¿Quién es la espalda del modelo?

¿Quién es la espalda del modelo?

“No nos quedemos congelados en la foto, hablemos sobre nuestros legítimos intereses sectoriales para que se conjuguen mejor con una visión de sentido compartido, que rompa con los moldes dicotómicos" De Mendiguren, titular de la UIA. Discurso en Tecnópolis el 1 de septiembre de 2011

Todos los meses del 1 al 5 voy a la administración de la clínica donde trabajo a buscar el recibo de sueldo. Más que todo es para chequear los feriados trabajados o las horas extras, para ver si está bien liquidado. Además, por si (toco madera) tengo que ir a la obra social a sacar algún bono o autorizar alguna orden. El acto reflejo es mirar justo esos ítems que nos interesan: horas extras, al 50, al 100, feriados, y por supuesto el numerito final, ese del costado derecho abajo, el del bolsillo. Todas las cuentas vienen en ese instante a la cabeza, los gastos fijos: luz, gas, celular, Internet, seguro, alquiler, cuota alimentaria (en el caso de los padres separados), patente (si tenés moto de menos de 250 cilindradas no), lo groso (algunos que usan tarjeta de crédito le agregan el mínimo a pagar). Después, con lo que queda de esa primer cuenta “a vuelo de pájaro”, empezás a pronosticar los otros gastos: la nafta del auto o la moto, el colectivo (recordás la bicicleta, pones la excusa de hacer ejercicio, ves que afuera llueve y volvés a pensar en el gasto de la nafta o el colectivo), sacás un promedio de comida por día, lo multiplicás por los 31 días para ver si con el resto te alcanza. Y si sobra algo, empezás a pensar en eso que tenés postergado (para uno será algún electrodoméstico, pagar alguna deuda, comprar un pantalón, o zapatos, zapatillas, un regalo de cumpleaños, aniversario que se viene, día de la madre, el padre, el niño, navidad, reyes, depende del mes, etc.). Por supuesto, en el descanso, con el resto de los compañeros/as de trabajo, la catarsis: con esto no alcanza. Y ahí te sale el estúpido imberbe y empezás a hablar de las paritarias, de la inflación, cuando te das cuenta todos están hablando lo mismo, ni el más oficialista lo desconoce, y, a lo sumo, le hecha la culpa a los formadores de precio y empieza a tirar las ofertas de la semana de algún super para salir del paso.

Pero el mes pasado, a uno se le ocurrió decir: “che, lo que me sacan en este ítem es una fortuna, vos sabés bien de qué es esto”. Era la ley 19.032, le digo: “es para la jubilación, es un porcentaje del básico mas el resto de los ítems a tu favor que el empleador te descuenta y lo rinde al ANSES”. Una obviedad. Le explico la cuestión de la solidaridad generacional entre los trabajadores, de los activos con los pasivos (suena mal, pero se explica así), y hasta le digo que por lo menos ahora la plata la tiene el Estado, que antes con el régimen de capitalización, y con los sueldos que tenemos en nuestra actividad iba a terminar pidiendo limosna cuando se jubilara, que a todos los trabajadores nos lo descuentan. Igual, sin decirlo, los dos nos imaginamos “que bien nos vendría esa guita ahora”, más después de la tradicional cuenta de gastos “a vuelo de pájaro” que uno hace cuando le dan el recibo de sueldo.

Vuelvo al depósito y me quedo con el énfasis del “es una fortuna” con el que me increpó mi compañero. Entonces, ya que en el recibo no figura el porcentaje del total, sino solamente el monto, recuerdo la regla de tres simple de la primaria, me pongo a calcular y el resultado me hace salir de la situación cotidiana, casi individual que ese recibo me genera mes a mes.

En total, los descuentos que van al ANSES significan un 14% del básico más las remuneraciones complementarias que cobra el trabajador. La primer reacción es: que bueno que ya no manejan esa masa de dinero una manga de especuladores financieros que ponen tu sueldo, el 14% de tu salario, en la timba financiera. La segunda reacción es preguntarte: ¿Qué se hace ahora con esa guita? ¿Quién la maneja?

