La república española y el Che Guevara. Por Z. Facciola
Ernesto Guevara de la Serna, más tarde conocido mundialmente como el Che nació en Argentina, en 1928...
Su padre, Ernesto Guevara Lynch, descendiente de un general de la independencia era un extrovertido y apuesto hombre de negocios (casi siempre fracasados). Dicen las malas lenguas que a los 27 años se casó por interés con Celia, la joven heredera de los De la Serna de apenas 19 años, que ya estaba embarazada. Enseguida partieron hacia Misiones, cerca de la frontera con Paraguay y Brasil, encandilados por la riqueza fácil que prometía el “oro verde”, como se denominaba a la yerba mate.
Cuando se aproximaba el parto viajaron hacia Buenos Aires, en barco por el río Paraná... pero a mitad de camino, en Rosario, todo se precipitó y nació Ernesto, que fue registrado el 14 de junio, aunque se comenta que falsificaron los datos para ocultar la verdadera fecha del embarazo. Es decir, nuestro futuro Che nació transgrediendo normas, rompiendo los moldes de lo “socialmente correcto”.
Desde los 3 años (y hasta el fin de su vida) sufrió de asma. Precisamente, buscando un clima apropiado y aire puro para aliviar el mal del pequeño su familia se trasladó a Alta Gracia, una localidad de las sierras de Córdoba, lejos de la humedad de Misiones o Buenos Aires. Allí vivían épocas de holgura económica y otras de restricciones, tenían un estilo de vida un tanto desordenado y bohemio, no seguían las estrictas normas de su clase, se relacionaban con todos, incluso con los más pobres.
Ernestito, debido a su enfermedad pasaba largos períodos de reposo, no podía ir a la escuela regularmente, su madre le enseñaba las materias escolares y también francés (Años después Ben Bella, gran luchador argelino, se sorprendió de la fluidez con que el Che hablaba francés)
El futuro Che, desde niño fue un gran lector de todo lo que encontraba en la nutrida biblioteca de su casa. Desde obras desde Julio Verne y Salgari hasta Erich Fromm o Kant y tomaba notas, costumbre que conservó hasta su muerte.
Un cuñado de los Guevara, casado con una hermana de Celia, Cayetano Córdoba Iturburu (Policho), era comunista, escritor y periodista, corresponsal del diario Crítica en la guerra civil española. Sus crónicas y cartas eran leídas y comentadas ante la familia Guevara en pleno, todos muy interesados en la contienda.
Ernesto hijo recortaba las noticias de los periódicos, las guardaba en un album y en su habitación tenía un gran mapa de España donde fijaba los movimientos de ambos bandos con alfileres con banderitas.
El padre fue uno de los fundadores en Alta Gracia de un Comité de ayuda a la República Española, que estaba formado por liberales e izquierdistas variados.
Ernestito tenía 8 años cuando cayó la República y empezaron a llegar a Córdoba los primeros exiliados que eran recibidos solidariamente por los Guevara, con quienes establecieron lazos de verdadera amistad. Juntos comentaban con pasión el fusilamiento de García Lorca, las ejecuciones sumarias de Franco, la heroica defensa de Madrid, etc..
Los niños cordobeses y españoles armaban improvisadas trincheras en el jardín de los Guevara y jugaban a la guerra usando como proyectiles las naranjas del huerto.. Siempre “vencían” los republicanos.
Incluso, bautizaron una perrita como “Negrina”, no por ser negra sino en honor al Gral. Negrin, canario, médico y presidente del gobierno de la II República desde 1937.
Ernestito y su hermano Roberto, cuando llegaba a la casa algún exiliado le recitaban de memoria los nombres de los generales rojos, demostrando especial atracción por dos de ellos que los habían cautivado: uno era el Campesino, o sea Valentín González, que luchó contra los nacionales con gran audacia, era comunista, se pudo ir a la Unión Soviética de donde salió durante el stalinismo... Escribió un libro que se llama “Yo escogí la esclavitud”... El otro era el Gral. Lister, también comunista que se destacó en Madrid por la organización del 5ª Regimiento, primera escuela militar para formar milicianos... Mucho más tarde, el 2 de junio de 1961, en ocasión de una visita de Lister a Cuba parece que habló de ciertas posibilidades de lucha pacífica que se habían abierto en la España franquista. El Che no pudo evitar una cierta vena polémica y en su discurso expresó su deseo de que eso fuera posible, agregando que “si no fuera así y el pueblo tuviera que empuñar nuevamente las armas... estoy seguro, General, que evidentemente, podrían contar, también con su pistola”
Uno de los que frecuentaban la casa de los Guevara. era el Gral. Jurado, quien por su valor fue ascendido de Capitán a Comandante, en Ceuta, celebre por haber derrotado a Franco en la batalla de Guadalajara, actuó también en Brunete, en el Ebro, en Getafe, en una toma de Alcalá de Henares y organizó la retirada después de que fue vencido el ejército catalán... En ese tiempo, en Argentina trabajaba como corredor de seguros y su vida era muy austera.
