Libres del Sur en la experiencia del FA UNEN

Por Isaac Rudnik / Nacional junio 23, 2014 11:44

Reportaje a Isaac Yuyo Rudnik
 

UNEN: Luchar contra la desigualdad, por una democrácia más participativa, por un estado más fuerte y mas transparente

Libres del Sur en la experiencia del FA UNEN
 

-Hace apenas dos meses se lanzó el FA UNEN y de inmediato se convirtió en una propuesta capaz de terciar en la disputa presidencial del año próximo.
¿Cómo se incorporan el FAP y Libres del Sur en este Frente?

En 2011 participamos activamente en la creación del FAP que a los tres meses de su gestación con la candidatura presidencial de Hermes Binner,  obtuvo el 18% de los votos nacionales, quedando en segundo lugar detrás del 54% con los que Cristina obtuvo su reelección, y por delante de la alianza que conformó la UCR con un sector de la derecha del PJ representada por De Narváez. Esta experiencia del FAP dejó algunas conclusiones importantes. La primera es que aun en la elección que el kirchnerismo logró su mayor caudal, se expresó un ancho espacio de la sociedad que no quiere volver su mirada hacia la derecha y busca una opción de centro izquierda. La segunda es que esa búsqueda es por alternativas que tengan alguna coherencia, que es la que no tuvo en aquella oportunidad la coalición entre la UCR y De Narváez; la imprescindible amplitud no implica que cualquier superposición suma. La tercera conclusión que sacamos es que el FAP se erigía como una propuesta  firme desde la cual podríamos crecer y consolidarnos. Claramente el FAP quedó instalado como una referencia insustituible en la política argentina, lo que nos daba posibilidades de constituirnos en una sólida plataforma desde la cual establecer acuerdos y alianzas con otras fuerzas capaces de llegar a otros espacios de la sociedad, a la hora de pensar en una alternativa para disputar el gobierno nacional en el 2015. Durante el 2012 la presencia del FAP encabezado por Hermes Binner fue muy importante para ir mostrando un camino para disputarle con posibilidades al kirchnerismo en las siguientes presidenciales, como ninguna otra fuerza política nacional planteaba. En ese período ni por derecha ni por izquierda.
 


-¿Cómo fue la participación de Libres del Sur en el proceso previo?

Libres del Sur es una organización que hunde sus raíces en las tradiciones de la izquierda nacional y latinoamericana, que busca recoger las enseñanzas de los movimientos políticos populares que durante el siglo pasado desplegaron las políticas que hicieron avanzar la democracia y la justicia social en la Argentina y América Latina, de los movimientos sociales que enfrentaron al neoliberalismo noventista, y de los procesos políticos que en los principios de este siglo buscaron edificar modelos post neoliberales. Desde ahí es que participamos en la primera etapa del kirchnerismo, y con las mismas convicciones nos fuimos cuando en su gobierno observamos incoherencias insalvables, persuadidos de la necesidad y la posibilidad de construir alternativas que representen las aspiraciones progresivas de la mayoría de la sociedad.
Con el convencimiento de la posibilidad de instalar alternativas mayoritarias,  insistimos desde el principio que el afianzamiento del FAP y la convocatoria a constituir acuerdos más abarcadores, eran tareas paralelas que debían encararse simultáneamente, no uno a continuación de otro. El FAP se consolidaría como propuesta para ganar el gobierno en la medida que fuera articulador de una convocatoria capaz de atraer a sectores que están en el centro del espectro ideológico como también a los que transitan por izquierda. Este debate que se dio al interior del FAP, fue enriquecido por hechos fundamentales que signaron la política argentina durante el 2012 y 2013, como la disminución sin pausas del consenso que fue afectando al gobierno de Cristina, clausurando el camino a la reforma constitucional que permitiera una nueva reelección. A esto se sumó el hecho que en la UCR fue predominando la idea de buscar alianzas con las fuerzas del FAP para las legislativas de 2013 en camino al 2015, todo lo cual fortaleció la idea de que es posible construir una propuesta sin participación del PJ que dispute el gobierno nacional con perspectivas de éxito.

 

-¿Cómo está actualmente UNEN frente a la sociedad?

