Enjuiciar a quien hace justicia

Enjuiciar a quien hace justicia

Por Carlos Rozanski *

Una niña de 17 años, de El Bolsón, fue violada durante años por su padre y su tío. Según surge igualmente del fallo del reconocido juez Martín Lozada, esa niña, producto de alguno de esos abusos, estaba embarazada de once semanas. La joven expresó claramente su deseo de interrupción del embarazo, un pedido avalado en un todo por su madre y mediante el cual reclamaban al Hospital de El Bolsón la práctica correspondiente para poner fin –al menos en esa instancia– al calvario que venía viviendo la niña.

Como lamentablemente es frecuente observar en abusos sexuales, en lugar de actuar con la celeridad que un caso como el descripto requiere, en un país donde la ley expresamente contempla la solución solicitada por la víctima y su madre, comenzó un período de dudas y dilaciones que finalmente fueron resueltas por el magistrado. Así, el hospital interviniente, a pesar de contar con los medios técnicos para ello, se negó a realizar el aborto, debido según surge del fallo a que “las tres médicas ginecólogas del hospital se constituyeron formalmente como objetoras de conciencia para dicha práctica en todas sus instancias” (sic).

No obstante, el equipo técnico que llevó a cabo la confección del informe donde se evaluó la petición de la víctima y su madre consideró que “es fundamental que se haga lugar a dicho pedido dado que de ello depende la integridad emocional” de la niña. Informó asimismo la directora del hospital que su “salud psíquica se encuentra seriamente comprometida, dada la condición de abuso crónico, coerción y ejercicio de poder que sobre su persona se ha venido ejerciendo durante varios años”. Finalmente, como continúa el fallo, de los informes profesionales surgía la existencia de un riesgo potencial para la vida de la niña. Consultado el psicólogo forense, indicó que la víctima presentaba un “síndrome de acomodación al abuso sexual”.

Frente a semejante cuadro, el juez Lozada ordenó la práctica interruptiva que aconsejaban cada uno de los profesionales intervinientes, procedentes de diversas disciplinas y coincidentes todos tanto respecto del sufrimiento que padecía la niña a raíz de los abusos, como de los riesgos que el paso del tiempo implicaba para su integridad psicofísica.

En pocas horas, un organismo oficial de la provincia de Río Negro se dispone a tratar un pedido de juicio político al magistrado nombrado, por la decisión sintetizada. La pregunta obligada, frente a semejante despropósito, es cómo puede ser que quien hace lo correcto, quien protege a una niña abusada, quien toma una decisión que no es opcional sino obligatoria, en el marco estricto de su ministerio y del cumplimiento cabal de la ley y los tratados internacionales que nuestro país suscribió y trata a diario de cumplir, pueda estar a punto de enfrentar una circunstancia como la apuntada. Qué profundas razones siempre disfrazadas pueden hacer que tomar las decisiones correctas ponga en riesgo la carrera de las personas de bien como Martín Lozada. Con la crudeza que la situación reclama, cabe señalar que si bien hay mucha gente que sobre estos temas dice la verdad y obedece a una verdadera, transparente, coherente y humanista conciencia, también hay otra cuyas convicciones no son las mismas. Prefieren la hipocresía de tolerar los miles de abortos caros a mujeres de buena posición que se realizan año tras año en nuestro país, mientras no vacilan en condenar aquellos que, perfectamente legales como el de este caso o bien clandestinos y riesgosos, son realizados también de a miles, a mujeres humildes que muchas veces pagan con su vida el pecado de ser pobres y además estar embarazadas. La Argentina actual no tiene espacio para soportar una afrenta más a funcionarios como Lozada, a quienes se pretende sentar en el banquillo de los acusados por haber hecho lo correcto. Mentalidades preconciliares que crucifican a esas mujeres y a todo aquel médico, psicólogo, obstetra o juez que pretenda aplicar la ley, tienen tanta responsabilidad en el daño sufrido por las víctimas como los violadores que han originado los embarazos. Es de gente bien nacida respetar los derechos de las niñas como la de este caso. La mayoría de los argentinos lo somos.

* Juez de Cámara, presidente del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 de La Plata.

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