Juan González Aguilar, médico, que había sido Jefe de Sanidad de la República, cuando la suerte de las armas empezó a ser esquiva, envío a su familia a Argentina y más tarde viajó él mismo. Se radicaron en Alta Gracia y fueron muy amigos de los Guevara, sus hijos coincidían en edades, Carmen la mayor se convirtió en la mejor amiga de Ernesto... quien viendo entrar a la casa de los González Aguilar a un anciano le preguntó a Carmen: “¿Ese “viejito” es tu abuelito?” “No, es un amigo de papá, tocaba el piano en España” fue la respuesta. Era Manuel de Falla, exiliado desde 1939, quien había formado un cuarteto de laúdes que dirigía el médico español. Cuando la pandilla de los Guevara jugaba al futbol en la calle o en algún solar libre, iban después a la casa del “viejito” quien los convidaba con chocolate caliente y churros.
Otro amigo que sumó Ernesto debido a la guerra civil española fue Fernando Barral, que estuvo con su madre en un campo de concentración en Argelia y que fueron reclamados por una tía que vivía en Córdoba. Años después, Fernando fue perseguido por una de las tantas dictaduras argentinas y se exilió en Hungría, donde recibió una carta del Che, invitándolo a colaborar con la revolución cubana, donde le decía: “Desde ya te puedo decir que aquí tienes trabajo para ti y tu mujer; el sueldo será decoroso sin permitir mayores lujos y la experiencia de la Revolución Cubana es algo que me parece muy interesante para personas como tú... La universidad se está reestructurando y hay campo para trabajar... Naturalmente aquí encontrarás más cosas irracionales que en ese país, pues una revolución lo conmueve y lo trastoca todo y poco a poco hay que poner a cada uno en el puesto que mejor pueda desempeñar. Lo único importante es que no se obstaculiza el trabajo de nadie...”. Barral fue uno de los amigos de la niñez y juventud que estuvo también junto al Che en Cuba.
Estos son algunos aspectos de la niñez del Che, para mí es un verdadero honor afirmar que las primeras inquietudes políticas del Che estuvieron inspiradas en la gloriosa lucha y la defensa de la República Española y agregar también que en Argentina siempre fue notoria su influencia, aún hasta hoy.
Otra cosa importante que va transformando y sensibilizando al futuro Che es el contacto directo con la miseria y la marginación que descubre durante sus viajes juveniles por Latinoamérica...Siendo estudiante de medicina viaja en moto con Alberto Granados (biólogo), aunque en ciertos trayectos se unen otros argentinos.
En Chile, en la mina de Chuquicamata encuentran a una pareja, él era comunista que recién salía de la cárcel. Habían dejado a los hijos con los vecinos e iban a una mina de azufre donde nadie quería ir por las malas condiciones de trabajo... allí esperaba que lo emplearan sin preguntar por su filiación política.
Un capataz quería quedar bien con los “científicos argentinos viajeros” pero el futuro Che le empezó a hacer preguntas incómodas: “¿Cuantos han muerto acá con silicosis?” “Nunca me han preguntado eso, desconozco el dato”, fue la respuesta... y se acabó así la “amabilidad”.
En sus notas de viaje consigna su desprecio a los yanquis: “gringos imbéciles, pierden millones por un dia de huelga y le niegan unos centavos de aumento a un pobre obrero”.
Estuvieron también en un leprosario del Amazonas, con 600 pacientes que vivían totalmente aislados en la selva. Jugaron al futbol con ellos y hasta les enseñaron a jugar al ajedrez… De otro poblado llegó una orquesta de leprosos. En una carta a su madre Ernesto le cuenta que había un cantante ciego y el bandoneonista que no tenía dedos en la mano derecha, los reemplazaba con palitos atados a su muñeca. Los enfermos agradecidos y sorprendidos por tan inusual visita, les construyeron una balsa “Mambo-Tango” y al partir les regalaron pollos vivos, piñas y anzuelos para el viaje...
