cuentan con cómplices y hacedores en las propias fuerzas de seguridad y complicidad de extendidos sectores de la justicia. Ante ésta realidad incontrastable en la Provincia de Buenos Aires, es que en el transcurso de gobiernos anteriores se propuso la creación de los Foros de Seguridad para promover la participación de la población. No sé si ésa es específicamente la mejor herramienta para avanzar, pero lo cierto es que la única posibilidad de buscar la salida de este campo minado, continúa siendo movilizarnos y caminar cuidándonos entre todos.
Junto con esto aparece el rol de los medios. Se alude en el diario una y otra vez a la irresponsabilidad en la difusión de “datos de la investigación”, y la filmación en directo de los allanamientos. En otra nota de la misma edición León Arslanián, crítico implacable de la política de seguridad actual del gobierno de Scioli, por un lado afirma que la policía hizo “un gran despliegue de acuerdo a la gravedad del caso” y critica la “la intromisión mediática…que complicó notablemente el caso”. Pero por otro lado agrega: “no son responsabilidad siempre de los medios, sino de quien deja que intervengan cuando no deben hacerlo”
¿Quién sino la policía pasa los datos y quién avisa de los allanamientos? Para este caso, y para todos los días del año, muchos de los periodistas de policiales de todas las redes televisivas –especialmente los que trabajan en las más cuestionadas desde el gobierno por opositoras- muchas veces cuentan con información que no debería trascender, que obviamente les pasa la propia policía. Esto, como muchas otras cosas, no sólo está naturalizado, sino que habitualmente el periodista que cuenta con el dato que debería ser más protegido, es el mejor, el más exitoso.
Si embargo compañeros, lo que me pareció mas preocupante de la forma que Página trata este tema hoy domingo cuatro de setiembre, es el título del reportaje a la representante del Ministerio de Justicia que dirige el área de personas menores extraviadas: “La difusión no hace que encontremos los chicos”. Siempre pensamos que las cosas eran al revés, que hay que denunciar y difundir lo más rápido posible. Pero no es un título sacado de contexto sino responde a la idea central con que trabaja la funcionaria. Dice “Los casos casi nunca se esclarecen por la difusión de una imagen. La inmensa mayoría se resuelve utilizando los canales institucionales correspondientes” Volvemos al principio y pongamos las cosas en contexto. ¿La policía y la justicia de la provincia de Buenos Aires, son canales institucionales que nos protegen? Además de lo que Uds ya conocen de cómo actúa la policía deberían buscar alguna información de los fiscales de Morón que trabajan en el caso, enredados en viejas acusaciones por complicidad en delitos en la época de la dictadura, y hoy gestores de causas truchas para perseguir opositores políticos a los barones del conurbano como el Intendente Othacehé.
Finalmente Mariana Carbajal, autora de encomiables notas sobre la trata de personas y la violencia patriarcal contra las mujeres, acá nos habla de “El mito urbano de la Trafic Blanca”. El trabajo de las organizaciones de mujeres firmemente apoyado y profusamente difundo por periodistas como Mariana Carbajal, es lo que ha permitido que en los últimos tiempos salieran a la superficie miles de denuncias de violencia contra la mujer, entre ellas las que tiene que ver con la existencia de las redes de trata. En este marco es probable que aparezcan algunos “mitos urbanos” o exageraciones muy puntuales, pero en un contexto en el que todavía es mucho más lo que pasa realmente que lo que conocemos. Las redes de trata actúan delante de nuestras narices secuestrando mujeres para prostituirlas, trasladándolas de un lugar a otro del país, cosa que pueden hacer porque cuentan con la complicidad de la policía y la pasividad de varios de los canales institucionales que deberían actuar. Sabido es que uno de los recursos con que cuentan estos delincuentes, es la desconfianza incorporada al sentido común patriarcal hacia las denuncias de desaparición de mujeres. Con el clásico y falso “hay que esperar 48 horas antes de tomarle la denuncia” todavía nos reciben en la mayoría de las comisarías. Claramente estas posibles exageraciones son una manifestación de que se está perdiendo el miedo, no un plan para instituir “la sociedad del miedo” como afirma la nota complementaria en la misma página, aunque haya alguno que imagine poder aprovecharla en este sentido. Es preferible tener algunas exageraciones a que sigan ocultándose denuncias de desapariciones por miedo o vergüenza. Respecto a la Trafic Blanca probablemente sea cierto que no se encontró ninguna prueba concreta de su presencia, lo que no significa que debamos desechar su existencia.
Compañeros y compañeras de Página 12, el crimen de Candela principalmente volvió a sacar a luz la extensa y profunda complicidad de la policía, parte de la justicia y el poder político, con el delito organizado en la Provincia de Buenos Aires. Sobre esa realidad actúan algunos medios –a los que también hay que denunciar- tergiversando los hechos y encubriendo a los verdaderos promotores de estas situaciones. Los protocolos que hay que respetar, que incluyen la discreción durante determinados períodos de la pesquisa, funcionan si los que investigan están insospechablemente del lado de las víctimas, y no son parte de las bandas que nos asolan. En estos casos esos momentos de silencio sólo sirven para darle tiempo para que los delincuentes se acomoden mejor.
Mientras tengamos fundadas sospechas que esto es lo que sigue sucediendo es indispensable impulsar firmemente la movilización popular y las denuncias públicas, y también que surjan muchos “famosos” exigiendo respuestas y aclarando –como ellos lo hicieron- que no están pidiendo mano dura.
Con el afecto y el respeto de siempre.
Isaac Yuyo Rudnik
Movimiento Libres del Sur
4/09/2011
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