La experiencia del año anterior en la Ciudad Autónoma combinó el aglutinamiento de un espectro heterogéneo de fuerzas políticas que expresaron la voluntad de unirse mediante el mecanismo democrático de debatir públicamente posicionamientos y elegir representantes en elecciones abiertas. Pero no fue el único precedente de lo que estamos transitando, en varias provincias hubo coaliciones con participación de las mismas fuerzas políticas, en algunas estuvimos todas juntas, en otras sólo algunas de las que hoy conformamos UNEN mostrándose la potencialidad y las perspectivas de crecimiento. UNEN es hoy la referencia política que tiene las mejores posibilidades de expresar la heterogeneidad de pensamientos y sentimientos de todos sectores que tienen en común una alternativa que no sea regresiva, que sea progresista. Cuando hablamos de progresista en el contexto actual, pensamos en que sea más democrática, más participativa y plural, y sobre todo que busque superar las profundas inequidades que se han ido consolidando en el tiempo kirchnerista.
 


-¿Existen dudas respecto a las posibilidades de que todos sus actuales componentes permanezcan unidos?

El mérito principal de este acuerdo reside en que se ha concretado y conservado, principalmente porque los sectores de la sociedad que nos venían reclamando la unidad nos ven mucho más parecidos entre nosotros, que las coincidencias que los mismos dirigentes creíamos que tener. Entonces no es una coalición concretada en ningún laboratorio cerrado sumando y restando posibles números de votantes como muchas veces ha sucedido, sino que es la respuesta a un reclamo de un sector de la sociedad. Es una coalición política que refleja una amplia diversidad de pensamientos y justamente por eso puede ser una experiencia muy interesante que enriquezca y fortalezca la democracia.
 


-¿Se podrá aprender de experiencias similares de otros países, como el Frente Amplio de Uruguay o el PT de Brasil?

Hay algunos elementos comunes respecto a esas experiencias pero en lo fundamental son situaciones muy diferentes. Tanto en Brasil como en Uruguay y en otros países de la región los gobiernos que expresaron la ola la progresista post neoliberal que se inició con la llegada de Hugo Chávez al gobierno de Venezuela en 1998 y continuó con Lula y Kirchner en 2003 en Brasil y la Argentina, seguidas por Tabaré y Evo en 2005 y 2006 en Uruguay y Bolivia, fueron consecuencia de la resistencia contra las políticas neoliberales de los 90. Quizás el rechazo final al ALCA en la cumbre de presidentes de Mar del Plata a finales de 2005 fue la culminación de la primera parte de ese período. Tanto las correlaciones de fuerzas al interior de esas coaliciones como sus mismos componentes (ej.: el protagonismo de los Movimientos Sociales) estaban signadas por las luchas de aquella etapa. La etapa actual es sustancialmente diferente. En la Argentina el kirchnerismo lleva más de una década gobernando durante la que intentó reconstruir un país devastado. Tuvo algunos logros y muchos fracasos. Sobre estos logros y fracasos cargados sobre las espaldas de amplios sectores de la sociedad que viven éstos últimos como una nueva frustración histórica es que desde UNEN intentamos construir una nueva esperanza.
 


-Muchos dirigentes emparentan estos fracasos, como otras dificultades actuales –principalmente económicas- con las políticas populistas…

 

Hay que evitar los excesos de síntesis que tienden a resumir en consignas o títulos mediáticos tanto la identificación de los problemas como las propuestas de soluciones. Las campañas electorales que obligan a la preparación de perfiles de candidatos y propuestas sintetizadas en unas pocas frases contundentes, adaptadas para tiempos y espacios de exposición cada vez más reducidos, simplifican las descripciones de las condiciones en que nos estamos desenvolviendo. Si utilizamos las mismas herramientas para todos los debates que tenemos la obligación de darnos de cara a la sociedad, vamos a ocultar la complejidad de los obstáculos que debemos enfrentar para intentar cambiar la realidad, lo que en definitiva favorece las voluntades conservadoras. Una las simplificaciones habituales que se escucha por estos días es la que contrapone “las propuestas socialdemócratas al populismo”.

En este país los grandes movimientos políticos como el radicalismo y el peronismo, desde sus orígenes, tuvieron nítidos rasgos populistas. Entre otras cosas, tanto el radicalismo irigoyenista como el peronismo nacieron confrontando contra aspectos centrales de los regímenes político-económico-sociales anteriores a ellos, fueron encabezados por fuertes liderazgos que buscaron imponer la hegemonía de las ideas que encarnaban auto adjudicándose caracteres fundacionales. Ambos hicieron enormes aportes positivos al desarrollo del país en general y a la democracia en particular, y ambos nos impregnaron con sus vicios, defectos y límites, muchos de los cuales se fueron acentuando en las últimas décadas, hasta llegar en algunos períodos de los años recientes, a profundas deformaciones de sus mejores principios originales.

