El dilema de Syriza. Sobre la situación del gobierno griego.
Sendas notas que, con posiciones diferentes sobre la decisión del Gobierno griego de aceptar las imposiciones de la Comisión Europea encabezada por Alemania, muestran la complejidad de la situación en que se encuentra el gobierno de Syriza. (N. de la R.)
No a la transformación de Syriza en un partido promemorándum
10 de agosto por Antonis Ntavanellos
[El jueves 30 de julio se reunió el Comité central (CC) de Syriza. En él, Alexis Tsipras lanzó una verdadera ofensiva contra los parlamentarios y parlamentarias opuestos al acuerdo del 13 de julio. El ataque también estaba dirigido contra la Plataforma de izquierda y Red Network. Su objetivo era neutralizar al centro-izquierda de Syriza, más conocido como el grupo de los «53 más». En el Comité central, Tsipras «amenazó» con realizar un referéndum entre las bases del partido, referéndum que de haber tenido lugar se habría celebrado el domingo 2 de agosto. A la hora de las votaciones, ya de madrugada, y viendo que contaba con el apoyo de la mayoría, la dirección de Tsipras dejó caer el referéndum. Para ella, el objetivo del congreso extraordinario se ha convertido en un reto fundamental. Ahora mismo su objetivo es tratar de controlarlo y lograr que la mayoría de los delegados y delegadas a ese congreso -en el que se intentará marginar por todos los medios al ala izquierda- estén en consonancia con las listas electorales que se preparan para las próximas elecciones. El texto que publicamos a continuación fue escrito el 31 de julio y estaba dirigido a las bases de Syriza. Hemos tratado de hacerlo más comprensible con anotaciones entre corchetes. (Redacción Àl’encontre)]
La evolución de la situación en Syriza va a estar determinada por las siguientes cuestiones.
1. La solidaridad contra los ataques calumniosos. Estos últimos días, está claro que existe una campaña político-mediática dirigida contra los dirigentes de Syriza que, de una forma u otra, se han manifestado en desacuerdo con el acuerdo para un tercer memorándum [firmado el 13 de junio entre el gobierno de Tsipras y el Eurogrupo]. Nos referimos a Panagiotis Lafazanis [exministro de Reconstrucción productiva y Energia], a Nadia Valavani [viceministra de financias que dimitió tras el acuerdo], a Zoe Kostantopoulou [presidenta del parlamento], y a Yanis Varoufakis [exministro de Finanzas]. Es necesario señalar que, como partido, Syriza no ha dicho nada contra estos ataques inmorales. Exigimos que el partido ejerza su poder e influencia para poner fin a esta situación. Las y los miembros de la dirección de Syriza no deberían olvidar lo que le ocurrió al Pasok en 1981. [En 1981 Andreas Papandreu ganó las elecciones frente al dirigente de Nueva Democracia, Georgios Rallis; en esa época, se dijo que Grecia tenía su «primer gobierno socialista»]. Deberían recordar que en aquella época se utilizaron procedimientos similares (la complicidad de sectores del partido con los media y los servicios secretos del Estado) contra los dirigentes más radicales del Pasok. No podemos permitir que se reproduzca el mismo proceso en el interior de Syriza [se refiere a la campaña denigratoria contra los sectores radicales de Syriza impulsada desde el reducido círculo gubernamental de Syriza].
2. Una valoración clara del acuerdo. Numerosos camaradas nos exigen evitar, simétricamente, bien una valoración elogiosa, bien una valoración dramática del acuerdo. Estas caracterizaciones no tiene ningún sentido. Lo que necesitamos es una valoración política clara. El acuerdo ratifica un memorándum muy duro. Un memorándum provisto de un turbo TAIPED [el fondo que va a gestionar las privatizaciones], pone [la gestión gubernamental, de los ministerios, etc.] bajo una super vigilancia, y establece un potente sistema de recortes automáticos en caso de que no se cumplan los objetivos presupuestarios, con importantes contrarreformas anti obreras. Se trata de un memorándum que Samaras no hubiera logrado imponer como tampoco lo hubiera logrado la gran coalición entre Samaras (ND) y Venizelos (Pasok). Los acreedores y las clases dominantes griegas han puesto en manos de Syriza este memorándum para aprovecharse de su influencia en el seno de las clases trabajadoras y populares para promover las contrarreformas; pero, también, con el objetivo de quebrar las amenazantes fuerzas sociales del trabajo agrupadas en torno a Syriza a lo largo de las grandes luchas contra los memorándum (2010-11). En esta ocasión, los dirigentes de la Eurozona han echado mano de su experiencia internacional, en la que en numerosos países, las contrarreformas neoliberales fueron impuestas por gobiernos socialdemócratas. Una vez impuestas, la violencia neoliberal se desarrollaron sin freno y los partidos socialdemócratas, profundamente transformados, se integraron en el nuevo ciclo de poder paneuropeo de la derecha.
