Sin ley y sin justicia

 

Sin ley y sin justicia

 

COMODORO RIVADAVIA DESPUÉS DEL FALLO DE LA CORTE

 

 

 

Fue el caso que hizo pronunciar al máximo tribunal de justicia sobre abortos no punibles. Y que demuestra qué situación tendría que enfrentar hoy una niña violada.

 

La casa de Luisa Fuentes y de
sus seis hijos está sobre un cerro
cercano al centro de Comodoro
Rivadavia. Es calentita. Lo
primero que se ve es una mesa
amplia, un mueble con muchos recuerdos
y una montaña de ropa de todos colores
y tamaños recién sacada de la cuerda.
Explica que lo que le pasó a su hija A.
G. los afectó a todos, incluyendo a los más
chiquitos, que la vida les dio un vuelco.
“Creés que tenés un hogar tranquilo y de
repente te pasa ésto. Vos no sabés qué esconde
cada ser humano”.
El día en el que se enteró de que su pareja
Orlando Nahuelmir había violado a su hija
mayor, (sólo se usan las siglas A. G. para
proteger su identidad), llamó a su hermano
Víctor para que alejara de esa casa y la trasladase
a otro lugar junto a sus hijos. Todos se
acomodaron como pudieron en la casa del
tío Víctor. “Pensé en recurrir a la Justicia –relata–
porque mi ex marido tiene un cargo en
la policía de la provincia. Creí que iban a ser
duros con él justamente por ser un funcionario
del Estado. Y nada que ver. Todavía estamos
luchando para que cumpla condena”.
El violador fue penado con 8 años de prisión
por el delito de estupro, no de violación,
y sigue libre. El juez Martín Montenovo,
de la Cámara Penal de Comodoro
Rivadavia, explicó en una radio local los
fundamentos de su insólito fallo: “Para que
pueda haber condena es necesario que el
que realiza la acción despliegue una serie de
medios, como lo son la violencia, la intimidación,
amenazas o abuso de alguna relación
de poder en distintos ámbitos. Si no
existen estos medios no podemos hablar de
violación”. Luisa considera que aún no pueden
ponerle punto final a esta historia oscura
hasta que Nahuelmir sea encarcelado.
A pesar de esa profunda injusticia que
duele cada día, la familia sigue adelante
tratando de rearmarse. A.G. cursa el último
año en la escuela secundaria, trabaja
por la mañana, continúa su tratamiento
psicológico y se está preparando para ir a
vivir a Córdoba. “Va a estudiar Medicina
–informa la madre–. Yo no quería que viaje,
pero me dijeron que le hará muy bien
cambiar de ambiente, de amistades”. Empezar
de nuevo.
Con los ojos llorosos reconoce que “el
dolor de mi hija abrió muchas puertas”,
en referencia al fallo de la Corte Suprema
de Justicia que en marzo pasado estableció
un único criterio de interpretación sobre
el inciso 2 del artículo 86 del Código
Penal. El pronunciamiento dice que “las
mujeres víctimas de una violación pueden
practicarse un aborto sin necesidad
de una autorización judicial previa, sólo
basta una declaración jurada que la víctima
o su representante deberá entregar al
médico actuante”.

 

Los chicos no inventan

Hay muchas nenas y mujeres que
pasan por esto, una se cree que solo
le pasa a uno y no es así. Lo primero
que tiene que hacer una como mamá es
creerle al hijo”, es la lección del calvario de
Luisa. “Los chicos no inventan que los están
tocando, que están abusando de ellos. Hay
que escuchar y no dudar de lo que cuentan”.
Dice, además, que la confianza y la libertad
que siempre les dio a sus hijos fueron fundamentales
para que la nena mayor hiciera la
denuncia y salvara a sus hermanitas de un
posible abuso. “Yo tomé una decisión y no
medí las consecuencias. Hay madres que se
sienten condicionadas por el sustento económico
del hombre, pero la plata va y viene, y
los hijos son lo único que tenemos”.
Desde octubre pasado, Luisa trabaja como
portera en una escuela de Comodoro.
Hasta ese momento sólo se mantenían con
el salario de la abuela de A.G., que trabaja
como empleada doméstica. “Vamos saliendo
adelante. Mis hijos me dicen que están
orgullosos de mi y eso me da mucha fuerza”.
Luisa, A.G. y la abogada que llevó adelante
el caso, Sandra Grilli, contaron –durante
el largo proceso que comenzó con el pedido
al Poder Judicial de acceder a un aborto
para la nena hasta la concreción de la intervención
quirúrgica– con un grupo persistente
de organizaciones que las acompañaron
en el reclamo. Laura Lazcano, integrante de
la agrupación Mumala, resalta que se unieron
más allá de las diferencias: “Había grupos
que apoyaban la interrupción del embarazo
sólo en este caso y otros que íbamos
por la despenalización completa de la práctica,
pero pudimos movilizarnos y acordar
acciones de manera continua. Fue todo un
aprendizaje y un gran logro para el movimiento
de mujeres de todo el país”.