La estatización de la plata que antes manejaba la AFJP fue una propuesta presentada en sociedad por la presidenta de la Nación el 21 de octubre de 2008. Por lo que se supo la iniciativa fue impulsada por Boudou (actual ministro de economía y candidato a vicepresidente por el oficialismo), que en ese entonces era funcionario de ANSES.

El contexto económico era en las puertas del impacto de la crisis internacional, la amenaza de la recesión y por consecuencia la posibilidad real de caer en déficit fiscal por parte del Estado por falta de recaudación. Fue cuando el debate rondaba entre “enfriar” la economía y achicar el gasto público o, bueno, nadie lo dijo por esa época, porque nadie lo quería hacer, trasladar una parte de las altísimas tasas de ganancia de los sectores mas concentrados de la economía financiera y “productiva” vía aumento de retenciones y reforma progresiva impositiva hacia el Estado para poder continuar con el mismo gasto público y sostener el mercado interno. Aún también para poder subsidiar los costos de los productos alimenticios que son los mas consumidos por los sectores populares, además de controlar realmente los precios para que los formadores de precios y los oligopolios no trasladaran esa quita de ganancia a los bolsillos. Del lado del kirchnerismo solo se decía que la crisis no iba a impactar, y vinculaban esa tesis a las reservas del Banco Central, ¿Por qué? No sé.

El contexto político era la recién terminada pelea “gobierno vs. campo” como le gustaba titular a los medios hegemónicos del poder durante el conflicto por las retenciones a las agroexportaciones (tiempo después se vio que tales retenciones móviles no hubieran significado una mayor recaudación para el Estado). El voto “no positivo” del vice presidente seguía resonando en las paredes del congreso.

En ese momento la acertada política de recuperación de los aportes jubilatorios que hacemos los trabajadores mes a mes, fue apoyada por todos los sectores del gobierno y de la centroizquierda. Algunos se opusieron por cuestiones de fondo: por ser conservadores de derecha. Otros por hacer oportunismo y oposicionismo, ni les importaba lo que pasara con ese dinero. Otros, tal vez, viendo sus argumentos, porque querían saber cuál iba a ser el destino de esa enorme masa de dinero. Pero el objetivo era claro, y, en primera instancia era un avance muy importante.

El estado recaudó a través de la AFIP, con la incorporación del dinero de las jubilaciones al ANSES, 100.000 millones de pesos en 2010, según datos de la AFIP.

Hasta acá, “tudu bom tudu legal” decía Don Carlos para contar que ponía a los empleados en blanco. Volvamos al recibo de sueldo. Yo no aporto, por supuesto, los 100.000 millones de pesos que recauda el ANSES. Lo hacemos el 50% de la población económicamente activa que tiene empleo y que hoy trabaja en blanco en el país (gracias Don Carlos). Lamentablemente el 40% restante, mas los desocupados que rondan un 10% (hay variables que interfieren en este número ya que la informalidad hace pasar de un día a otro a un trabajador en “negro” a desocupado) no tienen la posibilidad de asegurarse una jubilación y de ser solidarios con los abuelos que trabajaron toda la vida (mi viejo, por ejemplo, que se jubiló hace un mes), pero esa es otra historia que mas adelante veremos.

Está bien, pongamos ese 14% (después veremos en qué se gasta) de nuestras horas de trabajo valorizada en pesos en manos del ANSES, es nuestro futuro y el presente de nuestros viejos.

Pero días después me dice un amigo mientras organizábamos una juntada con viejos compañeros de la escuela: “Se me hizo tarde, me voy al super con mi mujer porque si comprás hoy con débito te devuelven el 5% del IVA”.
Me quedé pensando en ese mecanismo, a ver si le preguntaba cuál era el banco donde tenía su cuenta sueldo y así podía acceder a ese descuento del IVA. Entonces, recordando ese numerito de la esquina derecha de abajo del recibo de sueldo, volví a tener la misma sensación que con los aportes al ANSES.