3. ¿Hay alternativa? No es correcto plantear si Alexis Tsipras tenía alguna alternativa al amanecer del dramático 13 de julio. Hay que analizar la situación tomando en consideración los seis meses transcurridos desde la victoria electoral del 25 de enero. En tanto que miembro de la Plataforma de izquierda, comparto todas las propuestas que se realizaron en su momento para hacer frente al necesario conflicto-ruptura con la zona euro y el euro. Pero ahora no quiero responder a quienes hablan de la «izquierda pro-dracma» [una de las fórmulas que utilizan los media para caracterizar a la izquierda de Syriza], ni repetir los argumentos que tienen que ver con la necesidad de un Plan B. Querría centrarme en lo que tiene que ver con el abandono del Plan A [el programa de Tesalónica] que tenía Syriza.
El congreso fundacional de Syriza (2013) definió el plan adoptado por su mayoría. El mismo constaba de los siguientes elementos: reformas a favor de las clases trabajadoras y populares [con la definición de un excedente presupuestario primario; es decir, previo al pago de la deuda], lo que implicada adoptar «decisiones unilaterales» que conducirían a la formación de una sólida alianza social de izquierdas en torno al gobierno; la financiación de ese programa se realizaría con los recursos derivados del no pago del servicio de la deuda (en una perspectiva de la anulación de su gran parte); todo ello acompañado de una reforma fiscal radical basada en la fuerte imposición al capital y a las riquezas acumuladas, la lucha contra el fraude y la evasión fiscal de los capitalistas, así como la anulación de las privatizaciones. La relación entre este programa y la «globalización» [el contexto europeo] se expresaba de este modo: «Ningún sacrificio por el euro». Esto dejaba abierta la perspectiva de la «negociación», pero en función de una política radical de enfrentamiento y de inflexión en el interior del país, y dejando abierta la posibilidad de una ruptura con la dirección de la Eurozona ante el dilema de defender a la población o mantenerse en el euro. Ahora mismo, no sabemos si esta política aprobada por el congreso era correcta o no; no sabemos si constituía una «alternativa» a la de Merkel y Schauble. Y ello por una razón: porque esta política fue abandonada al día siguiente de la victoria electoral; porque fue anulada por «un núcleo cerrado en el seno del partido» |1|, que decidió de forma unilateral y sin que lo aprobara ninguna instancia representativa del partido [el Comité central o el Congreso] dedicarse exclusivamente a la negociación con los acreedores, con una táctica orientada a consolidarse frente a las «instituciones» [BDE, Comisión europea, FMI]. Todo ello con la esperanza puesta en lograr un compromiso honroso, que debía adoptarse sin reserva alguna para poder continuar «a cualquier precio en la zona euro». Una política que, tras el primer paso dado el 20 de febrero, [primer acuerdo con la troika que incluía el pago del servicio de la deuda] fracasó totalmente en la noche del 12 al 13 de julio en Bruselas.
4. ¿Qué ocurrió entretanto? Muchos camaradas afirman que llegamos al límite máximo de conflicto con los acreedores. Quieren hacernos creer que dejamos de pagar la deuda [por no pagar 1,5 mil millones al FMI en junio]. Pero eso no es serio. Una suspensión de pagos tiene por objetivo preservar los recursos financieros con el fin de orientarlos a satisfacer las necesidades sociales y no a reembolsar los préstamos-buitres. Esto no tiene nada que ver con pagar a los acreedores hasta el último céntimo de euro y, después, estar obligados a suspender un reembolso debido a la falta de recursos.