Por otro lado es claro que ciertas características “socialdemocrátas” del estado de bienestar se instalaron en la Argentina de la mano de la intervención estatal que llegó con el protagonismo de estos dos movimientos políticos. Sería una equivocación garrafal identificar “como de origen populista” todos los yerros involuntarios y voluntarios que el kirchnerismo cometió en el tiempo que lleva gobernando. Ir por ese carril es caer en el juego que kirchnerismo echó mano reiteradamente exacerbando confrontaciones abiertas, concentradas contra ciertos adversarios o centralizadas sobre determinados ejes. Con esa metodología fue metiendo debajo de la alfombra muchas de las dificultades que iba encontrando y/o disfrazaba de progresistas medidas conservadoras y continuistas con las que encaraba esos inconvenientes. Si bien en el corto plazo pudo minimizar ciertos problemas o actuar como si no existieran o como que habían sido solucionados, las dificultades transitoriamente ocultadas terminaron saliendo a luz y le explotaron en las manos. Fijate lo que está sucediendo en estos días con el ataque que impone el poder financiero global, con respaldo pleno del poder judicial norteamericano, a la reestructuración de la deuda pública argentina realizada con una quita en años anteriores. Mientras en la Argentina hubo cierta fortaleza de la mano de los superávit fiscal y comercial, menguaron sus arremetidas y parecía que los  actores principales aceptaban definitivamente las condiciones de aquella reestructuración. Cuando reaparecieron las debilidades en nuestro sector externo y disminuyen las reservas de divisas en el Banco Central, se produce el ataque especulativo que hoy pone al desnudo las falacias del relato oficial que afirmaba que las dificultades de la deuda pública habían sido definitivamente resueltas. Si un gobierno conduce una estrategia de confrontación como la que éste llevó adelante durante sus primeros años, tiene la obligación de evaluar la correlación de fuerzas que tendrá hasta el final, porque el poder financiero que hundió al país hace poco más de una década es el mismo que hoy produce estas acciones.

Todos sabemos que este capitalismo global dirigido por los sectores financieros no ha transformado su lógica para obtener enormes ganancias por medio de variadas formas especulativas, más bien la ha ido perfeccionando en los últimos años buscando y encontrando maneras más sofisticadas y agresivas. Lo sucedido en Europa desde 2008 a la fecha debió haber sido suficientemente aleccionador. La crisis que se inició con las hipotecas impagables cruzó todo el continente, impulsó múltiples debates respecto a la necesidad de controlar los capitales especulativos que supuestamente ponían en peligro la estabilidad global. Pero mientras voceros de los mismos organismos financieros emitían propuestas y opiniones muy críticas sobre los movimientos especulativos, el Banco Central Europeo emitía miles de millones de euros destinados a salvar el patrimonio de los Bancos alimentando la continuidad de  todo tipo de maniobras en el mismo sentido. Si en aquél momento hubo alguna pulseada real, se definió en favor del sector del poder financiero que venía predominando. No hay nada nuevo en ello. Por eso era acertada la política de mantener una buena cantidad reservas en el Banco Central que permitieran disuadir a los que podían intentar ataques especulativos y por eso fue un suicidio invertir una parte sustancial de ellas en políticas contracíclicas que sólo incentivaron el consumo para mantener consenso político de corto plazo. Éste sector del poder financiero, continuó siendo muy poderoso aquí y en el mundo y demostró tener espaldas suficientes para sostener confrontaciones prolongadas volviendo a la carga para recuperar terreno perdido.

Cada estrategia hay que evaluarla para cada contexto. Las que se llevaron adelante en algunos momentos, probablemente hoy no sean las más adecuadas para defender los intereses de las mayorías. Tratando de seguir igual razonamiento  habría que preguntarse qué significado tiene en la actualidad la identidad “socialdemócrata”, que acumula en su haber más de un siglo de recorrido. Desde la Socialdemocracia Revolucionaria de fines del Siglo XIX hasta la identificación con el Estado de Bienestar de la segunda posguerra, pasando por la participación activa de algunos gobiernos de esa filiación –principalmente europeos- en la implementación de los ajustes neoliberales en sus países y en el saqueo noventista a nuestros países. Se supone que los que la invocan piensan en los “años de oro” de la era keynesiana de la segunda posguerra, pero a la Argentina, en sus rasgos principales, esas políticas llegaron de la mano del peronismo. Por eso quizás sería más atinado para estos días construir una identidad ligada a la búsqueda de solución de los problemas presentes que transcurren y se desarrollan en el actual contexto.
Parece fundamental no reiterar el error de buscar confrontaciones unilateralizadas  -por ejemplo, “contra las políticas populistas”- porque en definitiva permitiremos que se oculten los aspectos regresivos de otras alternativas que se ponen en juego, y se nos escape la individualización de los problemas más importantes que debemos abordar.
 

