Carta abierta de Victoria Donda al Presidente de la Nación
Capital Federal
Viernes 12 de agosto de 2016
Carta abierta
Al Señor Presidente de la Nación:
Me dirijo a usted no sólo como presidenta de la comisión de DDHH de la Cámara de Diputados de la Nación. Le escribo, ante todo, como militante política del movimiento de derechos humanos y como parte de un historia que encierra y condensa la más grande tragedia argentina del siglo XX: nací en la Escuela de Mecánica de la Armada, un campo de concentración de la dictadura, y soy hija de Cori y de Pato, mi madre, mi padre, ambos desaparecidos y cuyos cuerpos aún estoy buscando.
Sus recientes palabras, señor Presidente, ofenden, desconocen y menosprecian la memoria, verdad y justicia por las que el pueblo argentino en su conjunto lucha desde hace décadas. Al escucharlo atentamente en la entrevista que dio a un medio extranjero, señaló usted que no iba a “entrar” en el “debate” acerca de la cantidad de desaparecidos. “No tengo idea si fueron nueve mil o treinta mil”, reconoció. Al mismo tiempo aseguró no “saber lo que pasó” durante lo que usted denominó “guerra sucia”.
Con humildad, respeto y preocupación, siento la necesidad de compartir públicamente, mediante estas líneas, parte de la visión perteneciente a la teoría, historia y cultura del movimiento de derechos humanos. Pues usted, señor Presidente, gobierna un país cuya historia reciente está repleta de complejidades y violaciones a los derechos humanos que no puede desconocer.
Para empezar, quiero compartir con usted la siguiente declaración: “Hay muchas cosas sobre la Argentina que se distorsionan con fines inconfesables. Debo reconocer que la lucha contra la subversión produjo una guerra sucia”. ¿Sabe usted quién dijo esas palabras, señor Presidente, quién habló así de “guerra sucia”? Jorge Rafael Videla cuando era presidente de facto de la Argentina. Videla murió en la cárcel, condenado por delitos de lesa humanidad: genocidio, torturas, desapariciones, crímenes y robo de bebés. Y utilizó esa expresión por primera vez en un foro internacional (en ese momento no había redes sociales), porque el término “guerra sucia” le servía para justificar lo que él consideraba “excesos”, y de ese modo encubrirse y encubrir al aparato represivo que, bajo su coordinación y con absoluta premeditación, llevaba adelante la represión ilegal como una cuestión de Estado. Fue esa represión ilegal, montada para perseguir, secuestrar, robar y asesinar, la que nos dejó 30.000 desaparecidos. Y claro que el debate es necesario, señor Presidente. Y conocer nuestra historia es tarea de todos.
En un momento de la entrevista usted, señor Presidente, dice “no creer” en “la forma en la que se condujo el gobierno anterior”. ¿Cuál sería la forma “distinta” con la que ahora debería conducirse usted? Al desconocer, deformar y manipular la historia, no brinda una buena señal a los ciudadanos y ciudadanas.
Son los represores y sus cómplices durante la última dictadura cívico-militar los que, en última instancia, tienen la información de cuántas desapariciones provocaron. Usted, Mauricio Macri, no debería omitir que la metodología de la “desaparición de personas” es un crimen de lesa humanidad. Y aquí de nuevo: el debate es necesario, señor Presidente. Con respeto lo invito a reflexionar. Es su exclusiva responsabilidad hoy desclasificar los archivos que tienen la información necesaria para que dejemos de buscar respuestas.
Hablemos con claridad. Sin eufemismos. La Argentina merece reflexiones más profundas de parte suya. La hora actual es compleja. El futuro es incierto en muchos aspectos. Necesito creer que el Presidente de la Nación puede contarnos algo más. Que puede entender los derechos humanos (de ayer, de hoy y los pertenecientes a la agenda del siglo XXI) como un aspecto central que el Estado debe garantizar, antes que como “herramientas que precisa la gente para ser feliz”, como usted mismo los definió en la entrevista en cuestión.
Presidente Macri: públicamente podría usted pedirnos disculpas a todos los que nos sentimos ofendidos con sus recientes palabras. El silencio al respecto, no hará más que posicionarlo en el sitial de quienes, mediante sus mensajes y acciones, pretenden transformar la lucha por los derechos humanos en una pieza de museo. Los argentinos y las argentinas nos merecemos alguna vez Presidentes que pongan en valor, entiendan y respeten, el verdadero significado de los 30.000 desaparecidos que dejó la última dictadura cívico-militar. Debatamos en torno a la historia. Justamente los Presidentes ingresan a ella mediante sus actos y palabras. Recién ahí estaremos listos para encarar sinceramente el futuro, asumiendo desafíos y respetando al pasado.
Saludo a usted, atentamente,
Diputada Nacional Victoria Donda.
Presidenta de la Comisión de DDHH y Garantías de la H.C.D.N, hija de desaparecidos y militante del movimiento de DDHH