La Iglesia impide el funcionamiento democrático

Matrimonio igualitario
La Iglesia impide el funcionamiento democrático

 


Una vez más el espacio conservador de la Iglesia católica insiste con sus prácticas de presión sobre el funcionamiento democrático, negando de manera rotunda la voluntad del pueblo, que a través de organizaciones sociales y populares se reconoce en la diversidad, más allá de las imposiciones eclesiásticas de lo que es “natural”.

El dictamen resuelto ayer en la Cámara de Senadores en contra del proyecto de ley del matrimonio del mismo sexo y su posibilidad de conformar una familia mediante la adopción de niños y niñas es un freno; pero no un retroceso. La lucha que emprendió nuestro pueblo no tiene vuelta atrás. Tantos años de opresión de instituciones conservadoras que imponen su ideología por la fuerza son rechazados por un espectro cada vez mayor de nuestra sociedad.

Esto lo vemos claramente, por ejemplo, en el avance en materia de derechos sexuales y reproductivos como la distribución de anticonceptivos; pese a la concepción natural de la Iglesia de que la mujer sirve solamente para reproducirse. O bien, si consideramos el amplio consenso que tiene el proyecto de ley por la legalización del aborto, a pesar de que la Iglesia niega a la mujer el derecho a decidir sobre su cuerpo.

La imagen de lo que debe ser una pareja, es una construcción cultural. Cuando la sociedad evoluciona, las construcciones se van modificando a base del consenso que consigue determinada figura. Esta ala de la Iglesia también pretende decidir sobre la conformación de una familia, instaurando la figura de pareja o matrimonio, negando por completo la preferencia sexual de cada persona.

Pese a que el Estado -es decir, toda la comunidad sin importar su religión o credo- sigue subsidiando y eximiendo de impuestos a las instituciones de la Iglesia católica, ésta última utiliza sus instituciones, principalmente la educativa, con los fines de imponer su postura ideológica generando rechazo y enfrentamiento entre sus feligreses y quienes deciden vivir y elegir libremente. Es así como utilizan su autoridad para promover de manera falaz aspectos denigrantes hacia las personas en su condición de homosexuales, por citar un ejemplo.

Esto último se evidenció claramente con los petitorios en contra de la aprobación de la ley de matrimonios del mismo sexo, enviados a los padres de los alumnos a través de sus cuadernos de comunicaciones; o con las movilizaciones para presionar a los diputados y senadores del Congreso de la Nación.

El sector conservador eclesiástico insiste en amedrentar a los legisladores, representantes de todos y todas las y los residentes de este país, negando la posibilidad de elegir o accionar cotidianamente sin su consentimiento.

El hecho de que el proyecto, impulsado por años de lucha de organizaciones sociales y populares, haya avanzado en la Cámara Baja refleja el alto consenso que existe en la sociedad que se reconoce en la diversidad. Y que ya no quiere ser censurada por una cultura impuesta, sino que decide ser actor protagónico en la construcción de su propia cultura, que incluya a todos y todas de una manera más justa.

Analía Luna
Colectivo de Mujeres Juana Azurduy La Plata

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