También dicen que hemos impuesto el control de capitales. Tampoco es serio. El límite de 60 euros diarios impuesto a la retirada de fondos no afecta al capital, sino al ahorro popular; el capital ya tuvo tiempo de fugarse sin problemas. Esa medida no constituyó ni una gestión, ni un control de capitales; porque el control de capitales no se ejerce sobre los cajeros automáticos sino en los cuatro principales bancos que han organizado la evasión de capitales.
Dragasakis afirma que la fuga de depósitos bancarios era la superarma en manos de los acreedores. ¿Cree realmente en lo que dice? ¿Quién ha sido el responsable de los cambios en [las cúpulas] de los bancos, de la «coexistencia pacífica» entre el gobierno y los banqueros a lo largo de estos últimos 6 meses? ¿Quién era el responsable de advertir al partido y al gobierno de la fuga masiva de capitales a través de los «respetables» cuatro bancos más importantes?
¿Es que hemos hecho algo contra la red del contrabando? ¿Es que durante ese tiempo no hemos dejado en manos de la OPAP [la empresa que controla la lotería privatizada en 2013] el control de las apuestas para las carreras de caballos así como el de las máquinas tragaperras?
5. ¿Desprenderse de las ideas de izquierda? Estoy de acuerdo con quienes [se refiere al centro izquierda de Syriza, más conocido como el grupo de «53 más» que a pesar de sus reservas sobre el acuerdo, se han alineado con el gobierno] remarcan el riesgo de que con este memorándum se abandonen las ideas y una política de izquierda. Pero quien en verdad busque salir de la situación dramática a la que nos dirigimos, tiene la solución al alcance de la mano: rechazar, incluso ahora, el acuerdo; votar a favor de una agenda clara y de una definición política de izquierda; exigir un mandato claro en torno a una política alternativa [se refiere a la discusión en el Comité central que debía dejar de lado la discusión política]. Con estos últimos [se refiere al grupo de los «53 más» que en su mayoría estaban entre los 109 miembros del CC que el 15 de julio se opusieron al acuerdo y exigieron una reunión urgente del CC) existe el diálogo siempre que se realice de forma honesta y convincente. Lo que implica que en Syriza se de una discusión abierta y que las decisiones adoptadas estén bajo el control de los órganos representativos del partido,
6. La propuesta de un congreso para septiembre. Muchos camaradas apoyan la propuesta de la celebración de un congreso en septiembre tratando, de ese modo, de evitar «aventuras» o el riesgo de la división.
De esta manera, se abre un vacío político crítico. En efecto, el problema está en lo que vaya a ocurrir de aquí [la reunión del CC el 30 de julio] y finales de septiembre. Es decir, ¿qué pasara en ese intervalo en el que la izquierda (… radical) presentará en el parlamento el tercer memorándum para su aprobación y puesta en marcha? El partido y sus comités están forzados a no poder opinar sobre la cuestión más importante del momento, mientras que «el núcleo cerrado en el seno del partido» y el gobierno tendrán las manos libres para adoptar el memorándum del ajuste. Esa es la razón por la que la Plataforma de izquierda propone la convocatoria de un «Congreso permanente» desde ahora [el «Congreso permanente» quiere decir que los delegados y delegadas del congreso precedente que aprobaron el programa de Syriza se puedan pronunciar, frente a delegados «seleccionados» para respaldar las decisiones gubernamentales] o, en todo caso, antes de que el memorándum (con todos sus artículos) sea presentado al parlamento para su aprobación [el gobierno intenta que esta decisión se adopte el 18 de agosto, ¡dos días antes del vencimiento de la fecha en la que Atenas tiene que reembolsar 3,2 mil millones de euros al BCE!].
7. Comprometidos con el movimiento. Además de ser miembros del partido, somos miembros de organizaciones sociales, como los sindicatos. En ellos, tenemos la obligación de animar la lucha, la resistencia social contra las medidas que se deriven de este tercer memorándum. Con las mismos medios que siempre: la huelga, las manifestaciones y las ocupaciones, etc. Objetivamente, estas luchas van volverse contra el gobierno apoyado por Syriza. Individual y colectivamente, nos encontraremos enfrentados a una situación dramática en caso de que aprobemos el nuevo memorándum.
