[Córdoba] A 102 años de la Reforma universitaria: desafíos de la Universidad que viene.
A 102 años de la Reforma universitaria: desafíos de la Universidad que viene
Se cumplen 102 años de la Reforma Universitaria que, impulsada por el movimiento estudiantil desde Córdoba, transformó las estructuras de la Educación Superior y favoreció movimientos de ruptura y cambios en todo el continente en el marco de los procesos políticos que se daban en el país y en la región en la época. Por primera vez en contexto democrático, nos toca rememorarla lejos de las aulas.
Los y las reformistas del ‘18 pusieron en jaque a un orden conservador, en el que primaban los acomodos, la reproducción de privilegios, la eternización en el poder y el oscurantismo. Frente a esa vieja estructura, plantearon a la autonomía académica, el cogobierno por parte de la propia comunidad universitaria, los concursos docentes, la apertura y libertad de cátedras y a la libre asistencia de estudiantes a clases como bases de una Universidad democrática.
“Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan.“ Manifesto Liminar 1918.
Las Universidades, en Argentina y América Latina tienen como principal desafío generar conocimientos y acciones pertinentes a las realidades sociales de la región más desigual del planeta. Momentos de crisis globales como la que estamos atravesando, señalan la urgencia de poner a las Universidades, instituciones públicas en las que la sociedad argentina más confía, al servicio de las necesidades del pueblo. Reinterpretar el espíritu reformista significa hoy formular modelos alternativos que contengan e incluyan problemáticas emergentes.
La reforma propuso sentar las bases para una educación que alcanzara a sectores excluidos. Hoy más que nunca, debemos proponernos retomar su espíritu popular transversalizando el compromiso social en todas las funciones de la universidad jerarquizando la función de la extensión. Lo que nos permitirá la cooperación interactiva entre universitarios y otros actores para contribuir a la construcción y uso socialmente productivo del conocimiento, priorizando la atención de los problemas de los sectores más postergados. Presenciamos un mundo universitario que mejora su calidad académica, pero no se amplía. Urgen aumentar universos de sistemas de becas y acompañarlas de tutorías, en las que participen masivamente estudiantes y egresados de las Universidades Públicas.
Realizamos un relevamiento de 12 Universidades Nacionales, a partir del cual pudimos exponer que actualmente conviven sistemas representativos disímiles.Mientras hay países con democracias fuertes que están discutiendo o implementaron sistemas electorales más representativos que el Sistema D’Hont, existen actualmente en las Universidades argentinas un gran porcentaje que aún mantiene sistemas menos representativos como el Proporcional Directo. Aún existen universidades en la Argentina en que en el cogobierno no participan los trabajadores no docentes, como es el caso de la Universidad de Buenos Aires. La garantía de democratización es la pluralidad de voces de todos los claustros.
Pensar en la inclusión hoy es pensar políticas para los ausentes, aquellos que no llegan o se van de la Educación Superior. En la Argentina hay casi 10 millones de jóvenes, de los cuales 2 millones están en sistema universitario, que presenta hoy una deserción de casi el 50%. Otro 50% hoy no está terminando el colegio secundario en tiempo y forma. Estos datos nos hablan de miles de pibes, que quisieron, volcaron sus expectativas y terminaron fuera o de jóvenes que crecen pensando que la Universidad no es para ellos. Si la Educación Superior es un Derecho Humano, también lo es el acceso a educación. En ese sentido, urge pensar políticas públicas que garanticen el acceso a medios que permiten educación, como lo son hoy en día los datos móviles y computadoras para acceder a la cursada virtual.
En este sentido, es el movimiento estudiantil quien históricamente ha retomado y resignificado las luchas por la verdadera inclusión en el sistema universitario, proponiendo sistemas de becas, regímenes especiales para estudiantes trabajadores y/o con familiares a cargo, entre otras reivindicaciones y conquistas. El Boleto Educativo debe constituirse como un derecho y aplicarse a nivel nacional.
El status quo que enfrentaron los y las reformistas puede identificarse en la generalidad de los planes de estudio. La mayor parte de ellos enuncian trayectorias académicas de 4 a 6 años totalmente irreales, que se transforman en carreras en las cuales estudiantes deben invertir al menos 7 y hasta más de 10 años de cursada. Hoy en día, por ejemplo, el promedio para recibirse de ingeniero es de 12 años. Pero no sólo eso, también podemos encontrar otras falencias estructurales: la falta de articulación teórica-práctica al no favorecer elaboraciones críticas, reflexivas y situadas; el sostenimiento de la apariencia de que existen perspectivas únicas o al menos más aptas al no contemplar en las curriculas la pluralidad teórica y metodológica y la falta de pertinencia de los contenidos desarrollados con respecto a los debates de la sociedad actual. Debemos formar profesionales que estén preparados para los problemas del futuro y no sólo sobre los que se escribieron más de 10 años atrás. No es extraño que un plan de estudio tenga más de 30 años. La actualización de los mismos es un debate pendiente que nos urge. Debemos repensarlos, revisarlos y confeccionarlos centrándonos en la resolución de los problemas de nuestra sociedad y en las trayectorias académicas actuales de las personas que se insertan en dichas carreras.
Tuvimos muchos avances en estos años, pero siempre está latente la tentación de volver sobre nuestros pasos. Existe una universidad que dá gestos de dignidad, como cuando en 2009, la Facultad de Psicología rechazó los fondos que provenían de la las multinacionales mineras promoviendo un amplio debate sobre la soberanía nacional y educativa. Otro ejemplo fue el reconocimiento de la identidad de género adoptada y autopercibida de cualquier persona a su solo requerimiento a partir de 2011, antes de que se promulgara la Ley Nacional 26.743. Hoy, en pleno 2020, la UNC avanza en un convenio con Scholas, dependiente del Vaticano, lo que despierta preocupación para quienes nos preocupa la autonomía de las grandes empresas y los dogmas de todo tipo y para quienes buscamos defender los postulados seculares de la Reforma. La Universidad puede enseñar o retrasar en un simple gesto y esas tensiones conviven todos los días.
Reflexionar sobre el legado de la Reforma del ‘18 nos pone en frente al enorme desafío de tomar políticas concretas para mantener vivo su espíritu latinoamericanista, promocionando espacios de encuentro para abordar las problemáticas presentes. A su vez, el sistema universitario tiene una gran deuda en materia de igualdad de género. En ese sentido, resta un camino de paridad en órganos de cogobierno, aplicación de la Ley Micaela en todas las Universidades Públicas y generar las condiciones institucionales para la igualdad. La intervención por parte del gobierno de Bolsonaro a las Universidades brasileñas generó altos niveles de rechazo y la inmediata solidaridad de la inmensa mayoría de la comunidad universitaria argentina, que le otorga valor a sus órganos de co-gobernados. Uno de dichos espacios, el Honorable Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba, sin embargo, hace 90 días que no sesiona. Quedan restarse varias vergüenzas para construir un horizonte democratizador: el de una Universidad más inclusiva, comprometida y democrática. Vivimos una época mundial difícil, de transición en muchos aspectos, pero es también una oportunidad para contribuir con todo ese bagaje a un nuevo salto de calidad, a la dinámica del pensamiento enfrentando grandes problemas.
Tomás Battaglino.
Estudiante de Historia y Consiliario estudiantil por el Movimiento Sur - AVANZAR.