La dignidad de las invisibles. Por R. Vivanco

Esta foto es del 2001. Por ese entonces las viejas también fueron protagonistas del “que se vayan todxs”.

 

Si, las viejas a las que acceder a un empleo formal les fue casi imposible, las viejas que trabajaron toda su vida limpiando, cocinando, cuidando a sus hijxs, nietxs, compañerxs, incluso hasta edades avanzadas en donde las que necesitan cuidado y atención son ellas.

Esas viejas jamás tuvieron un reconocimiento del Estado, como no lo tenemos la gran mayoría de las mujeres que seguimos dedicando muchas horas de nuestros días al trabajo no remunerado que realizamos puertas adentro de nuestras casas. Las mismas que el 8 de marzo le hicimos el primer Paro Nacional a Mauricio Macri, porque el ajuste impacta de manera diferenciada en nuestras vidas. Y si las mujeres paramos se detiene el mundo. Se detiene.

Muchas de esas viejas lograron acceder a una jubilación a partir de una moratoria previsional del 2004 (que el actual gobierno no renovó) que permitía jubilarse a quienes tuvieran edad para hacerlo pero no la cantidad de aportes necesarios, moratoria que luego se popularizó como la “jubilación de ama de casa”, no porque ese fuera el fin sino porque el 86% de quienes se inscribieron para percibirla fueron mujeres, éstas a las que el Estado jamás les dió la oportunidad de participar en el espacio público en igualdad de condiciones con los varones y que con sus hombros sostuvieron y sostienen la vida del conjunto e incluso permiten que el mercado se desarrolle sin grandes dificultades.

Las viejas que por no haber tenido un historial laboral formal perciben las jubilaciones más bajas, que para llegar a fin de mes tienen que hacer magia, o dejar de comer.

Esas viejas son nuestras madres, abuelas, tías, esas viejas vamos a ser nosotras, van a ser nuestras hijas.

Por estas viejas también hoy salimos a la calle.

Raquel Vivanco
Coordinadora Nacional MuMaLá