Quienquiera que intente poner bridas a estas luchas, quienquiera que proponga la autocensura a los miembros de Syriza, no hará sino trasladar al interior de Syriza las presiones para transformar Syriza en un partido promemorándum.
Si se da esta transformación, asistiremos al fin de Syriza [como partido-coalición de la izquierda radical].
Fuente y Traducción: Viento Sur
Publicado en http://cadtm.org/No-a-la-transformacion-de-Syriza
El dilema de Syriza |
Sam Gindin · Leo Panitch |
10/08/15 |
Piense en una fábrica en la que los propietarios de la empresa han tratado con dureza e injustamente a sus trabajadores, mientras los dirigentes sindicales no hacían nada o incluso eran cómplices. Muchos de los trabajadores de esa fábrica han resistido, han parado la producción un par de horas y ocupado una sección de la fabrica varios días.
Finalmente, para negociar un nuevo convenio colectivo, los trabajadores eligen a un nuevo comité de empresa con mayoría de un sindicato radical. Las negociaciones se prolongan durante muchos meses y, en última instancia, los dirigentes sindicales piden que se vote la huelga y obtiene un abrumador apoyo.
Vuelven a la mesa de negociaciones esperando que ese nuevo mandato va a cambiar la actitud de la patronal, y lo hace - pero no como el sindicato esperaba. Por el contrario, los patronos dicen: "Bueno, eso es todo; vamos a cerrar la fábrica. Es evidente que a pesar de todos nuestros esfuerzos estos últimos años, los trabajadores nunca serán lo suficientemente disciplinados como para generar beneficios".
Ante el cierre inminente y preocupados por los empleos de sus afiliados, la nueva dirección del sindicato de mala gana firma el nuevo convenio colectivo que incluye cláusulas aún más dura que antes. No intentan endulzar lo ocurrido: "Es un mal acuerdo, pero mantienen abierta la fábrica".
Aunque la nueva dirigencia sindical sigue siendo popular, muchos afiliados están molestos, gritan "traición", se concentran delante de la oficina del sindicato, y exigen que se ocupe la fábrica y sea dirigida por el sindicato.
Los dirigentes sindicales dicen que no va a funcionar: dejando a un lado la posibilidad de que los propietarios de la fábrica llamen a la policía, existe el problema de los contratos cancelados, la falta de fondos de inversión para reconvertir la fabrica para otras líneas de producción más viables, etc….
"Todo lo que podemos hacer", dicen, "es resistir, con la esperanza de conseguir más apoyo solidario la próxima vez de los trabajadores de otras plantas de la empresa, y tratar de extender la negociación colectiva a todas las plantas. No vamos a vender este acuerdo como una victoria. En su lugar, vamos a seguir luchando a partir de él, recoger la mayor cantidad de reivindicaciones que podamos, e intentar conseguir el trabajo reglamentado".
La realidad
Las analogías son siempre limitadas. Grecia es, después de todo, un estado independiente que controla teóricamente el destino de su economía. Sin embargo, lo que hace que la analogía anterior sea adecuada es que el gobierno radical de SYRIZA fue elegido en enero 2015 sobre la base de su promesa de tratar de negociar un mejor acuerdo que la dura austeridad neoliberal impuesta a través de los memorandos firmados por los gobiernos anteriores.
Al mismo tiempo, se comprometió a permanecer en el sistema monetario de la zona euro, en la que está integrado el sistema financiero de Grecia, así como en el marco de la Unión Europea, de la que su economía es parte. La elección del nuevo gobierno estaba condicionada al cumplimiento de estas dos promesas simultáneamente, y las negociaciones que había comenzado eran una prueba de la compatibilidad de estas dos promesas, como fue el referéndum de 5 de julio que convocó y ganó de manera aplastante después de cinco meses de negociaciones infructuosas.
Las acusaciones de traición que están siendo formuladas contra los dirigentes SYRIZA actualmente se basan en que han firmado el nuevo y durísimo memorándum. Pero en la medida en que este memorándum se impuso sobre la base de la amenaza de expulsar a Grecia de la zona euro y dejar a su sistema bancario sin apoyo, la afirmación de que el primer ministro Alexis Tsipras "capituló" implica que había una alternativa viable a partir de una salida inmediata de la zona euro ("Grexit") que el gobierno podría haber llevado a cabo.