El IVA. El impuesto al valor agregado. Creo que lo dejaron en 21% por que si lo llevaban al 22%, le terminaríamos llamándolo el impuesto de los locos. El impuesto mas regresivo e injusto, el que paga el desocupado cuando tiene un billete y compra un litro de leche, lo mismo que Macri (no creo que vaya al super, pero leche toma seguro, o café, o algo come ese señor). Y si, es así, todo tiene IVA, todo lo que consumimos, y los servicios, hasta un flete, todo.

Del 80% restante del sueldo bruto (14% va a la ANSES y hay un 6% que va a la obra social por la ley 23660 y la 26474, pero también vamos a abordar ese tema mas adelante) el 21% lo aportamos como IVA a la AFIP. En este caso, teniendo en cuenta que ese 80% restante del sueldo bruto se convierte en el 100% que podemos gastar en consumo, estamos hablando que del sueldo bruto total, sin contar los aportes que hacemos al ANSES y a la obra social, estamos contribuyendo el 16,5% de nuestro sueldo, de nuestras horas de trabajo valorizadas en pesos al IVA.

En 2010 el IVA representó casi el 30% del total recaudado, unos 116.386 millones de pesos. Y ahora sí, ahora podemos incorporar al mundo impositivo a los trabajadores “informales” (y no es por la pilcha) y a los desocupados, ya que todos, aunque sea comida, tienen que consumir algo, según la biología, para no morirse (por desgracia 25 pibes por día se olvidan de pagar este impuesto y se mueren, y por desgracia Macri no se olvida nunca).

Ya lo del IVA no está tan copado, no representa un futuro para nosotros, ni un mejor presente para los mayores. Es lo que es. El impuesto más regresivo, el más injusto. Y el 16,5% de mis horas de trabajo convertidas en pesos los gasto en el IVA. Trabajo 33 horas al mes para pagar el IVA, para reforzar un sistema impositivo retrógrado, antiredistributivo. 17 millones de argentinos ponemos 6.732 millones de horas de trabajo por año para sustentar el 30% de lo recaudado por el Estado.

Para dar un ejemplo comparativo, por el impuesto a las ganancias se recaudó menos que el IVA en 2010: 76.000 millones. En total los trabajadores aportamos con nuestro consumo un 35% más que los empresarios con sus ganancias.

Pero uno se consuela pensando que con eso se va a incrementar la inversión pública, que van a incrementar sensiblemente los presupuestos de salud y educación, por ejemplo.

Y ahí es donde me puse a buscar los motivos por los cuales mi intuición me decía que no mirara solamente, sino que haga como los japoneses o los coreanos, que cuando lo miran a uno, parece que en vez de mirar, desconfían.

En principio el dinero del ANSES sirvió para poder continuar con el superávit fiscal, cuando en realidad el impacto de la crisis hubiera dejado las cuentas en rojo en alrededor de 35.000 millones. Además las transferencias al tesoro fueron a tasas del 5% anual, cuando la inflación interanual no baja del 25%. Ese dinero termina pagando subsidios millonarios y la deuda reabierta en 2009 por iniciativa del propio Boudou. No sorprende que la ANSES haya sido quien financie la Asignación Universal, disfrazándola de medida redistributiva cuando en realidad a los poderosos del país no les tocaron un peso y la cubrimos de manera solidaria los trabajadores.
De esta manera se aumenta el consumo, aumentando la tasa de ganancia, con el circulo virtuoso (para los empresarios) de la inflación.

La salida al impacto de la crisis de 2009 tendría que haber sido trasladar una parte de la renta extraordinaria de los sectores concentrados del país al Estado para sostener el mercado interno y controlar los precios para que eso no se traslade al consumo.
Pero no. El gobierno optó por reestatizar (medida compartida por mí) la recaudación de los aportes jubilatorios para poder subvencionar servicios, pagar deuda externa para conseguir créditos blandos a los empresarios, dar préstamos a multinacionales, y volcar dinero de las jubilaciones al mercado interno para aumentar las ganancias ya extraodinarias, no controló los precios dando más margen de ganancia a los empresarios (que dicho sea de paso son oligopolios en su mayoría).