 

 

El laberinto judicial

La violación de A.G. ocurrió en noviembre
de 2009. En enero del año
siguiente la madre, Luisa, pidió a la
justicia Penal que autorizase el aborto, habiendo
ya sido denunciada la violación que
causó el embarazo. El juez penal eludió su
competencia constitucional argumentando
que él sólo investigaba el delito. Luego, la
madre presentó su pedido a un tribunal de
Familia que también lo rechazó por motivos
formales. Entonces, la causa llegó hasta el
Superior Tribunal de la Provincia de Chubut.
Esta instancia emitió un fallo el 8 de
marzo de 2010 que avalaba la interrupción
del embarazo de la adolescente.
Jorge Maquilarena, Procurador General
del máximo tribunal de la justicia provincial
recuerda ahora: “Para mí nunca hubo dudas
respecto de lo que trata el artículo 86 sobre
aborto no punible. Son dos supuestos distintos:
uno es cuando existe un riesgo para la
salud de la madre, que no se puede evitar
por otros medios, y otro cuando existe una
violación a una mujer idiota o demente”. El
magistrado agrega: “Estos dos supuestos no
pueden unificarse en uno. Claramente es el
caso A.G. trataba de una violación. La victima
tenía en ese momento 15 años y no podía
dar un consentimiento válido. Otro aspecto
para evaluar era si el caso debía ser
judicializado o no. Había un fallo de primera
instancia que decía una cosa, otro que decía
otra, pero en definitiva no se autorizaba
el aborto. Por eso llega al superior tribunal y
a mí me toca dictaminar. Dije que no hacía
falta la autorización judicial”. Consultado sobre
las razones para rechazar los abortos que
el Código Penal autoriza, Maquilarena opina:
“No puedo descartar que en los fallos
que negaron la interrupción del embarazo
haya cuestiones religiosas. Pero lo que tenemos
que hacer los que impartimos justicia
es interpreta
r la ley, de lo contrario estamos
legislando y esa es tarea de otro poder”.
Objetores sin conciencia
Es casi una obviedad hablar de la
decadencia del Sistema de Salud”,
afirma Susana Muñoz, médica generalista
y coordinadora de la Tecnicatura
en Salud Comunitaria de la provincia de
Chubut, sede Comodoro Rivadavia. El espacio
funciona en el Hospital Regional que
negó el aborto a A.G. La doctora explica el
contexto: “En el marco de crisis que vive la
salud pública hoy no hay tiempo de plantear
cosas vinculadas al género. La mayoría
de los trabajadores de la salud son mujeres
que traen –al igual que sus compañeros varones–
un montón de mandatos. Y no hay
espacios para tratarlos, aunque sería muy
importante ya que afectan su trabajo con
los pacientes que llegan a la consulta”.
La doctora entonces se pregunta: “¿Cómo
se va a atender a las mujeres que llegan antes
de un aborto, incluso aunque estuviera
despenalizado? Habría un montón de situaciones
en las que esa mujer sería criminalizada
o cuestionada por su moral. No vamos
a avanzar si no hay trabajo con los servicios
de salud, por más que existan las leyes que
son un valioso aporte”.
En este sentido, un dato revela el alcance
de lo que dice la doctora Muñoz: en el
Hospital Regional de Comodoro Rivadavia
solo una persona de un equipo formado
por 6 profesionales del servicio de Toco-
ginecología está dispuesta a realizar los
abortos cuando los embarazos son producto
de una violación, tal como autoriza
la ley. El resto figura en la nómina de objetores
de conciencia. Una sola profesional
que, si está de licencia, deja el servicio sin
médico disponible. En cero.
Por otro lado, la doctora Muñoz brinda
una radiografía de las víctimas: las adolescentes
que son violadas. Cuenta que en el
caso de los abusos que se dan en forma prolongada,
la tendencia es que quieran seguir
adelante con el embarazo. “Hay un elemento
muy fuerte de idealización de este bebé
que va a nacer porque viene a reparar daños
que tuvo la niña. Y es importante entender
que en estos casos el bebé no es un objeto
que sirve para aliviar situaciones de
violencia. En cambio, cuando la chica viene
muy convencida de no querer el embarazo,
lo doloroso para ellas –relata la médica– es
que todo el mundo se confabule en contra.
Es terrible el vínculo que se va a generar con
ese hijo”. Aclara que cualquiera sea la decisión
que tome la adolescente es muy importante
que sea escuchada, acompañada y
que se le brinde toda la información disponible
en forma clara y rápida. Para la especialista,
estos casos revelan grandes deudas
del Estado y de la comunidad médica y no
médica, que elige no ver ni comprometerse
con las víctimas de abuso.
Este es el panorama que debe enfrentar
hoy una niña violada en Comodoro. Nada
hace suponer que sea diferente en lugares
en donde todavía la violencia institucional
contra las mujeres es más fuerte incluso
que la letra de la ley.

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