-¿Si vamos exponiendo una diversidad de temas no corremos el riesgo que se diluya lo que queremos proponer?
 

No nos va a pasar eso sino perdemos de vista que estamos haciendo un esfuerzo por reflejar el conjunto de la realidad para enriquecer una propuesta política de cambio, entonces por el contrario no dejaremos de plantear cuales son los problemas principales y cuáles son los más urgentes que tenemos que encarar desde el gobierno.
El problema primordial de la Argentina de hoy, que UNEN debe tomar como su principal preocupación, es el de la desigualdad. La desigualdad es el mal de nuestro tiempo a nivel mundial, es una de las consecuencias principales de la globalización neoliberal, está lejos de ser solo un problema argentino. Pero es muy nítido que durante la década kirchnerista las estructuras que la sostienen se consolidaron en todos los planos.
El kirchnerismo recibió una sociedad con los agudos síntomas que dejó el saqueo noventista: pobreza, indigencia, desocupación extendidas. Aunque los índices que reflejan esos aspectos al día de hoy se redujeron fuertemente, después de una década de enorme crecimiento por lo menos 1 de cada 4 argentinos siguen siendo pobres, un 5 % de la población no tiene ingresos suficientes para alimentarse adecuadamente, más de un tercio de los que trabajan lo hacen en condiciones de precariedad, y es dudoso que hayamos bajado por debajo de los dos dígitos de desocupación ya que las estadísticas oficiales en muchos casos consideran entre los ocupados a los que tienen planes asistenciales. En la otra punta del carretel un grupo pequeño de empresas concentra un 70% de las exportaciones (50% al principio del período), y de ellas por lo menos 2/3 son extranjeras (1/3 en el comienzo del mismo), los bancos multiplicaron por 4 sus ganancias en los últimos cinco años. Por el carril del “desendeudamiento” los resultados mostrados en estos días no son mejores ni están desligados de las debilidades –siempre al revés de lo que dice el discurso- acumuladas por el conjunto de la política kirchnerista. 

Aun cuando invocó el fortalecimiento del estado, en realidad –como en otras áreas- no fue consecuente y no lo consolidó como el protagonista del cambio indispensable de nuestra estructura productiva históricamente desequilibrada.  Durante más de diez años el kirchnerismo aplicó remedios que sólo trataron los síntomas mientras eludió abordar las causas, con lo cual las enfermedades que producían aquellas manifestaciones ahora no sólo son graves sino que además se convirtieron en crónicas. Se consolidó una estructura productiva que cristalizó brechas profundas y anchas entre diversos sectores, con las terribles consecuencias sociales y culturales que ello trae. Entonces lo primero es hacerse cargo que esa realidad existe y que debemos transformarla, lo cual también implica reconocer que tenemos una difícil tarea por delante para la que debemos lograr el más amplio consenso. Y esto nos lleva al punto que para ir por una lucha consecuente contra la desigualdad debemos darla en todos los planos, porque si bien las obscenas diferencias económicas que existen son su manifestación más flagrante, hay  cuestiones políticas e institucionales que reproducen esas inequidades.
No es posible democratizar la economía sino caminamos en la misma dirección en el terreno político e institucional. No descubrimos nada si decimos que hay una enorme proliferación de medios a través de los que toda la población accede a todo tipo de información que llega tamizada por diferentes visiones. Esto, que a veces se convierte en un bombardeo que satura la receptividad de la gente intentando poner las prioridades donde quizás no deberían estar, es en líneas generales muy positivo y contribuye a que cada vez más amplios sectores de la población puedan participar en los diferentes debates con información y opinión propia. Las trincheras de ideas distintas que se erigen en torno a diferentes temas vienen cada vez más fundamentadas, lo cual tiene un enorme valor como base para un debate abierto y democrático. Entonces tenemos que ir por el camino de aprovechar esa extraordinaria ventaja comparativa respecto a épocas anteriores, y buscar mecanismos para que esos debates que se dan en el seno de la sociedad naturalmente todos los días sobre prácticamente todos los temas importantes, encuentren canales democráticos para que lleguen a influir y condicionar las decisiones cotidianas de los poderes que nos gobiernan.
 