Las condiciones políticas que harían inmediata viable un Grexit no existen en la actualidad. Aquellos que insisten en que estas condiciones políticas fueron creadas por el resultado del referéndum, se equivocan.
La última encuesta, realizada por Análisis Palmos, una empresa con buena reputación, entre el 15 y el 17 de julio muestra que, incluso teniendo en cuenta la dureza del nuevo memorándum, el 74% de los griegos continúan apoyando la permanencia en el euro - y esto incluye al 66% de los partidarios de SYRIZA. Al menos un 42% de los encuestados después de la firma del nuevo memorándum indicó que votaría a SYRIZA hoy, un aumento sustancial por encima del 36% que lo hizo en las últimas elecciones. Esto le da a SYRIZA una ventaja de más de un 20% por encima de Nueva Democracia, que está en segundo lugar, y produciría una clara mayoría de 165 escaños en el parlamento griego.
Dada su enorme popularidad, Tsipras hubiera podido, con una campaña entusiasta, tratar de aumentar el apoyo para salir del euro, pero incluso conseguir una mayoría ajustada para volver al dracma requeriría más que duplicar el apoyo actual a una salida del euro, que se sitúa en sólo el 24%. Tsipras siempre ha dejado muy claro que él - y esto se aplica a la mayoría de la dirección del partido a todos los niveles - sólo iría tan lejos como los europeos se lo permitiesen. Fue elegido sobre esta base y convocó el referéndum sobre la misma base.
Los que ahora le acusan por no haber cambiado de opinión y haber hecho lo contrario están admitiendo efectivamente que deberían haber apoyado al Partido Comunista Griego ( KKE ) o a Antarysa desde un comienzo, en lugar de respaldado con gran entusiasmo la elección de SYRIZA.
La credibilidad de Tsipras se basa en su insistencia - la antítesis de un dirigente sindical que vende concesiones como una victoria y por lo tanto esta haciendo el trabajo sucio de la empresa - que el acuerdo es malo. Lo presenta como el resultado de una imposición de la Troika, y sobre todo de Alemania, no sólo a él, sino al pueblo griego.
Como él mismo explicó al Parlamento griego el 22 de julio:
“Hemos elegido un compromiso que nos obliga a poner en práctica un programa en el que no creemos, y vamos a ponerlo en práctica porque las alternativas son difíciles. Estamos convocados hoy a legislar en un estado de emergencia. El objetivo de la presencia de la izquierda en este gobierno no es el poder por el poder, sino que se trata de un bastión desde el que luchar por los intereses de nuestro pueblo. Y en lo que a mí respecta, no voy a abandonar este bastión, al menos por mi propia voluntad”.
También hay que decir que los defensores de un Grexit inmediato de la Plataforma de Izquierda no son muy convincentes. Asumen que las instituciones estatales existentes podrían ser fácilmente doblegadas a voluntad del gobierno, para no hablar de su capacidad para aplicar dicho plan.
E incluso si el plan para el Grexit de la Plataforma de Izquierda se aplicase de manera eficiente, lo más probable es que causase dificultades transitorias severas durante un período de tiempo más prolongado que lo que los defensores del plan dicen. Cualquier alternativa seria tendría que considerar las consecuencias políticas de esta, sobre todo si tiene el efecto de alienar a los seguidores de SYRIZA.
Posibilidades
Aquellos que - como nosotros - creen que con el tiempo será necesario dejar la zona euro debe reconocer que no se puede hacer inmediatamente. Hay que crear las condiciones para que sea posible, y esto significa tiempo para prepararse para la salida.
El apoyo continuado a Tsipras sugiere que hay tiempo para abordar las transformaciones necesarias dentro del estado, y planes creativos para tanto mantener la confianza en el gobierno como para permitir a la gente aprender orgánicamente por qué tienen que ir más allá de los límites de la integración en la Europa neoliberal.
La mayoría de los que ahora apoyan a Tsipras no proponen simplemente esperar a que las instituciones europeas sean "mejores". Entienden la lucha en términos de un internacionalismo de manera que cada país se sume a los "pequeños incendios" que SYRIZA ha iniciado y que acabarán por cambiar la Unión Europea. Otros ven la necesidad de una ruptura, pero quieren un plan mucho más elaborada y amplio para una transición económica que el que la Plataforma de Izquierda ha avanzado.
