Binner acaricia el sueño de quedar segundo

 

El socialista Binner acaricia el sueño de quedar segundo tras la presidenta

Los sondeos favorecen al exgobernador de Santa Fe, un aspirante nada carismático a la presidencia argentina

 
S. GALLEGO-DÍAZ Buenos Aires 18 OCT 2011 - 20:26 CET7

Hermes Binner es serio y además cuesta un mundo enfadarle,sacarles de sus casillas o forzarle a que levante la voz. Jamás insulta ni descalifica al oponente. Eso, que quizás podría ser una ventaja en Suiza, de donde proceden sus antepasados, es un rasgo muy complicado para tener éxito en la política argentina, acostumbrada a líderes carismáticos, discursos inflamados y al descrédito permanente del oponente. Para colmo, se empeña en hablar de programa, programa, programa y se pone todavía más serio cuando habla del respeto a las instituciones. Solo se le escapa una sonrisa cuando pasa revista a su familia: “Tengo tres hijos que son médicos y una hija que es ingeniero industrial…y un niño, Emilio, de 11 años, que va a la escuela”. Su segunda esposa es arquitecta y sigue trabajando en Rosario, alejada del ajetreo electoral.

Faltan pocos días para que se celebren las elecciones presidenciales argentinas y el candidato socialista, de 68 años, tiene, según los sondeos, su sueño al alcance de la mano: situarse en el segundo puesto, por detrás de Cristina Fernández de Kirchner, pero por delante de todos los demás líderes de la oposición, un resultado que sería histórico, no solo porque llevaría a primer plano al pequeño Partido Socialista, sino también porque supondría la consagración de un político que no reúne ni una de las características más clásicas del escenario argentino.

Esta claro que a Binner no leda el carácter para inventarse otro papel y que sus votantes tienen que aceptarle como es: un político nada carismático, incapaz de excitar a una multitud en un mitin. Un médico acostumbrado a la disciplina hospitalaria, que ha hecho carrera política en su provincia natal, la rica Santa Fe, con un discurso,y una gestión, de izquierda moderada. “En todos los años que he sido, primero alcalde de Rosario, y después gobernador de Santa Fe, nunca he tenido una denuncia por corrupción”, explica, sin ocultar su orgullo.

El candidato toma mate pausadamente mientras le entrevistan en Radio Continental.

Ha viajado toda la noche en coche desde Córdoba porque las cenizas volcánicas que torturan otra vez a las compañías aéreas obligaron a suspender vuelos. Huye de cualquier palabra fuerte y solo se enciende cuando habla de la imperiosa necesidad de que Argentina no desaproveche la magnífica situación que se le presenta para normalizar su vida institucional y asentar el crecimiento económico. “No puede ser que en el mes de septiembre hayan salido de este país 3.600 millones de dólares, de gente que renuncia a reinvertir y que se marcha porque no cree tener suficiente seguridad jurídica”, protesta.

Binner esta convencido de que estas elecciones van a cambiar realmente el panorama político de Argentina. “Va a haber una recomposición política importante”, explica a EL PAÍS. Confía en que después del 23 de octubre se abrirá la posibilidad de atraer a su coalición, el Frente Amplio Progresista, a sectores del radicalismo e, incluso, del peronismo, que comprenden ya que hay que producir un cambio sustancial en la estructura política del país, anquilosada.

“No se trata de crear una tercera fuerza. No hay espacio para eso. Se trata más bien de rearmar, determinar juntando de otra manera diferente formaciones ya existentes”,asegura. Binner siempre ha sido un atento observador de lo que pasaba en el vecino Uruguay, con la formación de un Frente Amplio, que fue capaz de romper la hegemonía de los dos partidos clásicos que se turnaban históricamente en la presidencia del país y que lleva tres mandatos consecutivos en el poder. Su modelo se acerca probablemente más al de Tabaré Vázquez y Pepe Mújica que al de otros experimentos desarrollados en Argentina.

Alcandidato socialista le reprochan que sus críticas al gobierno Kirchner no seanlo suficientemente fuertes o duras. “No es así. Somos muy serios en nuestras criticas, pero somos también independientes y votamos en el Congreso de acuerdo con nuestras ideas, no para dar la razón o quitársela a nadie”, asegura. Y da una larga lista de agravios con respecto a Cristina Fernández de Kirchner: “Hemos denunciado al gobierno en la Corte Suprema porque no nos da los fondos que nos debe en Santa Fe. Critico que mantenga en el gabinete a personajes como Guillermo Moreno y que no luche contra la corrupción. Me quejo de que no acepte el menor dialogo. Una vez me reuní con ella durante media hora y no paró de hablar y de hablar. No escucha”.

Binner no alza la voz ni cuando cuenta que durante las elecciones primarias celebradas el pasado mes de agosto, los representantes de su partido recibieron, solo en el área del Gran Buenos Aires, más de 350 quejas porque votantes peronistas que entraban en el cuarto oscuro a elegir papeleta aprovechaban para sustraer todas las del Partido Socialista. ¿Se interrumpen las elecciones hasta que vuelve a haber papeletas? “En absoluto. Aquí nadie para nada. Si hay cerca un interventor nuestro, repone las boletas, sino, el votante vota en blanco o se le anima a eligir otra opción. Eso pasa una y otra vez, en una y otra elección, y no hay forma de que el gobierno ponga en marcha un sistema de papeleta única, como hemos hecho en Santa Fe, que impida esos abusos”.

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