[Corrientes] Mujeres Rurales: deudas con sus condiciones de vida y trabajo. Por S. Lagraña

Por Silvana Lagraña / Corrientes octubre 16, 2018 18:50

Mujeres Rurales: deudas con sus condiciones de vida y trabajo

El lunes 15 se conmemoró el Día Internacional de las Mujeres Rurales, establecido en 2007 por la Asamblea General de la ONU, con el objetivo de reconocer el papel decisivo de las mujeres en el desarrollo, la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza. La fecha es oportuna para reconocer, poner en valor el trabajo de las mujeres rurales y reflexionar sobre sus condiciones de trabajo y de vida.

Tal como lo expresa la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), son las mujeres de las zonas rurales quienes garantizan la mitad los alimentos que se consumen en el planeta. Sin embargo, el trabajo de las mujeres rurales es uno de los trabajos con un alto grado de invisibilidad y subvalorado en la mayor parte del mundo. En otras palabras, estas mujeres que viven en zonas rurales, en los tiempos actuales y a pesar de que realizan un trabajo tan esencial para todxs, todavía siguen sufriendo la negación de un conjunto de derechos, como por ejemplo aún se les niega la titularidad de sus tierras, el acceso a diversos financiamientos, capacitaciones, etc.

Son solo algunas de estas situaciones injustas, que dan cuenta de que las mujeres rurales todavía no tienen el reconocimiento y garantías en derechos que merecen. Imprescindibles “protagonistas del trabajo productivo, pero al no estar legitimado, ese rol se ve limitado en recursos. Además tienen menos autonomía económica y poca incidencia en la toma de decisiones” (Herrera, 2018).

En Argentina este trabajo tan importante es representado por 1.722.107 mujeres que equivale al 50% de la población rural. Mujeres que realizan algún trabajo productivo en el campo. Desempeñando distintas tareas como cuidado de animales de corral (gallinas, ovejas, cerdos, etc.), producción en la huerta familiar y elaboración de artesanías. Sumándose a todas estas actividades otros tipos de “trabajos invisibles y no reconocidos”, como son las distintas responsabilidades cotidianas que son tradicionalmente asignadas y realizadas por las mujeres en el hogar, como es el cuidado de lxs hijxs y otras tantas tareas como la cocina, la limpieza, etc.

En consecuencia, las mujeres a pesar de su desempeño en roles tan importantes en distintos espacios (rurales y urbanos) todavía siguen sin ser reconocidas y valoradas por lo que hacen y por lo que aportan a nuestra sociedad, y mucho menos sin poder ejercer su autonomía en los distintos aspectos de la vida. Situaciones injustas y cotidianas que emergen de la desigualdad todavía existente en las relaciones entre mujeres y varones. Tal es así que, en el presente gran parte de las mujeres que trabajan en zonas rurales, en un marco de total desconocimiento de sus derechos y negación en el ejercicio de los mismos, expresan que ellas no son dueñas de sus tierras, de los animales, ni de lo que producen.

Estas son solo algunas de las experiencias de vidas que buscamos revertir, que responsabilidad enorme le corresponde al estado diseñando e implementando políticas adecuadas y equitativas, hasta lograr que en lo habitual y en lo cotidiano se reconozca y se valore a la mujer en función de los roles que desempeña y que tanto necesita y aporta al desarrollo de nuestra sociedad. Como así también se garanticen mejores condiciones y posibilidades en las demandas todavía sin resolver, no solo en materia de derechos del trabajo sino también en educación y salud.

Antes de finalizar, se debe destacar la importancia que tienen los movimientos de mujeres en el mundo y también en nuestro país, ya que es solo y a partir de la participación y organización de las mujeres, se vienen logrando avances en materia de reconocimiento de derechos y en estos últimos años juegan un rol fundamental a la hora de poner en evidencia y en cuestión los diversos impactos negativos provocados por la implementación de políticas económicas y los crecientes progresos tecnológicos, que solo facilitan el aumento de la brecha de desigualdad entre los más ricos y las más pobres, y además habilitan la destrucción del ambiente en el cual vivimos.

Por último, y en total concordancia con Quiroga (2018) que expresa que “una política pública será eficiente cuando reconozca, contemple y se adecue a las diferencias económicos - sociales (concentración de la riqueza, aumento de la pobreza) y a las diferencias cultural / de género (poder público masculino, ausencia femenina en la toma de decisiones)”.

Silvana Lagraña
Referente de ISEPCi en Corrientes


Por Silvana Lagraña / Corrientes octubre 16, 2018 18:50