"Garcas": En respuesta a Marcelo Padilla
Después de leer tu artículo titulado “Garcas” referido a las manifestaciones del 13/S pensé en discutir con vos públicamente sobre el tema. Ambos compartimos una concepción de la Sociología alejada de la comodidad de la academia y de la biblioteca, pensamos que hay que arriesgarse a poner el cuerpo, en la calle, en los márgenes, en los barrios, en la noche y en todos aquellos lugares adonde lo popular se construye y se manifiesta. Juntos investigamos y escribimos un libro sobre el rock. Este es un movimiento en el que sus integrantes suelen tener visiones simplistas y unilineales de la realidad social, generalmente sostienen un apoliticismo burdamente anarquista y su relación con el gobierno de turno y las empresas vinculadas al espectáculo es ambivalente. No por eso dejamos de reconocer su carácter profundamente subversivo y contracultural.
Digo esto para resaltar que los sujetos colectivos son complejos, están divididos en fracciones y cruzados por contradicciones ideológicas. El campo de lo popular se constituye a partir de la política, no existe como algo predeterminado sino que es el resultado de la lucha entre dos principios hegemónicos que se lo disputan.
En tu artículo hablás a través de un personaje que tiene una empresa en Mendoza con treinta obreros. Claramente es un empresario de capital nacional inserto en una economía regional, es decir forma parte de lo que queda de la burguesía nacional. Nadie que sostenga un proyecto nacional y popular podría pensar que este hombre no pertenece al campo popular, sus intereses, al igual que los de otros sectores y clases subalternas, entran en contradicción con las empresas monopólicas de capital transnacional con las que no puede competir. Por supuesto que su inclusión se concreta en tanto haya medidas económicas que lo protejan y un discurso que simbólicamente lo contenga.
Con respecto a la clase media, el componente principal de las manifestaciones, es importante recordar que no forma parte de los sectores dominantes, mayoritariamente la constituyen asalariados con distintos rangos de ingreso. Su posicionamiento político está siempre tensionado entre apoyar a los sectores populares o a las clases dominantes. En nuestro país esto ha dependido de muchos factores, las crisis económicas contribuyen a colocarla en la vereda de lo popular, recordemos la jornada del 20 de diciembre de 2001 y los tiempos que siguieron sintetizados en la frase “Piquete y cacerola la lucha es una sola”.
Cuando se expande la clase media argentina al compás del modelo agroexportador a principios del siglo XX , su participación fue fundamental para conseguir derechos civiles: ley de voto obligatorio y Reforma Universitaria. El justicialismo contó siempre entre sus filas con importantes fracciones de las capas medias. Durante los primeros gobiernos peronistas surgió una nueva oleada al compás de la expansión del Estado de Bienestar que creó muchos nuevos empleos públicos y esta nueva fracción de la clase media apoyó mayoritariamente al peronismo. En los setenta las juventudes peronistas de todo cuño fueron casi exclusivamente de clase media. Actualmente las agrupaciones juveniles kirchneristas son también mayoritariamente de clase media. Lo son también todos los movimientos y partidos de izquierda, como podemos comprobar empíricamente en cualquier marcha.
Que la clase media esté a favor de un proyecto de transformación no depende de una supuesta naturaleza reaccionaria que la constituye sino de un trabajo político de articulación ideológica y de intereses. Sería un error empujarla a adoptar posiciones de derecha atacándola y desconociendo sus reivindicaciones coyunturales.
Por otra parte, es importante establecer claramente cuáles son los sectores que NUNCA estarán a favor de un modelo de inclusión y de soberanía nacional. Son las grandes empresas transnacionales, especialmente las vinculadas a la exportación de materias primas y que, para colmo, depredan nuestros bienes comunes. En Argentina se llaman (entre otras) Barrick Gold, Monsanto, Chevron, a las que este gobierno concede injustificables beneficios.
Un auténtico modelo nacional y popular incluye y no excluye, expande y no limita, clarifica y no confunde.
Un abrazo con el cariño de siempre,
Graciela Cousinet
(*) decana de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo.
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