El radicalismo propuso ayer en la reunión nacional que congregó a sus dirigentes nacionales en la universidad de Buenos Aires, constituir “una multisectorial, sin fines electorales, para frenar las acciones del gobierno nacional”, donde participen, además de los partidos políticos opositores,“los sectores del trabajo, los movimientos sociales, los estudiantes y los intelectuales”.
Es una propuesta que debemos tener bien en cuenta, frente a un gobierno como el de Cristina Kirchner que no tiene ningún límite en el uso del poder político. Que busca condicionar e imponer sus designios e intereses a la justicia, que opera en el mismo sentido para obtener impunidad para la corrupción de sus funcionarios; que hostiga sistemáticamente a gobiernos provinciales, municipales y dirigentes que no le son adictos, usando para ello los recursos económicos del Estado, arteras operaciones políticas asentadas en los aparatos de inteligencia, y un manejo cada vez más monopólico de los medios de prensa; para el que la palabra federalismo -es sólo eso-, una mera palabra que se puede violentar sin inconvenientes.
Un gobierno de doble discurso, que se viste de progresista y que luego introduce descaradamente leyes propias de la derecha, como la “antiterrorista” y la reciente de riesgos de trabajo, y que apaña criminales conductas represivas de sus gobernadores adictos. Una administración que persigue a los opositores con la AFIP y monta para con éstos campañas de desprestigio que parecen copiadas de la época del macartismo. Y que, encima, está dispuesto a todo para ver si logra reformar la Constitución tras el objetivo de conseguir la reelección indefinida para la actual presidenta.
Ya venimos desde la oposición emitiendo señales de que no estamos dispuestos a dejarnos avasallar libremente. Defendimos en conjunto a Leandro Despouy del descarado e ilegal intento K de desplazarlo de la Auditoria General de la Nación para que no los investigue más. Hicimos causa común para evitar la ofensiva gubernamental en el Consejo de la Magistratura, orientada a tener una justicia dócil a sus dictados y manejable. Hemos puesto, de hecho, en marcha un gran movimiento de opinión en contra de la re-reelección, cuyo impacto ya ha sentido el gobierno y lo ha obligado -por ahora- a esconder sus planes. Son experiencias a tener muy en cuenta.
Hay que explorar la manera de profundizar esto en el menor tiempo posible. Afirmando de esa manera nuestro acuerdo de frenar el prepotente y agresivo avance del kirchnerismo sobre los medios de comunicación, las instituciones, la democracia. En definitiva, sobre los derechos y garantías que son de todos y todas las argentinas.
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