Solo para dar algunos ejemplos, los subsidios en el 2010 a la “oligarquía del campo”, representado en este caso en las empresas mas grandes en cada sector de la producción, fueron como para rememorar la frase de Luicito “Lula” Barrionuevo “en este país nadie hizo la plata trabajando”. En los granos, Cargill (multinacional norteamericana con su directorio procesado por evasión en la Argentina) recibió 157 millones de pesos en subsidios de la ONCCA. En el sector avícola la firma Cresta Roja recibió 100 millones de pesos del mismo organismo. Dentro de las usinas lácteas, la más favorecida con subsidios fue Mastellone Hnos. con 150 millones de pesos. Y todavía hay alguno que se enoja cuando en una esquina un pibe le pide una moneda a cambio de limpiarle el vidrio.

Los falsos números del INDEC de Moreno sirvieron, además, para que los empresarios negociaran en las paritarias con costos de vida inferiores a la realidad, generando un mayor margen de ganancia en la producción con sueldos deprimidos.

Por último, algo que viene de arrastre de Duhalde, con lo recaudado por el Estado, en su mayoría aportado por los trabajadores, el Estado sostiene un dólar alto, un tipo de cambio competitivo que permite producir a costo peso y vender a precio dólar en el mercado internacional. La contención del dólar de los influjos financieros internacionales y los movimientos locales le ha costado hasta 5000 millones de dólares al tesoro en solo un día.

Hasta ahora no se escuchó ninguna propuesta redistributiva, salvo con la guerra gaucha de la 125 (que a fin de cuentas no significaba mucho en recaudación para el Estado, y estuvo plagada de errores políticos del gobierno, como por ejemplo la no segmentación de productores). Es más, ante el posible segundo impacto de la crisis internacional, y la amenaza devaluadora brasilera, se repite la historia del 2009: nadie habla de trasladar renta extraordinaria al Estado, nadie, menos aún, de bajar algún punto el IVA, nadie, ningún economista nacional y popular propone seriamente, por ejemplo, gravar actividades que no remiten recaudación hoy por hoy, como la renta financiera (Para la asignación universal un bloque de centroizquierda presentó un proyecto donde con el gravamen a la renta financiera se podía cubrir íntegramente la asignación universal que hoy pagan los trabajadores a través de los aportes jubilatorios, la presidenta lo mencionó en cadena nacional y mintió sobre los números diciendo que no alcanzaba lo recaudado por ese proyecto y que por eso no le darían curso).

Sí, suena de nuevo, como en el 2009, que la guita, otra vez, para seguir sosteniendo los trazos generales del “modelo”, las variables competitivas de los sectores mas concentrados de la economía nacional, la vamos a poner los trabajadores: las obras sociales.

Lejos de hacer apologías moyanisticas, si eso es así, si el gobierno toma la “caja” de las obras sociales, no cabrá ninguna duda de que este modelo está soportado por las espaldas de los trabajadores, que son los que aportan la contención social (muchas veces clientelista), impulsan el mercado interno con ese aporte vía asignación universal, sostiene el superávit fiscal, el tipo de cambio alto del dólar, el gasto público, los subsidios directos, los indirectos vía infraestructura para la producción y el transporte, y a veces, directamente, los préstamos a los empresarios.

Poco serio entonces mofarse de una enfermedad laboral en cadena nacional, poco serio pedir “racionalidad” para el Consejo del Salario, cinismo puro decir que con $2300 vive una familia dignamente. Gracias a dios tenemos espaldas grandes y mucha paciencia, pero el cuco de la crisis del 2002 no puede durar tanto, y la extorsión de la desocupación tampoco.

(Datos de la AFIP, BCRA, ANSES, INDEC y la ONCCA)

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