Proteger a los más débiles. Editorial de Humberto Tumini.
2 de enero del 2021
EDITORIAL
Este año 2021 será muy difícil también, el gobierno debe
Proteger a los más débiles.
El 2020 que se acaba de ir ha sido un año muy difícil para el mundo y para la Argentina también. Producto de la herencia que dejó Macri y la pandemia, terminamos con una pobreza del 45% y, además, con una mucho peor distribución de los ingresos; porque el impacto fue mayor entre los que menos tienen que en los ricos, que siempre encuentran la forma de cubrirse.
La desocupación está, de acuerdo al Indec, arriba del 10%. Pero hay arriba de dos millones de personas no computadas allí porque ya no buscan trabajo; con lo que en términos reales andamos con cerca de un tercio de la población económicamente activa sin empleo. Todo ello producto de la tremenda caída de laburo en el segmento informal y el cuentapropista; como también por el cierre de 30.000 pymes aproximadamente.
La inflación bajó respecto del 2019, en que fue muy elevada, pero se ubicó en el 36% y por encima de eso en los alimentos. Como consecuencia de esto y de todo lo antedicho, terminamos el año con varios millones de personas por debajo de la línea de indigencia; es decir, con dificultades para alimentarse.
Doce por ciento de disminución del PBI, con retroceso del producto per cápita a niveles de 40 años atrás. Tremendo por donde se lo mire.
¿Y qué nos depara este 2021? Desde las esferas oficiales se difunden algunas señales de optimismo, de salida finalmente de la pandemia, de recuperación productiva y del consumo. Bueno, por un lado gobiernan y es razonable que no tiren pálidas, no demasiadas al menos. Por el otro, es probable que asistamos efectivamente a ciertas mejoras en el terreno sanitario y en el productivo, entre otras cosas porque venimos del infierno.
Pero es importante ponerle a la situación que se avecina una dosis de realismo, porque de eso dependen también las políticas que luego se desplieguen. En este sentido hay algunas señales a tener en cuenta para bajar a tierra.
En primer lugar, la pandemia. Estamos ante un nuevo crecimiento de los contagios, especialmente en el AMBA, donde vive un tercio de los habitantes del país y se genera casi la mitad del PBI nacional. Habrá que ver hasta dónde llega esta nueva oleada y si se extiende al interior, lo cual es bastante probable.
A ello hay que sumarle que la vacuna va a tardar en garantizar inmunidad a un porcentaje aceptable de la población. Los sectores de riesgo, en principio y siendo optimistas, serán vacunados en enero y febrero. Son dos dosis, por lo que recién a fines de marzo y abril estarán a resguardo 10 millones de personas, un tercio de los adultos aproximadamente; la mayoría que ya no están en edad laboral. La Astra Zéneca que se producirá aquí, debe ir a Méjico, fraccionarse y volver, por lo que recién estará disponible para vacunación masiva en abril.
En concreto, recién después de mediados de año, si todo va bien, la cuestión sanitaria puede irse normalizando. Esto significa que los primeros seis meses vamos a seguir teniendo impacto sobre la economía, como ya hemos visto en el 2020.
Otra señal a contemplar, es que la inflación viene aumentando y los alimentos suben por encima del promedio. La paulatina recuperación del consumo, la sostenida devaluación del dólar oficial, la brecha con el blue de casi el 100%, presionan sobre los precios. Seguramente esta situación se mantendrá, ya que a esas cuestiones habrá que sumarle los aumentos de salarios que los trabajadores demandarán, el reacomodo de precios relativos de algunos productos, la suba de los combustibles y, tal vez, el de las tarifas de servicios públicos.
A ello debemos agregarle las dificultades de nuestro sector externo y la falta de reservas. Por lo pronto, en un mundo sumido aun en la crisis del Covid, de aquí hasta abril es difícil ver un aumento de nuestras exportaciones. A partir de ese momento tenemos los ingresos de la cosecha gruesa -soja, maíz- que está en muy buenos precios. Pero al mismo tiempo ese dato favorable, se ve paulatinamente esmerilado por el avance de la sequía, que golpeó fuerte la cosecha de trigo y viene afectando la zona núcleo de la producción agropecuaria. Ya algún impacto en los rindes tiene, inclusive si tenemos lluvias aceptables en enero.
Por tanto, debemos contemplar que tendremos un año con dificultades para incrementar demasiado nuestras exportaciones, aun con buenos precios en los granos. Como adolecemos de reservas, esto conlleva límites para incrementar, al mismo tiempo, demasiado, nuestras importaciones. Por ende para crecer, habida cuenta de que cada punto de aumento de nuestro PBI, representan 3,5 de incremento de importaciones y no tenemos suficientes dólares para garantizarlas.
En resumidas cuentas, no se observa que tengamos condiciones para salir aceptablemente rápido de la crisis. Arrastraremos una situación muy compleja, la primera mitad del año seguro y la segunda muy probablemente.
Con ese panorama por delante, el gobierno no debe ceder a las presiones de los grandes empresarios y del FMI, de redoblar el ajuste sobre el gasto público y los ingresos de las mayorías. Presiones que son bien intensas y, desgraciadamente, algún grado de oídos receptivos han encontrado hasta ahora.
Por el contrario, hay que sostener con firmeza políticas económicas anti cíclicas. Para que la economía siga paulatinamente recuperándose y, sobre todo, para proteger a los más débiles; a los que mas vienen sufriendo esta situación, a los que no tienen suficientes espaldas para bancar la crisis por sí mismos.
El gobierno debe defender los ingresos de las mayorías para que no decaiga el consumo. Garantizando los niveles salariales y de jubilación, generando un piso de recursos para todos y todas, controlando los precios.
Tiene que intervenir activamente para crear nuevos empleos, a través de la obra pública, de la urbanización de barrios populares y la construcción de viviendas. Como así también, apuntalando a las pymes, las cooperativas y la economía social.
Hay que garantizar que haya suficientes alimentos para quienes lo necesiten, particularmente para los niños. Es inconcebible que haya hambre en este país. Pagaremos un elevado precio a futuro si lo permitimos.
No se deben escuchar los cantos de sirena y las recetas de los poderosos. Hay que tener la vista y los oídos puestos en el pueblo de la nación y tenderle la mano en tiempos difíciles, que se van a extender.
Humberto Tumini
Presidente de Libres del Sur