Causas emancipadoras
CAUSAS EMANCIPADORAS
El Movimiento Proyecto Sur que conduce Fernando Pino Solanas sostiene en su programa cinco causas emancipadoras, las que identifica con los grandes problemas nacionales que son imprescindibles resolver para construir un país mejor, de progreso para todos y todas.
La primera de estas causas es la batalla contra la pobreza y la indigencia, por la igualdad, la justicia y la movilidad social. Terminar con aquellas es un imperativo económico, político y ético también, qué duda cabe. Pero debemos decir que no hay forma de afrontarlo con éxito sin redistribuir la riqueza en serio, sin tocar las rentas extraordinarias para ello, sin pisarles los callos a los poderosos, a los dueños de casi todas las cosas de por aquí. El que lo declame pero no lo haga, va derechito al fracaso. Si dudas caben, miren al kirchnerismo.
La segunda es la defensa de nuestros recursos naturales y el cuidado del medio ambiente. El capitalismo en los tiempos que corren se ha vuelto más salvaje y depredador que nunca antes. Si siempre vinieron por nuestras riquezas sin preocuparles lo que dejaban atrás, qué podemos decir de lo que hacen ahora: petróleo, gas, minerales, madera, peces, tierra, agua, vienen por todo y dejan tierra arrasada. Siempre encuentran además socios y lacayos vernáculos que les facilitan las cosas y les allanan el camino. ¿Es posible pensar en desarrollar nuestro país si se aprovechan de sus recursos una minoría de ricos y grandes empresas, la mayoría extranjeras, que envían sus ganancias al exterior en lugar de reinvertirlas? ¿Si nos dejan la tierra agobiada por los desmontes indiscriminados, el monocultivo de soja y los agroquímicos, si destruyen los glaciares y contaminan con la minería a cielo abierto y los desechos industriales los cursos de aguas, si depredan nuestra plataforma submarina? No es posible.
La tercera es la recuperación de las grandes industrias del Estado, como base de la reconstrucción de éste y de un nuevo proyecto productivo. Recuperar ELMA, la industria Aeronáutica, fortalecer la CONAE, y por sobre todo reconstruir los Ferrocarriles Argentinos. Los trenes deben volver a constituir el corazón del sistema de transportes del país, por ser más económicos, más seguros y menos contaminantes. La producción ferroviaria que los rodea debe transformarse además en una industria de punta, que sostenga nuestro desarrollo tecnológico.
La cuarta causa es producir una verdadera revolución cultural, reintroduciendo la conciencia emancipadora en nuestro pueblo. Es un imposible avanzar en la gestación de una nueva nación, si no logramos derrotar las lacras que el neoliberalismo nos ha dejado -el individualismo, la pasividad, el qué me importa- incrustadas hasta nuestros días. Será por ende tarea impostergable y decisoria reconstruir conciencia de participación, de defensa del patrimonio público, de soberanía, de solidaridad y de igualdad.
La quinta es democratizar la democracia. De 1983, cuando corrimos a los dictadores, en adelante, nuestra democracia fue manipulada de manera tal que continuara sirviendo a los intereses dominantes de aquí y de afuera. Y la dirigencia política tradicional fue cómplice de ello. Así vaciaron hasta donde pudieron la democracia, impidiéndole al pueblo ser partícipe en la misma; monopolizaron los medios de comunicación y con ellos las ideas; alejaron las instituciones de la sociedad, impidieron su control y las llenaron de corrupción. Pusieron derechos en la Constitución que luego nunca fueron respetados; discursearon sobre igualdades que fueron negadas sistemáticamente. En cuanta oportunidad tuvieron intentaron -e intentan- volver a las prácticas autoritarias; y armaron una justicia que, como bien decía Martín Fierro “no corta al que la maneja”. Vetaron la democracia en los gremios y les dejaron el terreno libre a los burócratas de siempre. Y por sobre todas las cosas se aseguraron el dominio político bipartidista con el PJ y la UCR, para garantizar que todo debía seguir como siempre. Disciplinando de una u otra manera a los dirigentes que quisieran salirse, aunque sea un poco, del libreto, llámense estos Raúl Alfonsín, Chacho Alvarez o Néstor Kirchner.
Debemos por tanto dar vuelta nuestra democracia como una media, si queremos que el país avance. Hay que sacar los tapones del autoritarismo, la corrupción y el bipartidismo, si queremos pueblo participando, honestidad y transparencia, respeto a los derechos y la diversidad, y renovación real de la política, los partidos y dirigentes.
Por último, deberíamos incorporar a este programa una sexta causa: mantener y profundizar el proceso de integración y solidaridad latinoamericana y caribeña en curso. Ha sido un mérito de este gobierno, más allá de sus claroscuros, haberlo empujado. Es nuestra obligación darle continuidad. Mientras que al mismo tiempo, también hacemos fuerte hincapié en la defensa y recuperación del Atlántico Sur. Visiblemente agredido no sólo por Gran Bretaña, sino también por los intereses geopolíticos y económicos de las grandes potencias que vienen por los recursos de nuestros mares y por la Antártida.
El kirchnerismo, como hemos dicho muchas veces, tuvo la gran oportunidad de transformar la Argentina en un sentido de progreso. Sus limitaciones políticas e ideológicas, y sus errores, lo han llevado al fracaso. La derecha abierta o encubierta pretende montarse sobre ello para regresar al gobierno y llevarnos una vez más para atrás. Hay que dar batalla por el país. Con este programa, con estas banderas emancipadoras como estandarte, reconstruyendo con ellas las fuerzas populares y el proyecto nacional.
Humberto Tumini
Movimiento Libres del Sur
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