-Suena a gobernar en estado de asamblea permanente…

En realidad tanto los gobiernos como las grandes empresas de todo el mundo toman decisiones contemplando los pensamientos y aspiraciones, diría de cada día, de las poblaciones que gobiernan y a las que pretenden venderles sus productos. Sólo que han encontrado en el mecanismo de las encuestas la manera de “consultar” sus opiniones. Este método, que puede ser válido para las empresas, les permite a los gobiernos saber lo que están pensando los ciudadanos sobre sus decisiones, sin tener que dar con ninguna explicación ni asumir ningún compromiso con las opiniones de la población,  a la que los gobernantes acostumbran dirigirse exclusivamente por medios masivos a través de los que no tienen ninguna posibilidad recibir y contestar directamente sus eventuales acuerdos y/o desacuerdos. Las encuestas pueden ser un complemento pero de ninguna manera el método principal de comunicación. Pero esto tiene que ver fundamentalmente con el objetivo que perseguimos. Si queremos producir algunos cambios estructurales que serán difíciles de llevar adelante porque hay intereses que se oponen, sólo podremos hacerlos debatiendo y consensuando, convenciendo y ganando voluntades, y construyendo los canales para que esas voluntades mayoritarias se reflejen en las decisiones de los poderes que gobiernan. Pero a la ampliación y profundización de la democracia hay que bancarla, no podés reducirla, o empezar a convertir en caricaturas formales los mecanismos que ponés en marcha cuando perdés el primer debate, calificando de golpistas y desestabilizadores de derecha o de dictadores fascistas, a todos los que no están de acuerdo con lo que proponés. Hay opiniones de derecha en la sociedad, las hay conservadoras y de extrema izquierda, hay momentos que tus propuestas pueden ser mayoritarias y otros no, pero los debates públicos y permanentes en el tiempo nos van hacer madurar, nos van hacer dueños de nuestras decisiones. La movilización popular puede ayudar a dinamizar discusiones o a que aparezcan en la superficie algunos elementos no muy visibles, pero hay que tener en cuenta que es un instrumento que en la actualidad es utilizado desde todos los posicionamientos. En los días que transcurren es una herramienta insustituible para que darle continuidad a lucha contra la pobreza, hay que evitar que esa realidad que alcanza a millones de argentinos sea invisibilizada. Saludablemente nadie hoy parece tenerle miedo a la calle, en nuestro país y en el mundo se ha convertido en un una generalizada herramienta de expresión democrática, que debemos defender aun cuando también la usen sectores que estén en nuestras antípodas.
Hay un elemento fundamental que la sociedad debe seguir debatiendo, y es el de buscar un reparto más igualitario de la palabra a través de los medios masivos de comunicación, sobre todo en los debates políticos. No se trata de concentrarse en una feroz lucha contra uno o dos medios –por poderosos y oligopólicos que fueran- porque encarnan posicionamientos diferentes a los nuestros, y como contrapartida desarrollar instrumentos igualmente poderosos y sectarios desde los cuales disputar. Sean de propiedad privada o estatal son servicios públicos que deben estar al servicio del conjunto de la sociedad. Hay que encontrar mecanismos para que unos y otros sean canales de expresión genuinamente democráticos.

-¿No hay ingenuidad en todo ese planteo?
 

No creo. Primero, porque no estamos pensando que no hay sectores que tratan de mantener los privilegios que en definitiva son los que producen las inequidades. El tema es que no vemos que los pueblos hoy podamos tener otra herramienta más poderosa que buscar la profundización y ampliación de los mecanismos democráticos. Necesitamos cambios profundos para que los derechos de amplios sectores que siguen siendo excluidos sean reconocidos. Segundo, no por casualidad son los sectores conservadores los que tratan de mantener el funcionamiento de la democracia dentro del cepo de métodos delegativos, con formas electorales que funcionan cada tantos años para los que la exposición de las propuestas son formales y reducidas, con repartos de recursos basados en el sistema de mayorías y minorías de la elección anterior que en realidad tratan de garantizar la auto continuidad, sin mecanismos intermedios de control institucionalizados. Tercero, la mayor ingenuidad es querer gobernar para las mayorías ocultando los actos de gobierno, diciendo cosas diferentes a las que efectivamente se hacen, confrontando en los discursos y negociando por debajo de la mesa, dando a cada paso por terminados problemas que siguen vigentes. El gobierno dice que terminó con la pobreza, con la indigencia, con la desocupación, con el endeudamiento externo y con los condicionamientos del capital financiero… y aquí estamos parados nuevamente sobre un tembladeral. Los pactos ocultos entre bambalinas sólo favorecen las presiones de las minorías poderosas que quieren mantener privilegios. Esto no significa que sea posible cambiar todo de una sola vez, seguramente hay que negociar con unos u otros, pero de una u otra forma hay que hacer saber a la población que estamos haciendo funcionar mecanismos de consenso que implican tal o cual cosa. Por otro lado los múltiples canales de información con que cuenta la población dejan al descubierto más temprano que tarde los engaños.