El problema central es que incluso los planes más detallados que se están proponiendo se presentan como un conjunto de políticas alternativas, pero que en realidad implican una revolución política inmediata. No son capaces de establecer si esto es posible dado el equilibrio de fuerzas en el interior de Grecia, como se refleja en la mayoría de las recalcitrantes instituciones del propio Estado, así como por la continua preferencia de la gente de continuar en el euro. Lo que se necesita en el momento presente es un análisis político concreto, en lugar de una respuesta técnica a un problema político.
Lo mejor que se puede esperar en este momento es el desarrollo de una mayor claridad, incluso entre aquellos que en SYRIZA entienden la necesidad de una ruptura, y el reconocimiento de que esa ruptura deberá ir más allá de una simple ruptura con el euro: que debe ser una ruptura con la Unión Europea como una zona de libre comercio y libre capital neoliberal.
El Plan B de la Plataforma de Izquierda es incapaz de abordar estos dos imperativos juntos. Por otra parte, el hecho de que se presenta como un conjunto de políticas que podrían imponerse con facilidad desde el pináculo del estado refleja lo que a los activistas más politizados de los movimientos sociales y a los cuadros más creativos dentro del partido no les gusta del enfoque estratégico de arriba hacia abajo de la Plataforma de Izquierda.
Como ya hemos argumentado, se necesita un verdadero plan B que debe ser diseñado con todo esto en mente, y que tendría que incluir un plan político para mejorar tanto las capacidades del partido y el gobierno para mejor contemplar, y poder llevar con éxito, semejante ruptura tanto desde el Estado como de la sociedad.
La presión constructiva al gobierno de SYRIZA debe orientarse a presionar a Tsipras para que se inaugure esta nueva etapa, vinculando activamente al gobierno y al partido con las redes de solidaridad, con el objetivo de enraizarlas y ampliarlas en cada comunidad en Grecia.
La verdadera prueba que SYRIZA tiene por delante será su capacidad de hacer esto, trascendiendo así sus divisiones actuales, incluyendo las acusaciones de traición contra el gobierno Tsipras, por una parte, y los intentos de marginar a los partidarios de la Plataforma de Izquierda, por la otra.
Reducir la presión de la izquierda sin duda socavaría una garantía fundamental a la hora de evitar que el gobierno de SYRIZA se convierta en algo indistinguible de los principales gobiernos socialdemócratas de toda Europa. Sin embargo, una proporción mucho mayor de la coalición que la que representa la Plataforma de Izquierda, incluyendo el grupo parlamentario e incluso el gabinete, está decidida a que esto no suceda.
Al mismo tiempo, nadie debe ver la derrota del gobierno Tsipras o una escisión dentro del partido como una "oportunidad" para la izquierda. Sería un desastre del que se beneficiaría sobre todo la derecha política, incluidos los fascistas.
La gravedad de los temas que están implícitos requieren que la izquierda internacional aborde seriamente las ignotas complejidades de cualquier estrategia socialista democrática en el actual contexto neoliberal global. Ningún partido de izquierda que llegue al gobierno sea donde sea en la actualidad es poco probable que sea tan radical como nos gustaría.
¿Cuál es la responsabilidad de la izquierda socialista en estas circunstancias concretas? Habrá decepciones; los logros, en el mejor de los casos, serán parciales, vulnerable a retrocesos; y habrá una vez más intentos renovados para conseguir encontrar el camino. En última instancia, sabemos poco sobre que hacer en esta situación.
Los debates dentro de la izquierda son absolutamente esenciales, pero deben llevarse a cabo sin postureos revolucionarios fáciles, y con la necesaria modestia: nadie tiene respuestas fáciles en este momento difícil y complejo.
Leo Panitch es editor del Socialist Register, famoso y ya clásico anuario de la izquierda anglosajona, y profesor investigador de Ciencias Políticas en la Universidad de York, en Canadá. Sam Gindin trabajó como investigador y economista de los sindicatos del automóvil canadienses. Veterano colaborador de Panitch, es coautor con él de The Making of Global Capitalism: The Political Economy of American Empire (Verso).
Traducción para www.sinpermiso.info: Gustavo Buster
Publicado en: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=8229