Mas adelante, en Cuzco, aparece una situación jocosa. Así la describe Ernesto: “Los campanarios de la catedral, derribados por el terremoto de 1950 habían sido reconstruidos por cuenta de Franco y en prueba de gratitud se ordenó a la banda ejecutar el himno español. Sonaron los primeros acordes y se vio encarnarse aun más el bonete del obispo, mientras sus brazos se movían como los de una marioneta: ¡Paren, paren, hay un error!, decía mientras se oía la voz indignada de un “gaita”(1): ¡dos años trabajando para esto! La banda -no se si bien o mal intencionada- había iniciado la ejecución del himno de Riego” (1)
Cuando regresó a Bs. As. Ernesto escribió en sus notas: “La persona que escribió estas notas murió al pisar nuevamente tierra argentina, el que las redacta y pule, “yo”, no soy yo, al menos no soy el mismo que era antes. Este vagabundear a través de nuestra América me ha cambiado más de lo que yo pensaba”
Se recibió de médico y partió nuevamente. Granados lo esperaba en Venezuela.... Pasó por Guatemala y participó en la defensa del gobierno de Jacobo Arbenz. Cayó preso y salió a México por gestión de la embajada argentina. Allí conoció a Fidel Castro, hablaron toda una noche y al amanecer ya estaba decidido a sumarse al proyecto revolucionario cubano... Allí se convirtió en el Che porque así lo apodaron los cubanos...
En ese tiempo, conoció a otro histórico de la guerra civil, el Gral. Alberto Bayo, que organizó uno de los primeros grupos de la guerrilla antifranquista con el desembarco de los republicanos en Mallorca y fue el encargado de adiestrar en México al grupo de cubanos que se preparaba para la expedición del Granma. El Che siempre consideró a Bayo su maestro, lo unió a él no solo la camaradería sino también una gran amistad y la pasión por el ajedrez... Bayo afirmó: “Guevara y yo eramos los únicos ajedrecistas de igual fuerza que estabamos en el campamento”. En 1960 se publicó en la Habana un libro de Bayo “Mi aporte a la Revolución Cubana” con prólogo del Che. Bayo falleció en Cuba en 1967 y le fue dado el grado de General (a título honorífico ya que no existe esa denominación en la jerarquía militar cubana)
El Che nunca dejó de ser también un intelectual, ó mejor dicho, un pensador profundo, un analista riguroso de la historia. Admiraba a numerosos escritores españoles, Rafael Alberti, Manuel Hernández, León Felipe... Citando palabras de este poeta pretendió explicar la importancia del trabajo en la construcción del socialismo... Pidió que escucharan un verso de un hombre de más de 80 años, que vio caer la causa política que defendiera: la República Española y que desde entonces vivía exiliado en México. Algunas estrofas aludían a la dureza del trabajo, al hombre que es un niño laborioso y estúpido que convirtió el palo del tambor en una azada y en lugar de cantar una canción de júbilo se puso a cavar la tierra... Luego le escribió una carta al poeta: “Maestro, hace años al tomar el poder la Revolución recibí su último libro dedicado por Ud. Nunca se lo agradecí, pero siempre lo tuve presente. Tal vez le interese saber que uno de los libros que tengo en mi cabecera es “El ciervo”. Pocas veces puedo leerlo porque todavía en Cuba dormir, dejar el tiempo sin llenar con algo o simplemente descansar, es un pecado de lesa dirigencia. El otro día asistí a un acto muy importante para mí. La sala estaba llena de obreros entusiastas y había un clima de hombre nuevo en el ambiente. Me afloró una gota del poeta fracasado que llevo dentro y recurrí a Ud. para polemizar a la distancia. Es mi homenaje; le ruego que así lo interprete.”
El Che fue un hombre integro, ni la enfermedad ni el sacrifico le impidieron su labor revolucionaria... tal como lo hicieron tantos republicanos y republicanas españoles asesinados por los fascistas... La mejor manera de honrarlos, a él y a ellas y ellos, es recuperar sus ideas, levantar sus banderas, trabajar incansablemente en el estado español por construir la tercera República... y en el mundo entero siendo solidarios con los pueblos oprimidos y los que luchan por su liberación, sintiéndonos conmovidos ante cualquier injusticia que se cometa en cualquier lugar del mundo... en síntesis renovando siempre el compromiso militante para construir una sociedad nueva.
Zulema Facciola
Publicado en revista republicana de IU septiembre 2009
(1) Himno de la República Española
Nota del Editor: En la foto Ernesto Guevara con el general republicano Enrique Lister