YPF

YPF

Me gusta mucho el viejo logo de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, una bandera argentina rodea las iniciales; toda una alegoría de lo que era hace años esa empresa, fruto del esfuerzo de varias generaciones de argentinos que creyeron en Mosconi y su proyecto.

En aquellos años, YPF nos daría la energía para el desarrollo, soberanía y hasta un paradigma de la gestión publica, donde la honestidad era una marca registrada.

Hablar de YPF hasta el lunes pasado era hablar de saqueo, de década menemista, de entrega de un capital social acumulado enorme del pueblo argentino. Hablar hoy de YPF es diferente, la recuperación parcial por parte del gobierno viene a reparar y cambiar el sentido que viene teniendo la explotación de hidrocarburos en nuestro país.

Pero no hay que olvidar como pasamos de enorgullecernos de esta empresa y luego permitir en los 90 que la vendieran a precio vil. Para ello hay que recordar que durante la dictadura militar primero, y el gobierno de Raúl Alfonsín después, fue administrada pésimamente, con la complicidad de la burocracia sindical, creando con ello el caldo de cultivo para que después Menem y el PJ la regalara a REPSOL.

Lamentablemente los que se oponían a su privatización eran minoría en 1992, al camino de la liquidación de YPF le siguió Ferrocarriles Argentinos, Gas del Estado, Entel y Aerolíneas Argentinas.

Gobiernos argentinos que pusieron en manos de empresarios privados las empresas públicas fueron los responsables de la pérdida de soberanía en áreas tan amplias como energía, hidrocarburos, telecomunicaciones y aviación comercial. Fue la dictadura militar la que abrió el camino a esta política, pero la continuaron gobiernos de la UCR y del PJ. Los empresarios a los que me refiero bien caben en la definición de cipayo de Arturo Jauretche “son las elites dominantes o ciudadanos funcionales a  potencias colonialistas ”.

El grupo Petersen y una linda forma de comprar.

El grupo Petersen empezó en nuestro país en la década del 20; orientado por Enrique Ezquenazi fue siempre un gran aliado de los gobiernos neoliberales, en sus áreas de intervención, está el sistema financiero donde tiene la propiedad del Banco de Santa Cruz, el Banco de San Juan y el Banco de Santa Fe, todos adquiridos en la década de los 90. Pero también posee negocios en Agroindustria, (mismo rubro que la sociedad rural), obras de ingeniería y por supuesto el 25% de las acciones de YPF.

Es bueno recordar como entró a YPF: Enrique Ezquenazi fue definido por el gobierno como un “burgués nacional”. Amigo de Néstor Kirchner, quien lo conoce desde cuando gobernaba la provincia de Santa Cruz, el grupo compró el Banco Provincial de Santa Cruz, del cual Enrique Eskenazi es hoy su presidente. Dicen que algo tuvo que ver esa amistad en la forma en que se sacaron del país los fondos millonarios que la provincia de Santa Cruz cobró precisamente por la venta de las acciones de YPF a Repsol.

Como verán en la década menemista también las provincias se llevaron su parte del desguace del estado; y la provincia de Santa Cruz con Néstor Kirchner a la cabeza no fue la excepción.

En el año 2007 Néstor Kirchner impulsó el ingreso de su amigo Ezquenazi a YPF, algo que se concreta entre 2008 y 2010. Un grupo de bancos extranjeros entre los que está el Banco Credit Suisse prestó el dinero para que este empresario compre a cuenta las acciones de la empresa. La compra se pagaría con los futuros dividendos por utilidades que repartiría la empresa. Mas allá de las suspicacias de que el Banco Credit Suisse es el mismo donde la Provincia de Santa Cruz depositó los famosos fondos que obtuvo por la privatización de YPF en los noventa, lo cierto es que el Grupo Petersen de la familia Ezquenazi no puso un peso, y su ingreso se pagó con las utilidades que YPF ganó los años siguientes. De esta manera, se repartieron ganancias en detrimento de inversión en exploración; y Repsol las utilizó para hacer crecer a la empresa española en otros lugares del mundo.

La reestatización del 51 %.

Es grande la alegría por la expropiación de las acciones de YPF que decidió el gobierno de Cristina; es sin dudas un hecho histórico para nuestro pueblo que significa un cambio de sentido en la política energética.
Pero no todo es alegría, en el marco del festejo hay que abrir bien los ojos. El grupo Ezquenazi tiene un cuarto de YPF y es parte de los grupos económicos que en los 80 y 90 dirigían las empresas públicas para abrir luego el camino de su liquidación. Es llamativo y sospechoso que la Presidenta no haya propuesto reestatizar la parte de sus acciones. Esperemos que como sucede en otras áreas, el discurso nacional y popular del gobierno no sea un caballo de Troya donde los grupos económicos locales vienen dentro para hacer del patrimonio público y los recursos de la nación un negocio privado. Ejemplos de esta política de “capitalismo de amigos” sobran, y van desde la megamineria a cielo abierto impulsada por capitales extranjeros hasta las concesiones de los trenes con el clan Cirigliano a la cabeza.

El apoyo popular a la medida se palpa en la calle, pues YPF es un símbolo nacional que representa la imagen de un país que una vez fue soberano y con un pueblo feliz. Hay que apoyarla, pero no debemos engañarnos a nosotros mismos, la bandera que rodea las siglas de YPF todavía no está completa, hay mucho cipayo suelto todavía por ahí. 

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