Argentina debe seguir su propio rumbo. Por Humberto Tumini.
8 de Julio del 2020
EDITORIAL
En el terreno internacional, en el actual contexto,
ARGENTINA DEBE SEGUIR SU PROPIO RUMBO
Nuestro país tiene desde 1930 un grave problema de “restricción externa”, como señaló ya hace muchos años Marcelo Diamand. Es decir, que las exportaciones no alcanzan para garantizar las importaciones necesarias si hay crecimiento razonable de nuestra economía.
Este problema se fue agudizando a partir de 1976, a través de la aplicación por largos períodos -1976/1983, 1989/2001, 2015/2019- de políticas neoliberales. Con aperturas externas que golpearon duramente nuestra estructura industrial, incrementando la dependencia de importaciones; sobre todo de bienes de capital e intermedios, aunque también de algunos de consumo como automóviles. Sin que el aumento de las ventas al exterior acompañara adecuadamente aquella situación (para ejemplificar: bajaron de 85.000 millones de dólares en el 2011 a 60.000 en el 2019).
Con esta realidad de nuestro sector externo tan presente, que lleva permanentemente a fuertes recesiones y a endeudamiento impagable, es muy importante analizar cuáles son las grandes amenazas internacionales que tenemos por delante y con qué políticas deberíamos abordarlas.
La principal que aparece, como casi siempre desde la segunda guerra en adelante, son los EEUU. En un contexto de paulatina pérdida de supremacía planetaria, busca esta nación imperial reafirmar su dominio sobre el “patio trasero” latinoamericano. Al mismo tiempo que se embarca en una creciente confrontación política y comercial con China.
Plantean entonces desde Washington a nuestros países bajo advertencias diversas que, una vez mas, atemos nuestros intereses y políticas a los suyos; incluyendo esto poner distancia de China (también con otros países como Rusia, Irán, Venezuela, etc). Sin preocuparse demasiado respecto de las consecuencias que eso traería. En particular a naciones como la nuestra, con una economía que está muy lejos de ser complementaria con la norteamericana y que requiere sí o sí diversificar mercados.
La segunda amenaza es la llegada de la derecha, con su modelo, a los gobiernos de nuestros socios del Mercosur. En concreto, se hace sentir cada vez mas la presión de estos para abandonar los actuales acuerdos y permitir el ingreso -casi libre- de mercaderías de otras naciones. Con el grave perjuicio hacia nuestra industria que eso significaría.
En esto, se debe tener en cuenta que Paraguay y Uruguay asientan su economía en la exportación de productos del campo, por lo que la apertura externa no los afecta y, al contrario, les trae beneficios abaratando los bienes de consumo. Algo parecido, salvando las diferencias, a lo que hace Chile desde hace años y Perú mas recientemente.
Con respecto a Brasil, es evidente que hace ya un par de lustros giró a una primarización creciente de su economía, aprovechando para ello sus enormes recursos naturales: tierra fértil, petróleo y minerales. Orientándose, paralelamente, en lo que a industria respecta, a desarrollar nichos exportadores del agro. Como también, en menor medida, otras ramas abastecedoras del mercado interno y de la región; a las que busca hacer ahora, con Bolsonaro, competitivas a partir de abrir las importaciones.
Esta estrategia, a la que se orientan los gobiernos de los otros tres países del Mercosur, es gravosa para nuestro entramado industrial, ya seriamente afectado.
Hay que tener en cuenta, además, que la mayoría de los principales países de Latinoamérica hoy en día van en esa dirección, como también tras las directrices de los norteamericanos. Tal vez con la excepción de Méjico. Sin embargo, al efecto, se debe considerar que es una nación que sufre como decía Porfirio Díaz, estar “tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.
No estuvo errado Alberto Fernández, cuando días pasados dijo que se extrañaba en la región a los presidentes Lula, Mujica, Chávez, Bachelet y Evo Morales, entre otros del pasado reciente.
En definitiva, por lo que viene del país del norte, lo que pasa en el Mercosur y en casi toda Latinoamérica. En momentos en que nuestras exportaciones van a depender en lo fundamental del agro, con fuerte baja de las de origen industrial por la crisis en Brasil y estiradas en el tiempo las que puedan provenir de Vaca Muerta. Con el crédito internacional muy restringido. Tenemos una necesidad imprescindible de sustituir todas las importaciones que podamos, ya que no las vamos a poder pagar.
Nuestro país debe entonces, a partir de esto, definir una estrategia internacional muy pensada desde nuestra realidad actual e intereses.
No debemos aceptar imposiciones de los EEUU. Tampoco la apertura del Mercosur tal como la pretenden nuestros socios. Hay que mantener firme nuestra relación económica con China, acorde a lo que indiquen nuestras conveniencias. Comerciar y establecer vínculos económicos con todos los países que creamos oportuno, sin que nadie nos indique con quién hacerlo y con quién no. Establecer, además, una relación con Europa que contemple las necesidades y realidades de ambas partes, sin apertura para ellos y trabas para nosotros como han intentado muchos años.
En resumidas cuentas, mas que nunca Argentina debe trazarse un rumbo propio, soberano, en este mundo tan complejo que tenemos. Sería muy riesgoso no hacerlo así.
Humberto Tumini
Presidente de Libres del Sur