-¿Todo esto implica una reforma constitucional?

No estamos proponiendo una reforma constitucional. Hay un amplio margen para avanzar con el marco que tenemos. La mayoría de la dirigencia de UNEN insiste mucho en reafirmar la defensa del sistema republicano, haciendo eje en la división de poderes, la independencia del poder judicial, la jerarquización del parlamento como espacio de debate público y democrático. Eso está bien, pero sino ampliamos la participación, y el control de todos los sectores de la sociedad sobre cada uno de los poderes cuya independencia defendemos no vamos en dirección del objetivo declamado. Hay algunas cosas simples que implicarían un avance importante, como la implementación del sistema de boleta única junto a la transparentación de los mecanismos de control de los escrutiños, lo que acotaría los fraudes recurrentes. Otras como la reglamentación de la consulta popular prevista en la reforma constitucional del 94, o el respeto irrestricto a las funciones del parlamento largamente vulneradas en temas como las decisiones respecto a la deuda externa, o a través de la delegación de funciones al ejecutivo mediante las reiteradas e injustificadas prórrogas, o el funcionamiento formal –o no funcionamiento liso y llano- de las comisiones bicamerales de control. Es fundamental poner en funcionamiento los mecanismos de control de las acciones del ejecutivo (los parlamentarios, los autárquicos como la Auditoría y la Sindicatura General de la Nación y otros que se puedan instrumentar), ya que éste de por sí cuenta con todas las herramientas que le provee un sistema fuertemente presidencialista. Desde el poder judicial, en la medida que hubiera la voluntad necesaria, también se pueden desarrollar estrategias que partiendo de los estrechos márgenes que existen en la normativa actual, incorporen algunos mecanismos democráticos en la resolución de problemas que involucran derechos colectivos, como la manera en que la Corte Suprema decidió encaminar el tratamiento de la cuestión del Riachuelo, para la cual se convocó a diversos sectores involucrados con una metodología de audiencias públicas. Es sustancial también pensar y proponer en mecanismos más efectivos que le den mayor transparencia a las actuaciones  judiciales en todos los niveles.
También estamos proponiendo desde UNEN la “conadep de la corrupción” lo cual está bien porque implica un compromiso de no respetar ninguna forma de impunidad. Pero no es suficiente. Hay que instalar mecanismos que impidan aumentar el patrimonio de todos los funcionarios en cargos electivos y por designaciones  políticas mientras están en la función pública. La función pública no es la culminación de una carrera política, debe ser efectivamente un acto de servicio. Si en el actual contexto no vamos con señales claras y drásticas no vamos a ser creíbles respecto a que pretendemos representar otros principios diferentes a los del kirchnerismo.
El estado que queremos debe ser fuerte, con protagonismo y responsabilidad sobre lo que sucede en todos los ámbitos de la sociedad, y a la vez debe ser absolutamente transparente y rendir cuentas de sus acciones cotidianas en tiempo real, no sólo cuando se vota cada tantos años. Debe estar decidido a ser implacable con todos y cada uno de los actos de corrupción, desde el primer al último nivel, abarcando cada esfera de su accionar, en la actualidad especialmente en el de las fuerzas de seguridad, habida cuenta de la magnitud que ha alcanzado esa problemática en estos días.
UNEN es una nueva oportunidad de perseverar en la construcción de una sociedad más libre e igualitaria, que logre una síntesis más avanzada entre justicia social y democracia, entre transparencia y fortaleza para gobernar, entre instituciones fuertes y sustentables y participación popular. Está allí como posibilidad, como desafío, está todo por hacer.
 

Isaac Yuyo Rudnik
Director ISEPCi

Por Isaac Rudnik / Nacional junio 23, 2014 11:44
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